sábado, 2 de noviembre de 2019

Mario Ísola, pionero de La Compañía del Gas




En 1853, se iluminó por primera vez la Ciudad Vieja con faroles de gas a partir de grasa animal, por iniciativa del boticario Mario Ísola. Este fue el origen de lo que sería La Compañía del Gas. En esta nota, el autor recuerda estos primeros pasos y a uno de sus principales pioneros.

Acaso el carácter y la actitud de algunos elegidos, hacen de este mundo un lugar mejor para vivir. Inclusive para aquellos que, con indiferencia, hacen usufructo de un servicio o artefacto, producto de la iniciativa y el interés por el desarrollo que imprimen unos pocos, a la causa de la evolución humana. Sin pensar “el común beneficiado” en el esfuerzo y en la inteligencia aplicada, que esos seres preclaros lograron en favor de los demás.
Recursos tan cotidianos hoy, inherentes al bienestar, como la asistencia médica, el agua potable, la iluminación nocturna de calidad, etc., no eran habituales hace algo más de un siglo y medio. Por eso, entonces, en ese tiempo, en un Montevideo, donde parece que todo estaba por hacerse, un individuo de la talla de Mario Ísola viene a poner su inteligencia, su inquietud y su empeño.

El joven Ísola

Según cuenta Jorge Grunwalt en su libro La Química en el Uruguay (1966), Mario Ísola “nace en Génova, el 19 de octubre de 1827, hijo de Andrea ísola y Laura Ricci. En la Universidad de su ciudad natal, estudia ísola, Química y Farmacia. En 1844 abandona su ciudad rumbo a América, anclando en Montevideo, en compañía de su hermano Ulises. Llegando posteriormente sus otros hermanos: Demetrio y Achilles” sumando su labor a toda una multitud de inmigrantes que llegaban a nuestras costas.
Grunwalt señala que “El 16 de setiembre de 1851, después de practicar 6 años en la botica de Augusto Las Cazes, se gradúa de profesor en Farmacia ante la Junta de Higiene Pública. Ya conocido por la preparación de anestésicos (1847-1848) que llevó a cabo en aquella farmacia donde Mario Ísola, ocupado por sus experimentos en química, logra destilar y presenta por primera vez en Montevideo, el Cloroformo”, mucho más potente que el éter sulfúrico y carente de algunos de los trastornos que el éter causaba por ser en algún grado neurotóxico. Preparado, según las especificaciones del Codex francés, se somete “in ánime” a la acción del anestésico en presencia del Prof. Julio Lenoble y Domingo Parodi “para probar su inocuidad”.
Según el miso Grunwalt, “Ísola irá desarrollando, año tras año, una labor científica que, a la postre, colocará su nombre junto al de Augusto Las Cazes y Julio Lenoble, entre las mayores figuras de la Química y Farmacia nacionales. De Lenoble obtendrá su vocación de investigador y de docente, y de Las Cazes, el espíritu de empresa y la actividad polifacética, destacándose en él la sensibilidad, la afabilidad y la generosidad …”.

La botica de Ísola

En noviembre de 1851 instala su propia botica, adquiriendo la que fuera de Manuel Méndez que se hallaba en la calle 25 de Mayo 371, en sociedad con Pedro Peralta. La ubicación de la botica corresponde hoy al Nº 620 de la calle 25 de Mayo, entre Bartolomé Mitre y Juan Carlos Gómez, entonces, entre Cerro y Cámaras, acera sur. En esa cuadra hay cinco solares; el que corresponde a la botica de Ísola hoy es un estacionamiento.
Grunwalt resalta de esta manera el valor del aporte de Ísola:
“Los trabajos que Ísola llevará a cabo en esta botica constituyen si duda alguna el suceso más sobresaliente en la historia de la iluminación pública y privada de Montevideo; no sólo por la aplicación que aquellos tuvieron, sino también por lo que significaron desde el punto de vista de la investigación científica. No cabe duda que Mario Ísola halla concebido su proyecto cuando aún era empleado de Las Cazes, abona a favor de esta afirmación el hecho de que poco tiempo transcurrió entre la apertura de su botica y la presentación de su proyecto al Gobierno; evaluando que los estudios y los ensayos decisivos los haya llevado a cabo en su propio local, con más tranquilidad y reserva. Tres factores concomitantes fueron la base de los trabajos de Ísola: el sistema harto deficiente del alumbrado en uso, en esa época, la presencia de su hermano Demetrio - ingeniero con experiencia en la fabricación de gas de alumbrado-, además de ser miembro de una familia muy unida, pronta a llevar a cabo la faz industrial del proceso. Y súmanse a la iniciativa, el empuje de que él concibiera la idea inicial del nuevo sistema de iluminación”.
En ese lugar de la calle 25 de Mayo, en su botica, Mario Ísola ensaya y muestra por primera vez el resultado en luz de su sistema de producción de gas. El lunes 17 de julio de 1852 ilumina la vidriera de la botica, causando la admiración y la sorpresa de todo el vecindario.
Bajo el título de Ensayos con gaz de luz, escribía la crónica del Comercio del Plata:
“Tuvimos anoche el gusto de ver alumbrada con gaz la botica de la calle del 25 de Mayo, del hábil profesor Mario Ísola, que le había empleado desde el lunes. Eran sólo dos los tubos que dejaban pasar el gaz por unos pequeños agujeros y era tal la claridad que derramaban, que no había en toda la calle una tienda más bien alumbrada por más que algunas tenían 3 ó 4 quinqués con otros tantos mecheros cada uno. El joven señor Ísola tan contraído á los diversos ramos de la química aplicada á las artes, merece la enhorabuena por este ensayo que deben ir á ver todas las personas que comprendan cuanto vale el estímulo dado a la laboriosidad y el estudio; fuera de que es una vista agradable la que ofrece el gaz en combustión”.

Empresa de Alumbrado a Gás

Los ensayos son halagadores: el nuevo sistema de iluminación puede realizarse a nivel industrial. Es en este punto, que los hermanos Ísola resuelven realizar la solicitud al Gobierno, y solicitar la autorización para instalar el alumbrado a gas para la Ciudad Vieja en principio. Uno de los hermanos, Demetrio, formaliza el pedido. Después de algunos ajustes, el contrato oficial se celebra y suscribe el 15 de setiembre de 1852, entre el Gobierno por un lado y los hermanos Demetrio y Achilles Ísola por otro. En un principio, tendría una duración de seis años, y “las materias primas que se emplearan serán del país”, principalmente grasa yeguariza.
El procedimiento de producción consistía en un sistema que, en lugar de utilizar la combustión directa de aceites y grasas, se somete a altas temperaturas las sustancias grasas en una cámara hermética, provocando la descomposición térmica de la cual se obtendrá como resultado de la destilación, principalmente hidrógeno, anhídrido carbónico y otros hidrocarburos no deseados, pero útiles por cumplir un fin odorizante, ante un eventual escape o fuga del gas.
La sociedad de los hermanos Ísola tuvo por nombre Empresa de Alumbrado á Gas. Habiendo ya celebrado el contrato, se invita a los interesados a suscribir acciones. El día 25 de setiembre de 1852 fue la primera reunión de accionistas; el capital inicial es de $18.000 dividido en 72 acciones de $250. El 5 de octubre del mismo año, Demetrio sale a bordo del Navío “Prince” rumbo a Southampton, pues había hecho un contrato con los Sres. Shaw Hnos para comprar en Inglaterra todos “Los útiles y maquinarias para montar la empresa. Dicho suministro será controlado personalmente por Demetrio, el 12 de mayo de 1853”. Los últimos útiles necesarios (“aparatos, adornos, quinquéses, tubos muy ricos”) y máquinas, habrían sido traídos a Montevideo por los buques ingleses “Preponéis” y “La Reina”.

La inauguración

Por fin se está en condiciones y se proyecta inaugurar la iluminación a gas el día 18 de julio de 1853, coincidiendo con los festejos patrios. Algo sucede: no habiéndose resuelto aún ciertos problemas de índole político en el país, se produce una confrontación entre dos bandos opositores en la misma Plaza Constitución.
Pero el progreso sigue su curso, y cuatro días después, el 22 de julio de 1853, se da lugar a la inauguración proyectada, abarcando la Plaza Constitución y una de las cuadras próximas a ella. El festejo y puesta en marcha
duró de las 20hs. a las 22.30hs.
La empresa fue poniendo a punto la iluminación y extendiéndola a las cuadras convenidas en el contrato. La gestión de la empresa nunca fue próspera; y el 20 de junio de 1856 fueron abiertas propuestas para su arrendamiento o enajenación.
Mario Ísola ha dejado en manos de sus hermanos la explotación Industrial y los trabajos sobre iluminación a gas. Junto a Julio Lenoble, toman la iniciativa de promover una asociación gremial entre sus colegas siendo uno de los propósitos el de emanciparse “de la dependencia en que se halla, de una corporación de profesores de medicina”. Así es que, tal como describe Grunwalt, el 26 de noviembre de ese mismo año, tiene lugar la primera reunión de los farmacéuticos adherentes a la iniciativa, quedando así creada la “Sociedad Farmacéutica de Montevideo” de la cual forman parte los más prestigiosos boticarios de la capital, y a la que también se asocia Bartolomé Odiccini, médico.

Otros rumbos

A poco tiempo de instalarse la iluminación a gas en Montevideo, Ísola deja la capital y se radica en la ciudad de San José, donde abre una botica. Se ha casado con Isabel Zuquilvide, vasca, que le dará nueve hijos, cinco de ellos nacidos en la capital maragata.
De retorno a Montevideo instala nuevamente su botica y en 1868 proyecta establecer una Escuela de Farmacia, elevada la propuesta a la Junta de Higiene, que la aprueba. Y con oficio del 29 de setiembre de ese año, el Ministerio de Gobierno la somete a consideración de la Universidad; Joaquín Requena, miembro informante, se expide favorablemente, a condición que los alumnos de la Escuela a crearse, cursen Química en la Universidad, y hasta tanto no se establezca en ésta un Aula de Farmacia.
Hasta entonces las disposiciones vigentes exigían únicamente la práctica en una botica y el examen ante la Junta de Higiene Pública. El Consejo Universitario, en su sesión del 17 de octubre de 1868, aprueba el informe pero el proyecto de Ísola no cristaliza.

El espeleólogo

En 1876-77 Ísola explora la Gruta del Palacio y analiza los abalorios (que se llamaba a las cuentas para hacer adornos) provenientes de los llamados Cerros de las Cuentas, que ya habían llamado la atención de viajeros naturalistas, entre ellos Charles Darwin. De ambas exploraciones Ísola escribe unos pequeños librillos en los que él mimo expresa:
”….para nosotros sería de desear que el Superior Gobierno de la República se preocupara de la fácil y bien ordenada excavación de ese portento, que puede dar tan importante contribución de valiosísimos informes a la arqueología del Uruguay, a la antropología de sus razas extintas, y aún quizá de la misma paleontología y a la historia del hombre prehistórico”.
Sigue diciendo:
“Estas ligerísimas apuntaciones contribuirán sin duda a llamar la atención de los hombres científicos sobre tan interesante problema, felicitándome y dando por bien recompensadas mis molestias personales y gastos, si he conseguido iniciar con ellas una futura investigación, más competente sin duda y más bien provistas de medios para esclarecer la verdad absoluta sobre este portentoso subterráneo”.
En estos escritos se pude apreciar su conocimiento sobre la química, mineralogía, geología de los suelos y la geografía de nuestro país y del mundo.

El catedrático de química

Por ley del 31 de mayo de 1879 la Escuela Taller de Artes y Oficios es Reglamentada, Ísola desempeña en esta la cátedra de Química Industrial y a la vez ocupa el cargo de inspector de drogas y alimentos, en la entonces Colecturía General de Aduanas. También formó parte del cuerpo de redactores del Código de minería de 1884.

Epílogo

Mario Ísola fallece en Montevideo el 9 de marzo de 1886, momentos después de pronunciar un discurso en el acto de sepelio de los restos de su amigo Ernesto José Gubert. En el momento de su fallecimiento contaba con 59 años de edad. Hasta el último día de su no extensa, pero sí intensa vida, demuestra ser un hombre, sensible y especial, como pocos.
Sólo la entrega y el compromiso consagrado a su tarea, ponen a seres gigantes como éste en el sitial más alto, por su aporte a la sociedad montevideana.

Ricardo Curcho, trabajador de Montevideo Gas
Jueves 17 de octubre | 10:59

Fuentes bibliográficas

La información expuesta aquí ha sido extractada y compilada de varios autores, a quienes se debe agradecer, ya que sin su trabajo no hubiera llegado esta información hasta nosotros ni llegaría a las generaciones venideras. Estos son:
Jorge Grunwalt, (La Química en el Uruguay) 1966.
Diarios: Comercio del Plata 1853, La Prensa Uruguaya 1853, La tribuna Popular 1886.
Mario Ísola, (Descripción de la Caverna Palacio Subterráneo de Porongos) 1876-77.

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