El resultado electoral y la perspectiva difícil que enfrenta el Frente Amplio uruguayo de cara al ballotage ha llevado a sus dirigentes a enfocarse en el tema seguridad difundiendo ampliamente la batería de medidas anunciadas por Martínez en setiembre. Sin embargo, su contenido toma mucho de lo que propone la derecha y encara el problema desde una mirada autoritaria que enfatiza la represión
La primera vuelta de las elecciones dejó un panorama complicado para las posibilidades del Frente Amplio en el ballotage.
Frente a este resultado y el incierto panorama que se presenta los dirigentes del FA se han planteado un giro en la campaña tomando el tema de la inseguridad como uno de los temas centrales a abordar.
Los analistas en general señalan que esta problemática es una de las que hizo perder votos a Frente por lo cual desde el comando de campaña de Martínez entienden que priorizar este tema es uno los ejes principales que les permitiría ganar en la segunda vuelta.
En este sentido en los últimos días se vienen difundiendo ampliamente las medidas que había anunciado Martínez junto a su equipo de técnicos en setiembre en el teatro Cervantes; las 12 propuestas de seguridad.
Sin embargo el contenido de esta “batería de propuestas” debería llamar la atención de aquellos que aún conservan expectativas en el Frente Amplio, los que entienden que el gobierno de Martínez sería una alternativa a la derecha de Lacalle, Talvi y compañía.
El abandono de un discurso de izquierda
¿Que ha sucedido para que una fuerza política que se dice de izquierda termine priorizando la seguridad como un eje de campaña?
15 años de gobiernos del Frente Amplio, en el contexto de una situación de bonanza excepcional para el país por el precio de los comodities, parecen haber mantenido una estructura social profundamente desigual con una marcada segregación territorial y amplias zonas de exclusión social.
En este contexto es donde como producto de la marginación social y la falta de perspectivas se dan situaciones de micro tráfico de drogas y aparecen rasgos de una “cultura del delito”
Desde el Frente Amplio, con Gustavo Leal a la cabeza, se ha terminado de abandonar un precepto clásico de la izquierda que señala que en última instancia la fuente de la delincuencia es la pobreza y la falta de oportunidades. Graciela Villar, la candidata a vicepresidenta lo ha señalado con otras palabras, cuando dice que en el Frente Amplio “hemos perdido la inocencia frente al tema inseguridad”.
Han sido Mujica y otros referentes del MLN de los primeros en achacar la delincuencia a una especie de furor consumista de jóvenes pobres que al no tener “cultura del trabajo” prefieren salir a robar, ser sicarios y hacerse narcotraficantes.
“No hay cosa más boba que un muchacho joven, solamente otro joven” “Un delincuente no es otra cosa que un burgués apresurado, porque el burgués trabaja para juntar planta, se rompe el alma, y el delincuente quiere lo mismo, pero rápido, ya, de un día para el otro, pero en el fondo es un gil”, “la conciencia corrompida del narcotráfico que se ha metido en el fondo de nuestra sociedad, combinado con la perspectiva de que en la vida para triunfar hay que tener plata” son algunas de las frases del ex presidente con que ha intentado abordar el tema.
Estas ideas simplificadoras, llenas de prejuicio y estigmatización se han transformado en la explicación con que todo el Frente Amplio parece encarar el tema de la delincuencia.
De esta manera se han terminado invirtiendo los conceptos: de entender a la delincuencia como una consecuencia de una problemática social, se ha pasado a explicar los problemas sociales (la inseguridad entre ellos) a partir de tomar a la delincuencia como un factor causal.
La lógica, no es ninguna novedad, se trata en realidad de un típico pensamiento liberal con el que las clases altas han justificado históricamente su arsenal de políticas criminalizadoras de la pobreza.
“Nunca la policía tuvo tanto respaldo y ese es el camino que seguiremos”
El tema no es una simple cuestión filosófica se traduce en acciones concretas y el “programa de seguridad” del Frente Amplio es la forma en que se expresa en esta misma campaña política.
Martínez anunció en el lanzamiento de sus propuestas el “Programa Más Barrio” por el cual junto a políticas de mejoras urbanas “se desplegarán políticas de seguridad que tengan por objetivo desarticular grupos vinculados al crimen organizado y al narcotráfico”. En el punto 4 de ese conjunto de propuestas agrega que “se realizará una persecución sistemática a las bocas de venta de drogas en los barrios que generan un profundo deterioro de la seguridad vecinal. Nos proponemos duplicar la cantidad de intervenciones policiales en ésa área”.
El candidato a presidente toma el discurso más retrógrado y securitario que permea sectores de la sociedad (producto también de una insistente campaña de los medios de comunicación masiva que se encuentran en manos de la derecha) para apuntar todos sus acciones contra el microtráfico y la venta al menudeo de drogas. El foco está puesto ahí, como si la droga creciera en los Palomares o en Casavalle y “el Jairo” o "la Mónica” de los “Los Chingas” tuvieran por ejemplo el poder suficiente para trasladar más de 4 toneladas de cocaína a Alemania.
Mientras tanto los verdaderos narcotraficantes, los que tienen vínculos con el poder estatal, las fuerzas de seguridad y las aduanas (no precisamente con la comisaría de la zona, sino en las altas jerarquías) los que manejan millones de dólares no son objetos de escraches ni de “Operativos Mirador”.
Como muestra basta la situación del propio empresario Martín Mutio (del que hasta hace poco solo se sabían sus iniciales) acusado por la cocaína incautada en Alemania, quien estuvo discretamente en prisión preventiva (seguramente en Cárcel Central y no en el inhumano Concar) y actualmente se encuentra con una cómoda prisión domiciliaria sin sufrir el escarnio ni los escraches de Leal y compañía.
El programa de 12 medidas, se continúa con una serie de anuncios de fortalecimiento de las fuerzas represivas, con guiños a estas propias fuerzas como cuando señala que “nunca tuvieron tanto respaldo y es el camino que seguiremos”.
Cuando aumentan las denuncias de caso de gatillo fácil, hostigamiento a jóvenes de barrios populares, persecución de pobres e indigentes, asegurar el respaldo a la policía no parece ser una visión muy de izquierda; al contrario la derecha no lo podría hacer mejor.
Ampliar el PADO, fortalecer comisarías, policías encubiertos, video vigilancia (10mil cámaras en todo el país, o sea una cada 300 habitantes), control de personas y vehículos, más patrullajes, brigadas de seguridad rural con infraestructura y tecnología, ingreso de personal y más presupuesto para modernizar y aumentar el equipamiento para reprimir son el corazón de la batería de medidas anunciadas con las que el Frente Amplio pretende ganar estas elecciones.
Votantes y militantes del Frente Amplio creen honestamente que el Frente Amplio es una alternativa a la derecha pero cuando se observa que las propuestas que plantea se asemejan en muchos sentidos a lo que dice Lacalle o Talvi se hace difícil compartir esta ilusión.
Hernán Yanes
Domingo 3 de noviembre | 12:56
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