Es que el referéndum no es sólo una consulta sobre el gobierno; también lo es sobre el propio FA Bergara advierte que el camino puede llevarnos hacia aguas desconocidas. Por eso reclama sostener el bisturí con sumo cuidado.
De todas formas, hay otro problema más considerable: Hay en proceso una operación para manipular la iniciativa: el punto en cuestión es si el referéndum va contra parte o contra toda la LUC. La primera es la opción por la que esta pugnando la burocracia sindical en sintonía con Bergara y compañía. Se formó una comisión para estudiar el tema, es decir, viendo que les era costoso desactivar la iniciativa rápidamente se busca amputar su alcance.
Pero la consulta es un derecho exclusivo de quienes luchan y se movilizan (nos movilizamos) contra la LUC, no de quienes congelan esa movilización. Nadie puede arrogarse la elección de las armas más que los propios combatientes. El papel del FA consiste precisamente en esta usurpación política.
La LUC le da a la burguesía un conjunto de instrumentos políticos para arremeter contra las masas. En todo el mundo las conquistas más elementales se encuentran bajo un fabuloso ataque: desde las jubilaciones a la jornada de trabajo.
La campaña por el referéndum puede ser el punto de partida de una nueva fase política. La recolección de firmas que ya está enraizada en buena parte del pueblo. Hay material nuevo en el activismo, que puede ser la base para la formación de comités barriales, no sería la primera vez en nuestro país. Este puede ser un punto de partida de una nueva etapa que supere a los intentos por encapsular la “batalla” al terreno cultural y parlamentario. El país empezará a conocer mejor la estrecha relación que existe entre las distintas variantes en que se dividieron el pasado domingo 27.
Camilo Márquez
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