miércoles, 6 de junio de 2018

En Brasil está planteada la huelga general




Después de la gran lucha de camioneros y petroleros.

El imponente corte de rutas de casi dos semanas de los camioneros, que lograron hacer retroceder al gobierno y una rebaja efectiva (aunque temporaria) de las tarifas de diesel, electrizó a las masas brasileras. “Se puede”, fue la reflexión de muchos trabajadores, que quieren enfrentar los crecientes ataques del gobierno Temer a sus condiciones de vida y recuperar sus conquistas. Los camioneros
Antes que se levantara la lucha camionera (que incluso continuaba en algunos sectores), el 1° de junio salieron a la huelga de 72 horas los petroleros. Su federación sindical (FUP) declaró que se trataba de un paro de “advertencia”, que en caso de no encontrar respuestas se lanzaría a la huelga por tiempo indeterminado. Pero luego del primer día de paro unánime, la dirección petista de la FUP –sin consulta alguna con los trabajadores- levantó la medida de fuerza. Por su parte, el “independiente” poder judicial sancionó multas al sindicato de medio millón de reales por cada día de paro y las Fuerzas Armadas ocuparon destilerías y centrales. El paro no retrocedió por temor de los trabajadores, sino por una decisión de la dirección burocrática, sometida a la política del PT de dar garantías a la clase burguesa y al gobierno de que está contra “el caos” y que quiere la estabilidad de este gobierno y del proceso electoral. Esto a pesar de que su máximo dirigente, Lula, está preso y electoralmente proscripto.
La huelga petrolera tuvo, sin embargo, fuertes consecuencias políticas: el director de Petrobras, Parente, el hombre que vino a acelerar los procesos de privatización, presentó su renuncia. Se trata del Aranguren (ministro de energía y ex presidente de Shell de Argentina) de Brasil. Es que el gobierno tuvo, con los camioneros, que dar marcha atrás al acuerdo establecido por el gobierno Temer con las petroleras de mantener indexado las tarifas de las naftas y derivados del petróleo al precio internacional (en aumento por el boicot de Trump contra Irán, entre otras causas) y a la creciente devaluación del real, la moneda brasilera -lo que determinó un tarifazo permanente, que supera el 50% de incremento el último año.
Los reclamos de los petroleros eran no solo la renuncia del entregador de Petrobras, sino la lucha por la renacionalización del 100% de Petrobras (hoy empresa mixta con más del 50% en manos de monopolios, en su gran mayoría extranjeros, y nuevas licitaciones en marcha para privatizar destilerías y ductos) y la rebaja del precio de los combustibles. El levantamiento unilateral del paro petrolero por la burocracia del FUP es una soga de auxilio tirada al gobierno Temer, que habiendo fracasado incluso usando fuerzas militares contra camioneros y petroleros, no logro dominar la situación.
Las encuestas indican que la inmensa mayoría del país (más del 80%) apoyaban las luchas de camioneros y petroleros. Pero las centrales sindicales (salvo Conlutas), en primer lugar la CUT dirigida por la burocracia del PT, hicieron oídos sordos a la tendencia popular, se negaron a movilizar y convocar al paro y la huelga general.
En forma falsamente ‘realista’ coloca sus fichas en la contienda electoral de octubre próximo. Para ello desmoviliza las luchas que brotan de la resistencia de masas contra los planes fondomonetaristas. Usa para ello el espantapájaros del ‘golpe’ que se pondría en marcha para impedir las elecciones: sale en defensa de la institucionalidad del golpista Temer que no vacila en militarizar el país (Rio de Janeiro, ocupación de destilerías, etc.) y enfrentar las luchas obreras. Pero es justamente lo contrario: la desmovilización de las masas, puede alentar aventuras golpistas si la burguesía no encuentra -con Lula preso y proscripto- una candidatura de peso que asegure una salida electoral estable.
Es necesario un Congreso de Bases del movimiento obrero para votar una plataforma de lucha y organizar el paro y la huelga general: por la renacionalización del 100% de Petrobras, sin pago de indemnización alguna a los monopolios que la vienen esquilmando, y su puesta en marcha bajo gestión directa de los trabajadores. Por la anulación de la reforma laboral antiobrera y el retiro de la reforma previsional reaccionaria. Reincorporación inmediata de todos los despedidos. Anulación de los tarifazos. Aumento de salarios y jubilaciones de emergencia. Fuera los militares de Río de Janeiro –cuya ocupación solo trajo el asesinato de activistas opositores- y de las luchas obreras y populares. Libertad a Lula y desprocesamiento de todos los luchadores obreros y de los explotados.

Rafael Santos

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