domingo, 2 de abril de 2017
Repercusiones de la situación en Venezuela
La decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), de asumir las competencias del Poder Legislativo (Asamblea Nacional) tuvo repercusiones en el mundo y en especial en América Latina. En Uruguay los diferentes sectores políticos asumieron distintas posiciones, desde quienes justifican o relativizan la gravedad de la medida anunciada por Maduro hasta quienes se alinean totalmente con la posición de la derecha venezolana en su denuncia del “golpe de estado”.
La derecha reclama más sanciones contra Maduro
Desde la derecha uruguaya la condena ha sido unánime: para Bordaberry (Partido Colorado) el gobierno uruguayo debe votar la aplicación de la cláusula democrática para suspender a Venezuela de la OEA y también de la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) mientras que en el partido Nacional Luis Lacalle Pou anunció que convocará al Ministro de Relaciones exteriores exigiendo que se aplique la cláusula democrática de la OEA y Larrañaga pidió que cese el “apoyo cómplice a la dictadura de Maduro”.
Reticentes en su momento a condenar el golpe de estado institucional de Temer en Brasil hoy la derecha del país reclama mayores sanciones e injerencia regional en Venezuela y se alinea inmediatamente con la propia derecha venezolana, (golpista en el 2002) cuyo principal objetivo es acelerar el ajuste contra el pueblo trabajador que reclaman los sectores proempresariales y proimperialistas.
Contradicciones en el Frente Amplio
La Mesa Política del Frente Amplio realizó una declaración el viernes 31 de marzo en la que rechazó la suspensión de la Asamblea Nacional de Venezuela por parte del Tribunal Supremo de Justicia ya que “desestabiliza el orden institucional”, planteando a su vez que la Organización de Estados Americanos (OEA) evite una injerencia inapropiada en el proceso venezolano.
Sin embargo no debemos olvidar que fueron los propios gobiernos del Frente Amplio (Mujica y Vázquez) quienes sostuvieron a Luís Almagro, primero como ministro de Relaciones exteriores y luego como secretario general de la OEA.
Desde esos lugares claves Almagro fue un activo opositor al chavismo y aliado directo de la derecha venezolana que reclama mayores sanciones y una mayor injerencia de la OEA en Venezuela.
En general Almagro lideró una política exterior uruguaya alineada con las posiciones de Estados Unidos y el imperialismo, participando de las tropas de ocupación en Haiti, el desmantelamiento de las FARC en Colombia o la simpatía con los avances en la restauración capitalista en Cuba.
En este último periodo ha sido el canciller Nin Novoa el que representó a Uruguay en el grupo de países de la región (muchos gobernados por la derecha) que siguiendo las directrices de Trump reclamaron, entre otras cuestiones, por un llamado a elecciones y la libertad de los presos políticos; todas declaraciones y acciones a medida del imperialismo yanqui y la derecha continental.
Algunos sectores (PCU, Constanza Moreira) critican la orientación oficial de Uruguay en relación a la situación de Venezuela, pero “olvidan” que el propio Maduro es el que está tomando medidas cada vez más antipopulares, descargando el ajuste en los trabajadores y el pueblo; no dudando en acercarse al empresariado para prometerles nuevas inversiones y mayores ganancias.
La posición de Unidad Popular
En el punto de vista de los sectores de izquierda que minimizan el rol negativo del chavismo, todos los premios se los lleva la Unidad Popular que acaba de sacar una declaración en la que se pone incondicionalmente del lado del “gobierno antiimperialista que encabeza el compañero presidente Nicolás Maduro” señalando que (Almagro y compañía) han “creado la ficción del autogolpe”.
En su ceguera la Unidad Popular no puede ver el curso bonapartista que ha tomado el gobierno de Maduro que ha venido gobernando por decreto y bajo restricción de derechos democráticos, imponiendo un Estado de excepción, basado en las fuerzas armadas (que a su vez cuentan con grandes privilegios, manejan grandes empresas y ocupan importantes cargos políticos),que implica un condicionamiento de las libertades públicas y ampliación de las atribuciones de las fuerzas represivas, reforzando el control social y una militarización cada vez mayor.
Por una posición independiente de los trabajadores
Para los trabadores y el pueblo no se trata de tomar partido por alguno de los dos bandos burgueses en pugna. Ni detrás de los sectores de la derecha clásica y tradicional, representante directo del imperialismo que quiere un ajuste mayor y más rápido contra los sectores populares ni con el chavismo que se empeña cada vez más en tomar medidas similares a las de un gobierno neoliberal: devaluación económica, mayor apertura a las inversiones trasnacionales, facilidades a empresarios exportadores, devolución de empresas estatales, pago puntual de la deuda externa, etc.
Es necesaria la pelea por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana basada en la más amplia movilización del pueblo trabajador para derrotar las medidas bonapartistas y a la oposición de derecha.
Hernán Yanes
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