martes, 4 de abril de 2017
Ecuador, entre la continuidad y el cambio
Hay forcejeos por los resultados pero el oficialismo festeja y se prepara para un gobierno de "consenso" con la derecha.
Todo indica que, si bien ajustadamente, el oficialismo ha logrado conservar el poder en Ecuador imponiéndose Lenín Moreno en el balotaje de ayer por alrededor de 200.000 votos. La derecha encabezada por el banquero Guillermo Lasso se demora en reconocer la derrota y agita el fantasma del “fraude”.
No está claro hasta dónde tensará la cuerda. Hasta últimas horas de la noche del domingo llamó a sus seguidores a “defender cada uno de los votos” y aseguró que entregaría a la OEA “lo más pronto posible” las pruebas de las irregularidades en el conteo de votos.
En algunas localidades se informó de pequeños incidentes con los partidarios de Lasso que salieron a protestar contra el “fraude” y exigir que “se vaya Correa”. Basado en la diferencia bastante estrecha en el resultado, en encuestas a boca de urna que le habían dado la victoria, y en el conteo de la ONG privada Participación Ciudadana que habla de un “empate técnico”, no se puede descartar que el candidato de la derecha neoliberal, apoyado por la OEA y la derecha regional, intente una “cruzada” para revertir la derrota.
Pero lo más probable es que termine reconociendo los resultados y estos amagues no sean más que un intento de “vender cara la derrota” para quedar en mejores condiciones de fuerza de cara al futuro gobierno correísta de Lenín Moreno.
El escenario es propicio. El ex vice de Correa no se ha cansado de repetir durante la campaña, tanto en primera como en segunda vuelta, que su gobierno será la continuidad de la Revolución Ciudadana, pero que “escuchará a la oposición” y que estará basado en el “diálogo y el consenso”. En su discurso de victoria reafirmó esta línea señalando que gobernará “para todos los ecuatorianos” y que “sabremos escuchar las críticas, viva Ecuador, vamos a trabajar en paz y armonía”.
Por otro lado, se trata de una victoria donde, a pesar del discurso lavado de Lenin, la diferencia fue estrecha, lo que puede dejar un escenario político polarizado, aunque el oficialismo tiene a favor que retuvo la mayoría en el Congreso.
Consecuencias regionales
El “progresismo” latinoamericano había hecho de este balotaje“una gran batalla” contra el regreso a gobiernos abiertamente neoliberales y pro imperialistas como el de Macri y el de Temer. Sus mayores referentes saludaron rápidamente la victoria de Moreno.
Evo Morales, que se recupera de una operación en Cuba, escribió “El pueblo unido de #Ecuador triunfó ante el imperio y sus sumisos. ¡Felicidades hermano @Lenin!”.
Nicolás Maduro reproduciendo el tono romántico característico del extinto Hugo Chávez, calificó la jornada de “victoria heroica”: “Felicidades Ecuador Triunfó la Revolución Ciudadana..Felicitaciones Presidente Rafael Correa..Compañero Presidente Lenin Moreno Victoria Heroica”
Cristina Fernández, dedicó varios mensajes: “Acabo de felicitar telefónicamente al nuevo presidente electo del Ecuador, compañero @Lenin…”, “me transmitió su felicidad por el triunfo obtenido y su convicción ...” “de que esta victoria no es sólo para el Ecuador sino también para toda la Patria Grande.”
En medio del avance de la derecha en toda la región, sobre todo con el triunfo de Macri en Argentina y el golpe institucional de Temer en Brasil, el resultado en Ecuador es sin dudas una bocanada de aire para este “progresismo” en retroceso.
Para Maduro era vital luego de la última crisis política tras la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia que inhabilitó a la Asamblea Nacional y de la cual debió retroceder y salió aún más debilitado. Y esto a pesar de que Moreno se tomó un tiempo más que prudencial para pronunciarse sobre la reciente crisis, ante el temor de perder votos por izquierda o por derecha si ponía demasiado énfasis en la defensa o la condena de la sentencia del TSJ.
Pero además del bloque Venezuela - Bolivia – Ecuador, el triunfo de Lenín Moreno alienta la estrategia del kirchnerismo o el petismo de “resistir” para volver a disputar el poder en las próximas elecciones. Para Argentina tiene un significado interesante, porque de alguna manera el triunfo de Moreno vendría a expresar el proyecto sciolista que no fue en Argentina. Por lo que puede ser muy educativo para ver cómo hubiera sido la continuidad del posneoliberalismo argentino en el espejo ecuatoriano.
Una “estrategia” que no hace más que desarmar a los trabajadores y poner palos en la rueda de una verdadera resistencia que pueda derrotar los ajustes contra el pueblo. Aún peor, tanto en Venezuela como en Ecuador, este “progresismo” viene administrando la crisis económica que golpea la región desde hace por lo menos dos años, aplicando ajustes y haciendo mayores concesiones a los grandes capitales que poco tienen que envidiar a los de sus rivales derechistas.
En Argentina y Brasil, los últimos años de gobierno de Cristina y Dilma incluyeron fuertes ajustes y hoy en los parlamentos vienen dando quórum y contribuyendo a aprobar las medidas económicas contra el pueblo que impulsa la derecha.
Las declaraciones de Moreno en Ecuador llamando al “diálogo” y el “consenso”, a “trabajar juntos por el país”, no fue solo una estrategia de campaña respondiendo a las críticas y el cansancio de amplios sectores a los elementos antidemocráticos de la administración de Rafael Correa. Implican que está dispuesto a tomar parte de la “agenda” neoliberal, aunque seguramente de forma más gradual de la que pretendía Lasso.
Los trabajadores no pueden tener la más mínima expectativa en este falso progresismo que gobernó más de una década en toda la región y no fue capaz, no podía serlo, de tomar una sola medida seria para resolver los problemas estructurales como la pobreza o la dependencia económica.
El “socialismo del siglo XXI” y los proyectos “nacionales y populares” comenzaron su decadencia ni bien se cortó la bonanza económica de los altos precios de las materias primas. En el caso de Correa fue el ala más “cauta” dentro de ese proyecto. Por fuera de una tibia renegociación con las petroleras y una “revolución ciudadana” que trataba de dar cuenta de la situación previa de levantamientos sociales, profundizó una matriz extractivista que con el inicio de la crisis trajo una mayor persecución y represión a las organizaciones indígenas y sindicales.
La utopía de avanzar en el desarrollo social sin atacar los intereses capitalistas seguirá demostrando su impotencia tanto donde gobiernan como donde son oposición.
Diego Dalai
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