El choque entre tropas de India y China en el Himalaya, dejó el saldo de casi 60 soldados muertos. Aunque se trate del primer choque en 45 años, está lejos de ser un episodio de carácter aislado.
La prensa asegura que esta escalada bélica deviene por los objetivos estratégicos de los dos países. Lo que perturbó a Pekín es la construcción, por parte de la India, de una carretera para conectar con una base de alta altitud que tenían sin funcionamiento desde 2008. “Los chinos se han ofendido por la construcción de eso porque eso permitiría a India movilizar tropas más rápidamente”.
Ocurre que Pekín ha invertido unos US$60.000 millones en la infraestructura de Pakistán, el llamado Corredor Económico China-Pakistán (CECP), como parte de su Iniciativa de la Franja y la Ruta, y la carretera es clave para transportar bienes desde y hacia el puerto de Gwadar, en el sur de Pakistán (LN,5/6). India se suma de este modo a un reclamo político de Trump, para bloquear la expansión económica de China. Otra expresión de este choque es la política proteccionista que ha adoptado Nueva Delhi, que afecta especialmente a Huawei, el otro blanco de Trump. En este marco se pone en marcha un fortalecimiento de las relaciones de India con Estados Unidos, Japón y Australia. Esto le ha dado otro cariz a la agitación de la India respecto a retomar la región de Cachemira administrada por Pakistán, aliado de China. El gobierno hindú ha acentuado el chauvinismo anti-musulmán al prohibir la ciudadanía a los residentes musulmanes.
Mientras tanto, la India es el cuarto país en muertes por COVID-19 con casi dos mil por día Estamos ante una movida geopolítica dentro de la confrontación entre Estados Unidos y China, que plantea un escenario de guerra, en otra de las fronteras de China, y que tiene como sujeto al nacionalismo hindú, en el marco de una crisis social explosiva de la India.
Mauri Colón
24/06/2020
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