miércoles, 2 de agosto de 2017

"Estados Unidos está activamente comprometido en programas de guerra sicológica"

Entrevista a la historiadora Frances Stonor Saunders

La Guerra Cultural sigue viva. No hay dudas de que instituciones con las cuales la CIA trabajaba y trabaja, como la Fundación Ford, todavía son muy activas. Todavía usan los mismos programas de convencimiento y las mismas herramientas desarrolladas durante la Guerra Fría.
El programa Milenio, de la Televisora brasileña O Globo entrevistó hace algunos años en Londres a la historiadora británica Frances Stonor Saunders a raíz de la publicación en Brasil de su obra sobre la CIA y la Guerra Fría Cultural con el título ¿Quién pagou a conta? Hemos transcripto y traducido la entrevista y adelantamos aquí algunos fragmentos de la transcripión que más adelante publicaremos íntegramente.
-Y su foco en la acción de la CIA en el campo de la cultura en la guerra cultural, en el frente cultural. Con certeza, en esa área la CIA tuvo un gran alcance.
-Muy grande. Cuando comencé a hacer la investigación yo tenía un concepto sobre los agentes de la CIA. La imagen que uno se hacía de un agente de la CIA era la de un tipo bruto, impetuoso, muy osado, carismático, impulsivo, pero nunca la de un intelectual.
Mas, en verdad, la CIA, desde su concepción, parecía un campus universitario. Los agentes usaban traje y fumaban pipa. Parecían profesores en encuentros formales de grandes universidades de Estados Unidos e Inglaterra. Muchas veces ellos también eran eso.
-Usted escribió que la CIA financió la publicación de más de mil libros, incluidos “Doctor Zhivago”, de Boris Pasternak; “La nueva clase” de un autor yugoslavo.
-Traducciones de T.S Elliot y de Chejov. Había una editora que publicaba a Chejov y era dirigida por la CIA.
-¿Por qué la CIA publicaba eso?
-La CIA intentaba seducir directamente cerebros occidentales, intelectuales que fuesen anticomunistas, pero no necesariamente pro-Estados Unidos. La CIA quería desmontar la opinión engañosa de los soviéticos, de que los Estados Unidos no tenían cultura, no eran sofisticados, tenían pocos derechos civiles, y no entendían un arte elevado. La CIA quería desmentir todo eso. Ella quería construir una alianza, digamos, una especie de OTAN cultural, para apoyar la política exterior norteamericana, una Pax Americana, para convencer a las personas de que los Estados Unidos eran óptimos y los soviéticos, pésimos. Mas la CIA era sutil, no intentaba alcanzar un gran público; la CIA buscaba un pequeño público de élite, que lenta y progresivamente, pudiera influenciar lectores, un público más amplio, además de creadores de políticas y personalidades influyentes que pudiesen cambiar la política para asumir la propuesta norteamericana.
(…)
-Lo que la CIA hacía, por lo que usted describe, los gobiernos siempre lo hicieron. En el caso de América Latina en los años 40, los Estados Unidos crearon la política del buen vecino. Parte de ella fue implementada por Nelson Rockefeller.
-Rockefeller estaba personalmente involucrado con la CIA en operaciones similares especialmente en la América Latina de la postguerra. La CIA tenía un sistema óptimo de subcontratar sus agentes por particulares e instituciones. Hay una cosa que me ayudó a destapar esta historia y va a ayudar a futuros investigadores, principalmente en América Latina: la CIA se resiste mucho a divulgar pruebas directas, en forma de documentación. Mi lucha para conseguir información, como la de muchas personas no tuvo éxito. Lo bueno de que la CIA haya actuado en el sector privado es la posibilidad de encontrar mucho material directamente relacionado con la CIA, con sus organizaciones y sus métodos en el sector privado. Investigando archivos, el de Nelson Rockefeller es un ejemplo, conseguimos ver claramente cuáles fueron las incursiones y como fueron gestionadas para promover digamos una “aceptación amigable” de las ideas norteamericanas en América Latina.
(…)
-Ellos publicaban las revistas “Der Monat” en Alemania, “Encounter” en Gran Bretaña, tal vez la famosa de todas; “Preuves” en Francia; “Tempo presente” en Italia y “Cuadernos” en América Latina.
-“Cuadernos” y también “Mundo Nuevo”, una revista un poco menos conocida.
Había un servicio gráfico y un servicio de distribución para todas esas revistas. Principalmente para aquellas concentradas en América Latina.
Paralelamente a esas había revistas como “Combate”, “Visión”, “El Mundo en Español”… eran revistas complementarias a las revistas financiadas y dirigidas directamente por la CIA.
-Los grandes nombres de intelectuales de la postguerra en Francia Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus, Raymond Aron y André Malraux… ¿participaron de eso?
-Sartre y Beauvoir eran “los enemigos”, por así decir. Todo el foco…
-Pero intentaron conquistarlos…
-Ya me han dicho que el enemigo no era Moscú, era París. Para los norteamericanos, eran Sartre y Beauvoir.
La CIA estaba obsesionada con su antiamericanismo y con los estereotipos negativos que ellos representaban. Eso los atormentaba.
-Pero atrajeron a Malraux…
-Sedujeron a Malraux…
-Raymond Aron…
-Y a Camus, bien tardíamente, cuando él abjuró. La CIA consiguió, con mucha eficiencia, dividir a la izquierda francesa. Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir no eran publicados en esas revistas, eran atacados siempre.

La CIA apadrinaba a intelectuales franceses de izquierda que no odiasen a los Estados Unidos.

– ¿Y esos intelectuales sabían que estaban siendo financiados por la CIA?
-Quién sabía y quien no sabía es una incógnita. Muchos de ellos ni tenían idea de que la CIA estaba detrás de instituciones, revistas, periódicos, y críticas de arte en las que ellos estaban trabajando.
-Usted cita a Richard Crossman, un agente británico de inteligencia, según él la manera de la hacer una buena propaganda es parecer no estarla haciendo.
-Hay una diferencia entre los niveles filosófico y práctico. El problema de asociación a la CIA era reconocido por la propia CIA. La CIA no daba aprobación abiertamente, pues sabía que sería rechazada si fuese claramente. Entonces la CIA se escondía detrás de fundaciones y organizaciones en Francia. Ella disfrazaba su vestimenta.
(…)
-Tiene sentido que la CIA apoyara a personas de derecha, como Irving Crystal o el filósofo Isaiah Berlin. Por otro lado, ¿por qué la CIA apoyaría a Mary McCarthy?
-Porque es la izquierda no comunista. Era una esfera perfecta, y a pesar de todo muy importante para predicar el valor de la democracia norteamericana y su política exterior. ¿Por qué los Estados Unidos querrían a Orwell para utilizar su “1984” y “Rebelión en la granja”, dos textos bien polémicos contra todas formas de control del Estado, todos los estados que intentan controlar a los ciudadanos? Ellos tomaron y modificaron las obras de un viejo socialista. Al final, ellos eliminan las distinciones que Orwell hace, las comparaciones que él hace, la equivalencia entre un comunismo degenerado y un capitalismo extremo y corrupto. Esas diferencias o similitudes son apagadas. Lo que queda es un tratado contra el imperio del mal soviético. Por tanto, esas obras son levemente modificadas, de modo convincente, con altas calidades. Modifican el argumento original hacia su objetivo, para establecer la distancia entre valores norteamericanos y soviéticos.
-Cambian el final de la historia.
-Tanto de “Rebelión en la granja” como de “1984” para eliminar la equivalencia moral existente en el texto original, entre las dos formas de opresión, de totalitarismo, o de control del Estado. Todo para mostrar de manera peculiar y distinta, el tipo de control comunista.
(…)
-Los comunistas no son más amenaza, pero la CIA aún existe. ¿Podemos concluir que ese tipo de actividad de un frente cultural aún existe, a pesar del fin del comunismo?
-Sabemos que los Estados Unidos, porque eso sale a la superficie y después es olvidado, han estado activamente comprometidos en programas de guerra sicológica, de conquistar corazones y mentes, no solo en campos de operaciones convencionales, como Irak y Afganistán, sino en otros países y continentes donde ellos necesitan ganar un consenso intelectual y cultural a favor de la actual política exterior norteamericana. Entonces, existe, sí. No hay dudas de que instituciones con las cuales la CIA trabajaba y trabaja, como la Fundación Ford, todavía son muy activas. Todavía usan los mismos programas de convencimiento y las mismas herramientas desarrolladas durante la Guerra Fría.
-¿La llave para descubrirlo es la investigación financiera?
-Es el lado financiero siempre. Normalmente es lo más frágil. Es posible investigar las finanzas de una revista hasta llegar a alguien. Si un editor no sabe de dónde el dinero viene, él debe preguntarse eso. Es ridículo, pero eso ocurría. Algunas revistas eran financiadas por la CIA, a través de mecanismos tan complejos que los propios editores no sabían. Usted está obligado a saber cómo es financiado.

La pupila insomne

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