domingo, 13 de agosto de 2017
A 150 años de la primera edición de El Capital
Una obra que trascendió a su época
Este año se cumplen 150 años de la primera edición del Libro 1 de El Capital, de Karl Marx. Un texto para leer y estudiar, de lectura compleja pero imprescindible para tener una visión diferente de la economía (política) y del modo de producción capitalista. Un siglo y medio después mantiene su vigencia y actualidad
La teoría económica de Marx -filósofo e historiador primero, economista después- fue tomando forma y se completó a través de 40 años -1843/1883- pero fue en septiembre de 1867, cuando entregó los originales a su editor del Libro 1 de “El Capital. Crítica de la economía política”, algo que le había adelantado en agosto a su amigo y compinche de aventuras e investigaciones, Friedrich Engels. Culminaba así una década de trabajo intenso -acosado por la pobreza, las enfermedades y la tragedia familiar y en medio de fuertes debates políticos- que alumbraría una obra monumental.
Ese primer volumen es el único corregido y editado por este autor, mientras que el segundo y el tercero fueron revisados y reorganizados por Engels en 1894 y 1895 respectivamente, y el cuarto, Teorías de la Plusvalía, por Karl Kautsky entre 1905/1910. La edición de este último ha sido muy cuestionada y acusada de tergiversar los escritos originales.
¿Ahora, cuál es la significación del Libro 1?
Importancia.
Marx, en su crítica de la economía política, refutaba los estudios del modo de producción capitalista de los economistas burgueses -Adam Smith y David Ricardo entre otros- por su superficialidad, porque partían de supuestos que eran los que en realidad debían investigar. Comienza por el estudio de las mercancías y encuentra una interrelación entre salario y ganancia Corre entonces el velo sobre la pregunta que inquietaba a los economistas clásicos, ¿cuál es el origen de la ganancia?
En el análisis de la mercancía descubre que es el trabajo humano el que crea valor, pero no cualquier trabajo, sino el asalariado, sin el cual no habría capital ni capitalismo alguno. Impugna así la idea de los clásicos de que la ganancia surgía de la renta por facilitar el uso de la tierra o del beneficio industrial por el riesgo del capitalista por invertir o del interés por el préstamo de dinero.
Por el contrario lo que Marx establece es que la ganancia (renta, beneficio, interés) emana de la explotación del trabajo asalariado y de la apropiación de un plusvalor que, generado por el trabajador, es apropiado por el capital a los fines de su acumulación. Dicho de otra manera se trata de la apropiación del excedente del valor necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo. La conclusión surge sola: el capital es producto de una relación social.
La centralidad del método.
Sin embargo no es solo el contenido (sus hallazgos) sino también el método (la estructura) lo que le ha otorgado tal trascendencia a la obra de Marx. No fueron pocos los economistas de la época que preguntaban, no sin ironía ¿…porqué haber comenzado por las mercancías? ¿Por qué no por las clases sociales? En la Introducción a la crítica de la economía política Marx responde: “Puede parecer un buen método comenzar por lo real y concreto… por la población, que es la base y el sujeto del acto social de la producción…pero este método es falso. La población es una abstracción si dejamos de lado las clases que la componen. A su vez, estas clases son una palabra vacía de sentido si ignoramos los elementos sobre las que están basadas: el trabajo asalariado, el capital, etcétera”.
Así el “método de la economía política” inicia en el Libro 1 buscando lo específico de la explotación capitalista, analizando la mercancía -proceso de producción y acumulación de capital- y en los Libros 2 y 3 se enfoca en la circulación y distribución del capital, finalmente en el tres aborda también la distribución de la plusvalía y las clases sociales.
Más allá de su época.
No han sido pocas las críticas que recibió El Capital. Desde que es un texto que estudia el funcionamiento del modo de producción capitalista en tiempos de la libre competencia y que por lo tanto ignora el rol de los monopolios o por el catastrofismo implícito en la tesis de la autodestrucción del capitalismo o por los supuestos de la depauperización sistemática de los trabajadores.
Cierto es que Marx nunca planteó que las leyes de la economía fueran rígidas y para siempre, por el contrario señaló el carácter tendencial de esas leyes. Cuando describe las tendencias a la centralización y concentración del capital señala que la competencia intercapitalista conduce a la formación de los monopolios. Pero también es cierto que el capital como objeto de estudio está en constante cambio, genera contratendencias que obligan a su permanente revisión y análisis.
Así cada época ha obligado a una mirada particular. En 1880 el debate se centraba sobre las tendencias a la autodestrucción del capitalismo producto de sus contradicciones internas. En la Gran Crisis de 1929 el centro fueron las crisis periódicas de sobreproducción. En la que inicia al principio de la década de 1970 es la caída de la tasa de ganancia y la reestructuración productiva y de servicios lo que concentra los debates. En la crisis que se desenvuelve desde el 2008 y aún continúa el centro es la tasa de interés y la hegemonía del capital financiero. Pero no del capital bancario, sino del que emana de los grandes conglomerados que dominan el mercado mundial.
Crítica práctica.
El agotamiento del keynesianismo y de las regulaciones estatales cedió lugar al auge de las ideas del libre comercio y de la apertura de los mercados, la persistencia del modelo neoliberal, que viviera su período dorado en la década de los ’90 y que aún continua impulsando reformas regresivas alrededor del mundo, a cambios en la composición y en el comportamiento de las clases. La emergencia de nuevos polos de poder mundial junto a la convergencia tecnológica de la inteligencia artificial, la robótica y la internet de las cosas y su impacto sobre la productividad y el trabajo, todo en el marco de la profundidad y continuidad de la crisis mundial que se desenvuelve desde el 2008, han vuelto a dar centralidad a los estudios de El Capital.
Pero El Capital no se define solo por una cuestión de método y de contenido sino también porque en su desarrollo la crítica de la economía política se convierte en crítica práctica de las relaciones sociales capitalistas. Mientras persistan las desigualdades y las injusticias propias del modo de producción capitalista, que ha sufrido y seguirá sufriendo muchos cambios pero continua siendo el mismo que estudiara Marx, habrá luchas y resistencias. Es este conjunto la fuente de su vigencia y actualidad.
Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).
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