Las cacerolas se hicieron escuchar bajo gritos de “Fuera Bolsonaro”, “Bolsonaro genocida” y “Vacuna ya”, en las ciudades más importantes del país, como San Pablo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Porto Alegre, Curitiba, Florianópolis, Salvador, Recife, Fortaleza, Maceió y Sao Luiz, entre otras (Infobae, 16/1). Los cacerolazos los había protagonizado apenas la oposición izquierdista en marzo, cuando el presidente ponía en duda la existencia de una pandemia. Los de este viernes fueron masivos (Télam, 16/1).
El retraso de la llegada de la vacuna de India, el colapso en Amazonas, el negacionismo de Bolsonaro, la economía en bancarrota, un militar designado como ministro que no entiende nada de salud pública y el agravamiento de la crisis del sistema sanitario (desmantelamiento de hospitales públicos y de campaña, retiro de recursos sanitarios, falta de previsión, centralización de los recursos públicos y privados, etc), desató la jornada de cacerolazos y movilizaciones en el país. En 2020, se entregó al Sistema Único de Salud una asignación equivalente a R $ 185 mil millones, y en el presupuesto de 2021, el SUS ahora tiene solo R $ 123 mil millones (brasil247, 16/1). El gobierno viene sosteniendo que la pandemia está “cerca de terminar”.
Crisis política
La gestión capitalista de la crisis sanitaria está generando una enorme crisis de poder en Brasil. Cinco partidos de la oposición presentaron un pedido de juicio político contra Bolsonaro por considerar que cometió una serie de delitos de gestión que derivó en un “caos humanitario” (Manaos), por la falta de oxígeno para sus pacientes en los hospitales. Este caos está extendiéndose hacia todo el país y las principales ciudades.
La izquierda tuvo mucha presencia por redes en la convocatoria, pero incluso algunos sectores de derecha se sumaron al cacerolazo, tratando de sacar rédito del rechazo popular a Bolsonaro. Es el caso del gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, y del popular presentador de televisión Luciano Huck, considerados como posibles rivales de Bolsonaro en las elecciones presidenciales. También convocaron los movimientos “Vem pra rua” (Ven a la calle) y MBL (Movimiento Brasil Libre), agitadores de las movilizaciones contra Dilma Rousseff en 2013.
Los pedidos de renuncia en el cacerolazo estuvieron precedidos por una declaración del presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, que redujo el ímpetu de la oposición que busca un juicio político. Debido a su cargo, Maia tiene la llave para habilitar el proceso de impeachment y señaló que el proceso de destitución es algo “para discutir en el futuro” (Télam, 16/1). Aunque Bolsonaro cuenta con un acuerdo político con el corrupto “Centrao” -ese enjambre de diputados ´centristas´, provenientes de diversos partidos, que actúa como fiel en la cámara y anudan acuerdos con el mejor postor-, este tipo de manifestaciones del descontento popular pueden poner al conjunto de estos acuerdos espurios y al régimen todo bajo una presión insostenible.
En las últimas 24 horas hubo en Brasil 68.138 nuevos contagios y 1.131 víctimas del Covid-19, lo que elevó el total a 208.291 el número de decesos. Los registros oficiales indican una escalada de 51% más de infecciones y 37% de fallecimientos respecto al promedio de hace dos semanas atrás. El total de infectados desde el inicio de la pandemia superó largamente los 8 millones de personas.
Para un país de 210 millones de habitantes, hay sólo 6 millones de vacunas confirmadas y todavía no hay fecha cierta para comenzar la vacunación.
Emiliano Monge
16/01/2021
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