miércoles, 14 de agosto de 2019
Las medidas de Macri: la estafa de un gobierno desesperado
Solo la movilización de los trabajadores puede dar una salida a la crisis.
Tras avalar el brutal golpe de mercado y utilizarlo como una extorsión en miras a octubre, Macri salió hoy a pedir disculpas y anunciar “medidas económicas” menores que no ofrecen ninguna solución a los trabajadores golpeados por la devaluación, y constituyen un intento desesperado de pilotear la crisis en curso.
Ante una devaluación que ya implicó un golpe de más del 20% del salario (y continúa), el Ejecutivo anuncia “beneficios” en los aportes personales con un tope de hasta $2.000 en septiembre y octubre, solo para los trabajadores que se encuentran en relación de dependencia, y que saldrán de los fondos del Estado y no de las patronales.
Para los monotributistas, la migaja sería un descuento de 1.000 pesos promedio (8 kilos de pan al precio previsto) para el mes que viene, limitada a aquellos que paguen “en tiempo y forma”. Habrá mil extra en septiembre y mil en octubre en la Asignación Universal por Hijo. En cuanto a la suba del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias, implicaría entre 4 mil y 7 mil pesos de reintegro de lo ya descontado. En lugar de un aumento salarial de emergencia, el gobierno anuncia un bono para estatales nacionales de 5 mil pesos por única vez –el mismo monto utilizado tras la crisis de diciembre para dar un pretexto a la pasividad de la CGT, cuando la inflación de allí a la fecha supera el 30%. Las medidas jugarán solo por dos meses, mientras la inflación sigue subiendo.
Carolina Stanley buscó embellecer el hecho de que no se destina nada de nada a los jubilados, recordando que en septiembre les llega la modificación según el cálculo de la reforma antijubilatoria de 2017 (que se cobrará en octubre). Se trata de un 12%, con lo que la mínima quedará en menos de 13 mil pesos (menos de la mitad de la canasta de pobreza, en 31 mil pesos).
Un bono equivalente al de los estatales se destinará a las fuerzas represivas.
Se anuncian a su turno moratorias para empresas, sin ningún compromiso por parte de estas de que cesarán los despidos y maniobras de reducción en personal que se multiplican todos los días.
La congelación del precio de la nafta por 90 días constituye una hipoteca que explotará apenas terminado el plazo, ya que no se afecta el curso de dolarización de las tarifas acordado con los pulpos petroleros, mientras la divisa sigue subiendo. Según las declaraciones de Rogelio Frigerio solo YPF congelaría sus precios, “apostando” a que el resto de las compañías lo siga. Solo en lo que va del año, la nafta tuvo un aumento del 17%, que llevó a una caída garrafal de su consumo e impactó en toda la cadena de precios.
El paquete sería financiado a costa del abandono de proyectos de obra pública, echando más leña al fuego de la recesión.
El gobierno hizo referencia a un aumento del Salario Mínimo, Vital y Móvil (ahora en $12.500), cuyo monto no se especifica y sería el tema de un Consejo del Salario con los popes de la CGT, convocado para hoy. El incremento, según lo que se ventilaba previo a las elecciones, lo llevaría a no más de 17 mil pesos (manteniéndose entre los más bajos de la región).
La burocracia sindical, por lo pronto, ya declaró que rechaza la convocatoria a un paro, sin importar el tamaño de la devastación sobre el salario. Sigue en ello la orientación del PJ-kirchnerismo, que multiplica esfuerzos en estas horas para tirar al bombo la disposición de crecientes sectores de la población a salir a la calle. Finalmente, la devaluación en curso coincide con el programa declarado de Alberto Fernández.
La inutilidad de las medidas anunciadas para los trabajadores refuerza la necesidad de que intervengamos en la crisis, reclamando con un paro nacional activo de 36 horas y un plan de lucha la suba del salario mínimo a 30 mil pesos, el aumento de las jubilaciones hasta la canasta básica de la tercera edad (en $30.500 la semana pasada), la prohibición inmediata de despidos y suspensiones y el blindaje de los salarios, con la recuperación de lo perdido y el establecimiento de un aumento mensual acorde a la inflación.
Salgamos a la calle por este programa de emergencia, como puntapié de un proceso de movilización para que la crisis la paguen los capitalistas.
Tomás Eps
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