jueves, 28 de septiembre de 2017
Topolansky, primera vicepresidenta mujer y el debate feminista
Por primera vez una mujer en ese cargo. ¿Día histórico? ¿Se propondrá frenar la discriminación y la violencia de género? Y lo más importante, ¿querrá hacerlo?
A partir del escándalo y la renuncia de Sendic - que abrió una crisis política al interior de la coalición de gobierno - fue la senadora del MPP Lucía Topolansky quien terminó asumiendo la vicepresidencia de la República.
Las primeras reacciones en el movimiento de mujeres fueron de cautela pero también pudimos ver alimentarse ilusiones y expectativas en que "La Tronca" pueda enfrentar el machismo y defender los derechos de las mujeres.
Sin embargo, nos preguntamos ¿es que todas las mujeres, por el solo hecho de serlo, están dispuestas a luchar contra la discriminación, la violencia y el maltrato?
¿Acaso nos alegramos cuando Hillary Clinton, que ha obtenido millones de votos de mujeres y hombres es hoy la principal referente del movimiento de mujeres en los Estados Unidos?
Son varios los ejemplos que muestran que una mujer en un cargo político importante no constituye – per se - un avance en nuestras conquistas. Sus puestos de poder no son utilizados para frenar la misoginia, el maltrato y la discriminación ni para conceder derechos básicos.
La ex presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, por ejemplo, obtuvo en 2011 el 54 % de los votos - incluyendo por supuesto el de muchísimas mujeres. Sin embargo, esta situación donde se rompe el llamado "techo de cristal" no implicó que esta mujer mantuviera el enorme poder que tiene la Iglesia Católica. En sus años de mandato mantuvo al aborto en la ilegalidad siendo que las estadísticas cifran en 400 las muertes de mujeres por abortos clandestinos entre las mujeres más pobres.
Quién es La Tronca
El capitalismo y el patriarcado se dan de la mano y salen a jugar. ¿Tendrá Lucía la intención de romper con la larga cadena de opresiones y explotaciones cotidianas? De hecho, si hubiera tenido esta intención, hubiera roto hace tiempo con su fuerza política.
Más allá de que en el mandato del ex presidente Mujica se pudieran concretar varias de las peleas históricas de las mujeres y la diversidad sexual como el aborto – aunque regulado por el estado-, el matrimonio igualitario o la ley de identidad de género, debemos decir claramente que estas son conquistas muy importantes – y que otorgan a Uruguay entre los primeros países en reconocer esos derechos – también decimos que son insuficientes si lo que cuestionamos profundamente es la cultura machista y el sistema patriarcal en el que se basa.
Siendo senadora, no vimos que Topolansky se explayara contra los feminicidios ni que hiciera de la lucha contra la violencia de género su bandera. Lucía nunca fue devota de nuestras causas sino que junto al Pepe creyó más de una vez que nos quejábamos “de llenas”.
Una mujer que defendió la ley de Participación Pública Privada que Mujica siendo presidente impulsó y aplicó para cárceles y que hace poco se quiso implementar en el Hospital de Clínicas. Una mujer que fue parte del gobierno que decretó la esencialidad en la educación, la salud y en ANCAP.
Una mujer que pertenece a una fuerza política que hoy no quiere investigar el espionaje en democracia. Una mujer que integra el sector político que permite que UPM digite la economía uruguaya a gusto y piacere, que integra un gobierno que persigue y criminaliza la protesta social, que permite que las trabajadoras y trabajadores terminen dejando la vida en las fábricas por los ritmos de explotación, que sostiene el miserable salario mínimo.
Una mujer que decidió no votar por un aumento para el presupuesto de la educación en la última Rendición de Cuentas. Una mujer que directamente promueve la impunidad y protege a los militares violadores de los derechos humanos - siendo que tanto ella como Mujica acuñaron la frase de que "no queremos viejitos en las cárceles" y que "ya están juzgados por la sociedad".
De guerrillera a vicepresidente
El Uruguay tiene ejemplos como este de hombres y mujeres que en los años 60 – y como parte del proceso de radicalización de amplios sectores de trabajadores y estudiantes - tomaron la lucha armada como forma de enfrentar la violencia y tiranía del capitalismo. Más allá de optar por una estrategia que para nosotras resultó equivocada, tenía el mérito de enfrentar al poder burgués y proyectar otro tipo de sociedad superando al capitalismo.
Hoy lamentablemente, algunas de esas personas que valientemente tomaron un arma, que lo arriesgaron todo, que sufrieron años de cárceles, torturas y maltratos, hoy son parte del staff político que dirige el estado burgués realizando una “buena gestión” y favoreciendo a quienes, 40 años atrás combatieron con las armas.
Personajes como Huidobro, Mujica, Bonomi o Topolansky fueron y son agentes políticos que, recubiertos de una fraseología de izquierda, intentan fijar en la subjetividad de las masas – y en especial de la juventud – la interpretación de que fue equivocado lo hecho en los 60. Y que actualmente la “revolución” pasa por hacer algunas reformas dentro del sistema y tratar de humanizar al capitalismo.
Hoy gestionan confiablemente (para la burguesía y el imperialismo) la política impositiva y tributaria, las exoneraciones a las transnacionales, el pago de la deuda externa y un proyecto de país que sigue basado en la dependencia, la sumisión y la explotación capitalista y patriarcal.
Nos preguntamos por qué habríamos de tener ilusiones en la Senadora Topolansky que nunca se quejó de todo esto, es más siempre votó en el Parlamento sin chistar.
¿Contentas porque hay una mujer en el poder?
La lucha feminista no puede quedar entrampada en el apoyo a una mujer del gobierno solamente porque es mujer. Nada nos dice que esa mujer pelee por nuestros derechos, frene la desigualdad en los salarios, el acoso laboral, el maltrato y la discriminación, la violencia en todas sus formas.
Nuestros enemigos son el patriarcado y el capitalismo, que se han unido en "santo matrimonio" para oprimir a más de la mitad de la población mundial. Y nuestro objetivo es acabar con esta sociedad explotadora que no duda en quebrar los huesos de las mujeres que dejan su vida y su juventud en las fábricas como lo vimos en FRIPUR o en YASAKI.
Desde el movimiento de mujeres no nos alegramos cuando una mujer obtiene cargos de poder si es que no lo utiliza para desarrollar una lucha verdaderamente revolucionaria que implica poner en movimiento a las mujeres trabajadoras, a las amas de casa, a las estudiantes y las intelectuales.
Desde el feminismo obrero y revolucionario creemos que el movimiento de mujeres tiene que mantener su independencia política de cualquier expresión política funcional al capitalismo y al patriarcado, sea esta en su versión femenina o masculina o de cualquier identidad sexual.
Porque tal como dice nuestra compañera Andrea D’atri, fundadora de nuestra Agrupación Internacional Pan y Rosas, “el género nos une, la clase nos separa”.
Más allá de las diferencias ideológicas que tenemos, también podemos citar a la reconocida intelectual feminista Silvia Federici - que hace poco visitó nuestro país - quien en una disertación en España declaró que "la violencia es una constante en la vida de la mujer bajo el capitalismo" identificando claramente la opresión de las mujeres bajo el patriarcado y el capitalismo.
Pan y Rosas Uruguay
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