miércoles, 20 de septiembre de 2017
Acuerdo de Camp David: Letra muerta para la autodeterminación Palestina
El 17 de septiembre de 1978 en Camp David (EEUU) se firman dos acuerdos entre Egipto, el Estado de Israel; y EEUU supervisando y mediando entre las partes. Uno sobre la paz entre Egipto e Israel; otro sobre la autonomía palestina.
Luego de 12 días de negociaciones entre las delegaciones egipcias e israelíes, con la intermediación y supervisión de Jimmy Carter, en aquel entonces presidente demócrata de los Estados Unidos, el presidente egipcio Muhamad Anwar al Sadat y el primer ministro del Estado de Israel, Menahem Begin, se firman dos acuerdos, claro que uno de ellos era sobre la parte no invitada a esas negociaciones: los palestinos.
Egipto era el país con más preeminencia sobre los demás países árabes de la región que mantenía una larga disputa con Israel luego de que en la Guerra de los 6 días, en 1967, éste se apoderó de la Península del Sinaí (territorio egipcio), los Altos del Golán (Siria), además de apropiarse de Jerusalén Oriental, la Franja de Gaza y Cisjordania. Seis años después se enfrenta en la guerra de Yon Kipur (1973), donde una coalición con Siria obliga por primera vez a una defensa desesperada de las tropas israelíes, que finalmente hacen retroceder a las tropas árabes, pero a costa de muchísimas bajas.
Todos estos enfrentamientos con el Estado sionista llevaron a Egipto a volcar gran parte de sus recursos económicos a su maquinaria militar, por lo cual estaba necesitado de una inyección de dólares para su economía interna, cuestión que podía provenir de EEUU, el promotor y aliado estratégico de Israel en la región.
Esta necesidad económica y a la vez haber sido el líder de aquella coalición convirtieron a Egipto en un interlocutor válido tanto para el Estado de Israel como para el gobierno de Carter. Al Sadat, sucesor del general nacionalista Gamal Abdel Nasser, comprende muy bien esa situación y un año antes de Camp David, viaja a Israel para hablar en la knesset (parlamento israelí) sobre la posibilidad de arribar a un acuerdo.
Claro que esto tenía un precio que Al Sadat estuvo muy dispuesto a pagar. Con la firma de esos acuerdos Egipto se convierte en el primer Estado árabe en reconocer al Estado de Israel. Algo que para las masas árabes y en particular para los palestinos, constituyó una traición para la causa de su liberación.
Los acuerdos de Camp David (o vendiendo humo)
El método establecido para las conversaciones sobre la posibilidad de arribar a un acuerdo, era que las dos delegaciones, israelíes y egipcios, no se cruzaran. Obviamente eran los representantes del gobierno norteamericano quienes llevaban y traían noticias, consideraciones, asentimientos y negativas de ambos países. Este inusual método permitía que Jimmy Carter y Cyrus Vance, su secretario de Estado (un defensor de la guerra de Vietnam), pudieran maniobrar a la delegación egipcia y adelantarle a los israelíes cuestiones confiadas por aquellos al presidente de los EEUU, lo que claramente hacía correr con ventaja a la delegación sionista de Camp David.
Unos días antes de la firma del acuerdo, las negociaciones estuvieron a punto de romperse por la negativa del Israel a retirar sus bases militares de la península del Sinaí además de las colonias judías construidas en la Franja de Gaza. Pero en ese momento el gobierno de Estados Unidos hizo pesar su rol hegemónico en occidente y “convenció” mediante amenazas a Egipto de continuar las negociaciones, pese a eso y a que ya había dado el sí al reconocimiento del Estado de Israel. La amenaza era simple: Estados Unidos rompería relaciones con Egipto, esto en momentos que como dijimos, Al Sadat necesitaba dólares para reactivar su economía.
Los acuerdos fueron divididos en dos partes. Uno trataría específicamente sobre la relación entre Egipto e Israel. Aquí se acordó que la península del Sinaí sería devuelta a sus legítimos dueños, los egipcios. La contraprestación fue además del reconocimiento del Estado sionista, que éste gozaría de las reservas petrolíferas de la región y EEUU se comprometía a financiar dos nuevas bases aéreas en el desierto del Negev. Además Egipto debería establecer una zona franca en el canal de Suez, o sea libre tránsito para Israel.
También dejaba establecido que los principios allí expuestos deberían aplicarse a la firma de similares tratados con los vecinos de Israel: Jordania, Siria y Líbano. Esto sin que allí hubiera un solo representante de esos países.
Sobre la Ribera Occidental (Cisjordania) y Gaza
Aquí todo fue tan difuso (y que luego se comprobó engañoso) que la frase “vende humo” no es arbitraria. Primero establecía disposiciones transitorias para Cisjordania y Gaza por un período que no debía exceder los 5 años “a fin de dar plena autonomía a sus habitantes” Si tenemos en cuenta que después de 39 años de firmado este acuerdo Gaza constituye hoy una cárcel a cielo abierto (ya que está vigilada por la armada y la aviación israelí, además del bloqueo criminal) y que ningún palestino goza al día de hoy de “plena autonomía”, esa letra constituyó una burla descarada.
“El gobierno militar israelí y su administración civil será retirada tan pronto como una autoridad de autogobierno haya sido libremente elegida por los habitantes de estas zonas para reemplazar el actual gobierno militar” (Los acuerdos de Camp David. El marco para la paz Oriente Medio. La Ribera Occidental y Gaza)
Recién en 1996 se celebraron las primeras elecciones en Cisjordania y Gaza, ¡dieciocho años después! y tres años más tarde de la firma de los acuerdos de Oslo, entre el Estado judío, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el secretario de Estado de EEUU y el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia. Esto ya con Bill Clinton al frente del imperialismo norteamericano. Estos acuerdos de Oslo se firmaron en vistas del fracaso de los de Camp David y como respuesta a la primera intifada, la rebelión palestina, que estalló en 1987 y continuó hasta 1993.
A 39 años de esos acuerdos de Camp David, como decíamos, el pueblo palestino sigue sufriendo oprobios, vejámenes y asesinatos a manos del ejército sionista, las cárceles del Estado de Israel, quien comete terrorismo de Estado cotidianamente, están llenas de palestinos que hace poco tuvieron que realizar una huelga de hambre para que se atendieran sus reclamos de condiciones dignas dentro de las prisiones y un juicio justo. Entre esos palestinos hay cientos de niños menores de 15 años. En Israel la Policía o el ejército pude detener a un palestino porque sí, sin que haya hecho nada, por el solo hecho de que a ellos les resulta sospechoso. Todo esto ante los ojos de la ONU, con sus cientos de resoluciones que terminan siendo papel mojado, de todos los gobiernos imperialistas europeos y por supuesto del garante de la existencia de ese Estado asesino: (más allá de que hay etapas donde la política de Israel puede resultar disfuncional a sus intereses concretos –como sucediera con Netanyahu en el último período del gobierno de Obama-) los Estados Unidos de Norteamérica.
Mirta Pacheco
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