viernes, 28 de julio de 2017
Ser pobre no es delito
Tanto el caso de Nicolás Fernández en Uruguay como la infame operación periodística de Lanata en la Argentina, nos interpelan sobre los nuevos alcances ideológicos y represivos de la criminalización de la pobreza y la juventud.
Millones y millones de pesos invertidos en reforzar el aparato represivo, plata del Estado que no va destinada a asegurar el 6 % para la educación pública pero si para el garrote disciplinador, por ejemplo con la implementación de la red de espionaje policial extendida y equipada del Guardian para hacer vigilancia y control ilegal sobre el pueblo uruguayo.
Sin embargo el caso de Nicolás Fernández, joven trabajador de 19 años, no es el fruto de la astucia policial en el marco de un manejo maquiavélico de sus nuevos juguetes de represión y espionaje. Es expresión de la más descarnada imbecilidad y fuerza bruta en un acto de venganza de los aparatos represivos junto a una visión estigmatizante de la juventud pobre, la que siempre está bajo sospecha y sobre la que se descargan razias y gatillo fácil.
Al ver en un estado de facebook del joven trabajador del puerto “las irrefutables pruebas de la confesión del asesinato del policía”, lo detuvo y lo sometió a un interrogatorio obligándolo a confesar un crimen que no había cometido.
Inmediatamente la horda mediática de derecha, de corte punitivista, quiso ver también en Nicolás Fernández a un sospechoso del asesinato del policía; e inauditamente aún luego de liberado y comprobado por cámaras del puerto que había estado trabajando a la hora del crimen, esta televisión uruguaya chatarra continuó titulando en sus informativos: "el sospechoso".
Todo nuestro apoyo y solidaridad desde la redacción de La Izquierda Diario Uruguay a Nicolás Fernández, en su denuncia contra la tortura y el maltrato policial, y todo nuestro repudio a los medios de la burguesía y sus "sutilezas" escandalosas, operadores ideológicos de la criminalización de la pobreza y la juventud.
Al otro lado de la orilla, la misma expresión del macartismo contra la juventud pobre, era llevada a cabo por uno de sus más despreciables personajes "periodísticos"; Jorge Lanata, conocido lobo macrista, mostró todas sus miserias morales, éticas y humanas en el caso de "el polaquito".
No nos queremos detener demasiado en un análisis de la operación llevada adelante por Lanata, sujeto despreciable si los hay, sino señalar la coincidencia para nada casual de ambos acontecimientos, que expresan una vez más un discurso conservador de criminalización de la juventud pobre, en el marco de una subjetividad reaccionaria en las masas, incluso de sectores de la propia base social del Frente Amplio que pide sin disimulo más mano dura y soluciones represivas a un gobierno del FA cada vez más proclive a otorgarlas.
Sin lugar a dudas el Frente Amplio ha pasado de ser el partido de la contención que le garantizó al gobierno de Batlle la gobernalidad y una transición ordenada en la democracia burguesa, en el marco de la crisis económica y social más devastadora del Uruguay, a tener rasgos cada vez más notorios y visibles de partido del orden (decreto de esencialidad,represión en el Codicen, decreto antipiquetes), poniéndose en sintonía y al día con el giro hacia la derecha en la superestructura política en América Latina.
Matías Matonte
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