sábado, 22 de julio de 2017

Los puntos de la reforma laboral en Brasil




Jornadas de hasta 12 horas, tercerización, trabajo precario, abaratamiento de despidos y liquidación de la negociación colectiva

La reforma laboral, auspiciada por el golpista Michel Temer y que acaba de aprobar el Parlamento brasileño significa un retroceso de características históricas para la clase obrera del país vecino.
Consagra un régimen de superflexibilización, dando “valor legal a los acuerdos negociados por sector o empresas aunque no se ajusten a la normativa vigente” (Página/12, 11/7). En base a esto, se habilitarían jornadas laborales de hasta 12 horas, la reducción del intervalo entre las jornadas y que las vacaciones anuales sean divididas hasta en tres veces. El asunto llega al punto de revocar los 15 minutos de descanso antes de las horas extra para las mujeres y de habilitar la negociación de los horarios de almuerzo (!).
También se prevé una ampliación de la tercerización; se introduce la "jornada intermitente", con el pago de salarios sobre una base horaria o por jornada, y no mensual; se elimina el pago de las horas de desplazamiento.
La liquidación de la capacidad de negociación colectiva está en el centro de la reforma. Se habilitan acuerdos por sector, se retira la obligación de negociar con sindicatos despidos colectivos y se crea una comisión de representantes de los empleados para negociar directamente con la empresa. También vuelve más costoso y dificultoso el acceso a la Justicia del Trabajo y limita los valores para indemnizaciones.
La reforma fue impulsada por Temer y por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, de acuerdo al libreto escrito por la Confederación Nacional de la Industria (CNI), la Confederación Nacional de Agricultura (CNA) y la Federación Brasileña de Bancos (Febraban). Con Temer en la picota, en medio de la discusión en Diputados sobre su posible suspensión para ser sometido a una investigación por corrupción y niveles de rechazo popular inéditos, sus posibles sucesores -empezando por el jefe de la Cámara de Diputados, el conservador Rodrigo Maia- declararon su compromiso a fuego con la reforma. El ataque a las condiciones laborales -junto a la reforma previsional en trámites y al congelamiento del gasto público por veinte años, votado el año pasado- es una prioridad para la burguesía brasileña.

La burocracia, entregada

El PT protagonizó una puesta en escena durante la votación en la Cámara Alta, siendo que ha permitido el avance del ajuste del gobierno golpista. Mientras la reforma laboral se discute desde noviembre, la CUT -central sindical vinculada con el partido de Lula-, se limitó a convocar a paros aislados sin ninguna perspectiva. Su horizonte está puesto en 2018. Por su parte, la otra central mayoritaria, la amarilla Fuerza Sindical, directamente se bajó del último paro general y agachó la cabeza frente a la reforma, a cambio de algunas prebendas.
La lucha contra el gobierno ajustador y sus avanzadas le plantea a la clase obrera brasilera una acción independiente, sacándose el lastre de la burocracia sindical.

Alerta, trabajadores argentinos

Ambito Financiero tituló: “La reforma laboral de Brasil acelera el cambio de rumbo en la Argentina”, en un artículo donde anuncia que Macri prepara “una reforma de cuño flexibilizador, con foco en las cargas sociales, el empleo joven y en convenios colectivos que la Casa Rosada y el Ministerio de Hacienda consideran disfuncionales al cambio de régimen económico que se busca” (14/7) para después de octubre.
Los capitalistas locales ya han aseverado que la reforma en Brasil atiza la necesidad de una similar en Argentina. De esta manera, "el Mercosur se convierte así en un instrumento para la flexibilidad laboral de los trabajadores de ambos países” (Prensa Obrera, 13/7).
Las reformas a la baja de los convenios colectivos de petroleros, lecheros y marinos mercantes, la instauración del presentismo entre los estatales, los acuerdos de flexibilidad con el Smata, la reforma ultraregresiva de las ART y la guerra declarada del gobierno de Macri contra la “industria del juicio” son anticipos en esta dirección.
La clase obrera argentina debe tomar nota de esta reforma negrera para preparar los combates por venir.

Tomas Eps

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