miércoles, 19 de enero de 2022

No es una endemia, es una pandemia


Enfrentemos la política sanitaria de abandono de los gobiernos. 

 Mientras Argentina no para de batir récords en la tercera ola de coronavirus, en el mundo entero se observa una explosión de casos. La variante Ómicron llegó para demostrar que todavía estamos lejos del fin de la pandemia, como dejó en claro la Organización Mundial de la Salud en sus últimos comunicados, donde advirtió la peligrosidad de que empezar a considerar al Covid una gripe estacional. Ignorando todo tipo de advertencia, son varios los países que están virando la estrategia sanitaria y contemplando al virus como una endemia, impulsados por la idea de dejar atrás el abordaje de “emergencia” y concentrar sus fuerzas en recuperar sus economías luego de dos años de coronavirus.
 Así es como en Europa los gobiernos están planteando “aprender a convivir con el virus”, que en otras palabras significa dar lastre a los contagios evitando que los Estados se responsabilicen de los mínimos cuidados. El primer ministro español, Pedro Sanchéz, declaró que empezarán a abordar al Covid con el modo en que se manejan los brotes de gripe estacional. En Gran Bretaña, las autoridades no dispusieron nuevas medidas, protocolos o refuerzos de testeos o personal de salud, incluso aunque la semana pasada casi alcanzan los 200.000 casos. Por su parte, aunque Francia haya superado los 300.000 diarios, Macrón se mantiene firme manteniendo restricciones mínimas y limitándose a alentar la vacunación -sin mucho éxito, como demuestran las 5 millones de personas no vacunadas. La idea de un virus endémico también ronda Alemania e Italia, aunque esta última todavía se encuentra en una etapa “delicada”, con los contagios generando presión sobre las unidades de terapia. 
 La mayoría se escuda detrás de los altos niveles de vacunación y la idea de que Ómicron sería más leve, aunque es difícil de comparar con las cepas previas por las altas tasas de inmunización y el mayor conocimiento de las formas de transmisión y de cuidado. Sea como sea, lo cierto es que es el punto de partida para ahorrarse los gastos en materia de salud, como el adaptar hospitales y centros de salud y aumentar los testeos. 
 Las medidas implementadas -más acordes a momentos de relajación de la pandemia que a los de exacerbación- hacen recordar a las adoptadas por el Ministerio de Salud de la Nación, donde también incluyeron la modificación de los aislamientos por unos más cortos y la eliminación de la cuarentena para los contactos estrechos. La modificación de los protocolos tiene un trasfondo claro: la presión de las patronales por evitar un parate de la actividad económica, en este caso debido a los contagios generalizados que llevaron a una paralización de hecho en los lugares de trabajo. Para la UIA, un 20% de sus trabajadores se encuentra aislado, mientras que según La Política Online, de acuerdo a los contagios oficiales, un 1% de la población activa debería aislarse diariamente. De allí surge también la idea de la UIA de incluir centros de testeos en las fábricas para “acelerar” los resultados -todos los lugares de testeo están colapsados- y disminuir los tiempos de aislamiento, de manera que pasen a tener un rol central en el control epidemiológico de la pandemia, si ya no lo tenían. 
 La idea de dejar que el virus contagie sin ningún tipo de control abre un nuevo debate sobre la “inmunidad de rebaño”, puesto que los contagiados podrían volver a reinfectarse a las pocas semanas según su sistema inmune, la vacunación o la cepa. Además, comenzar a considerarlo como una endemia es sumamente peligroso, en tanto expone a los sectores de trabajadores más vulnerables ya sea por edad o factores de riesgo. Son ellos quienes ocupan en mayor porcentaje las unidades de terapia intensiva, por fuera de los no vacunados. Al mismo tiempo, si bien las distintas líneas de investigación sobre el coronavirus han avanzado ampliamente, aun hay todo un espectro de secuelas y consecuencias a corto y largo plazo luego de la enfermedad que no conocemos. Como señaló la OMS, “sigue siendo mucho lo que ignoramos de esta enfermedad”. 
 El problema central es que la vacunación sigue siendo desigual en el mundo, con regiones como África subsahariana con apenas el 11% de su población inmunizada con el esquema completo. Esto, sin embargo, no impulsa a los Estados a establecer una coordinación internacional que permita subsanar el problema, sino que continúan negándose a la liberación de patentes y a tomar medidas que permitan avanzar en el acceso a toda la población. Frente a esa situación, es imposible considerar al Covid-19 como una enfermedad endémica, ya que el crecimiento de contagios que se da en una región termina por afectar al resto de los continentes y prepara el terreno para nuevas variantes.
 Es evidente que los trabajadores tienen que lanzarse a discutir fuertemente cuales son las medidas de cuidado que deben tomarse, sobre todo en los lugares de trabajo donde los contagios abundan, y qué condiciones corresponden a una pandemia, sin aceptar medidas devaluadas por parte de los gobiernos capitalistas que de nada sirve para proteger la salud de la población. De allí parte el programa de 10 medidas fundamentales para exigir a los gobiernos y a las patronales. 

 Lucía Cope

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