lunes, 14 de septiembre de 2020
Sesenta años de una Declaración de principios
Con esa demostración de rebeldía, la Revolución naciente replicó la Declaración de San José, acordada en Costa Rica por Estados Unidos y sus gobiernos acólitos de la región, durante la Séptima Reunión de Consulta de Cancilleres de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
La Primera Declaración de La Habana, aprobada en acto multitudinario en esta capital hace 60 años, ratificó al mundo la voluntad de independencia y soberanía de Cuba frente a la agresividad de Washington.
Con esa demostración de rebeldía, la Revolución naciente replicó la Declaración de San José, acordada en Costa Rica por Estados Unidos y sus gobiernos acólitos de la región, durante la Séptima Reunión de Consulta de Cancilleres de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Ese documento, promovido por el Secretario de Estado norteamericano Christian Archibald Herter, abría las puertas a sanciones contra Cuba, ya amenazada por Washington, por su acercamiento con la Unión Soviética y otros países socialistas como China, dispuestos a brindar ayuda solidaria a la isla.
El texto cubano, leído por el líder de la Revolución, Fidel Castro, ante un millón de compatriotas que ofrecieron su respaldo, denunció la naturaleza rapaz de Estados Unidos y condenó la política hostil de la potencia norteña contra Cuba y su historia de intervenciones en América Latina.
‘Frente al hipócrita panamericanismo que es sólo predominio de los monopolios yanquis sobre los intereses de los pueblos americanos y manejo yanqui de gobiernos prosternados ante Washington, la Asamblea del Pueblo de Cuba proclama el latinoamericanismo liberador que late en José Martí y en Benito Juárez’, plasmó el documento.
El 2 de septiembre de 1960, en respuesta a las maniobras de la OEA en la reunión de San José, Costa Rica, para aislar a Cuba, la Primera Declaración de La Habana encarnó la firmeza de la Revolución y su latinoamericanismo, propio de la historia nacional.
Ratificó, asimismo, la política de amistad con todos los pueblos del mundo, incluidos los países socialistas, y anunció el establecimiento de relaciones diplomáticas con China.
Expresó que la democracia no puede circunscribirse únicamente al ejercicio electoral manejado casi siempre por latifundistas y políticos profesionales, y la definió como el derecho de los ciudadanos a decidir sus propios destinos.
En la lucha por esa América Latina liberada, frente a las voces obedientes de quienes usurpan su representación oficial, surge ahora, con potencia invencible, la voz genuina de los pueblos, apuntó la Declaración que expresó la fe en el futuro de América Latina liberada de ataduras al imperialismo norteamericano.
Bohemia.
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