viernes, 17 de abril de 2020

Cuando los bolcheviques derrotaron al tifus




Hospital para el aislamiento de pacientes. 1920

La construcción de hospitales y la educación sanitaria lograron evitar miles de muertes por el tifus y controlar esta epidemia. Para ello centralizaron sus recursos en función de las necesidades de las grandes mayorías.

El Tifus es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Rickettsia Prawazekii y es trasmitida por los piojos de la ropa (Pediculo Humanas Corporis). Actualmente es endémica en países de África, Asia y Sudamérica, y está relacionada a las condiciones de un deficiente saneamiento básico. Esta enfermedad es tratada con medidas higiénicas y con un antibiótico que se llama Doxiciclina, que fue patentado en 1957 y permitió disminuir drásticamente la mortalidad por esta enfermedad. Pero antes del descubrimiento de este medicamento la humanidad sufrió miles de muertes con grandes epidemias por esta enfermedad, las últimas de las cuales se dieron en el frente oriental de la I Guerra Mundial.
Desatada la carnicería humana de la Gran Guerra, desde Serbia hasta Rusia, el Tifus dejaba a los soldados fuera de combate, ya sea porque se enfermaban o porque se morían en las trincheras. Con la revolución Bolchevique y la toma del poder por los soviéticos comenzaron las negociaciones de paz para firmarla en Brest-Litovsk en marzo de 1918. Para el joven gobierno revolucionario fue necesario ponerle fin a la guerra imperialista y así poder avanzar en las políticas socialistas y combatir el hambre, el atraso material y las enfermedades.
En este período la Unión Soviética fue aislada de otros países y hacia dentro, el hambre, la guerra civil y la epidemia del Tifus van a profundizar el deterioro material de las masas. Los informes del Dr. Fedorov registraron 47.333 casos en Petrogrado de los cuales el 9,2% murió en el periodo de 1918 a 1922. En toda la URSS cerca de 4 millones de personas estaba afectada, y en la guerra civil, ésta enfermedad no escogía bandos, tanto el ejército Rojo como el Blanco estaban afectados.
El año crucial fue 1918, cuando las instituciones de salud pública colapsaron y los piojos disfrutaron por primera vez de una movilidad sin precedentes. Sin un funcionamiento de la salud pública los servicios carecían de datos fidedignos sobre la ocurrencia del Tifus y otras enfermedades contagiosas.
Lenin visualizó que el problema de la epidemia del Tifus era concerniente a la Salud Pública y que era una tarea clave para la construcción y desarrollo del Estado proletario. En 1919 se dirige al VII Congreso de Obreros y Campesinos con las siguientes palabras:
Un tercer flagelo nos está atacando, los piojos y el tifus que está derribando a nuestras tropas. Camaradas, es imposible imaginar la terrible situación en las regiones del tifus, donde la población está rota, debilitada, sin recursos materiales, donde toda la vida, toda la vida pública cesa. A esto decimos: ‘Camaradas, debemos concentrar todo en este problema. ¡O los piojos vencerán al socialismo, o el socialismo derrotará a los piojos!... Es necesario que cada trabajador, cada organización, cada institución tenga esto en cuenta en cada reunión. Si somos capaces de suministrar granos, si logramos aumentar el suministro de combustible, si dedicamos todos nuestros esfuerzos a eliminar el tifus en Rusia, que proviene de la falta de cultura, de la pobreza, el atraso y la ignorancia. Si dedicamos para esta guerra sin sangre, con toda la fuerza y experiencia obtenidas en una guerra sangrienta, podemos estar seguros de que lograremos éxitos cada vez mayores en este trabajo.
En julio de 1918 se crea el Comisariado del Pueblo de Salud Pública “Narkomzdrav”, nombrando en su dirección al médico Nikolai Semashko, desde donde se concentraron fuerzas para mejorar las condiciones de existencia material y cultural de las masas. En principio, los médicos de ejercicio liberal se opusieron al naciente Comisariado de Salud, pero la falta de “clientes” por la pobreza y la necesidad de centralizar las políticas sanitarias contra las epidemias los llevó a colaborar con los bolcheviques. Lenin informaba al séptimo congreso:
Todavía hay algunos médicos, por supuesto, que tienen nociones preconcebidas y no tienen fe en el gobierno de los trabajadores, que prefieren cobrar honorarios a los ricos en lugar de luchar en la dura batalla contra el tifus. Pero estos son una minoría, son cada vez menos, y la mayoría ve que la gente está luchando por su propia existencia, se dan cuenta de que, con su lucha, la gente desea resolver la cuestión fundamental de preservar la civilización. Estos médicos que están comportando en este arduo y difícil asunto con no menos devoción que los especialistas militares. Están dispuestos a ponerse al servicio de los trabajadores. Debo decir que estamos empezando a salir también de esta crisis. El camarada Semashko me ha dado información sobre este trabajo. Según las noticias del frente, 122 médicos y 467 asistentes habían llegado al frente el 1 de octubre. Ciento cincuenta médicos han sido enviados desde Moscú. Tenemos razones para creer que, para el 15 de diciembre, otros 800 médicos habrán llegado al frente para ayudar en la batalla contra el tifus.
Las medidas sanitarias estaban basadas en controlar la propagación del Tifus mediante el control de los vectores (piojos), aislamiento de los enfermos, la educación sanitaria y la utilización de químicos para repeler el ingreso de los piojos a al cuerpo. La ropa de las personas, así como el uniforme de los solados, eran llevados a un gran esterilizador a vapor para matar los piojos y destruir sus huevos.
Se proporcionaron duchas calientes, baños, jabón fuerte, aceites de coco y Trementina (apodada Semashkina). El naftaleno y las piretrinas se usaron ampliamente para despiojarse (luego fue reemplazado por el DDT).
El gobierno soviético estableció unas 250,000 camas para pacientes con tifus y erigió unas 300 estaciones de aislamiento y desinfección a lo largo de los ferrocarriles y vías fluviales. Cientos de destacamentos de baño y desinfección fueron creados en el ejército para desalojar las tropas. Los pacientes eran controlados clínicamente y sus cuidadores eran informados sobre todas las medidas y recaudos necesarios para evitar el contagio y las complicaciones. Se crearon trenes sanitarios libres de piojos que recorrían todo el frente soviético trasladando pacientes a los principales hospitales para la terapia necesaria de acuerdo a la gravedad. Las fabricas contaban con salas de asistencia con médicos y baños para la higiene del personal.
Con el mejoramiento de las condiciones materiales, la construcción de hospitales y la educación sanitaria se lograron evitar miles de muertes por el tifus y controlar esta epidemia. Para ello centralizaron sus recursos en función de las necesidades de las grandes mayorías, y que en esa época histórica el desarrollo de la ciencia y de la tecnología no era tan avanzado como ahora. El Tifus dejó de ser un problema para la población europea luego de la utilización del DDT en 1939 y el descubrimiento de la Doxiciclina, un antibiótico de muy bajo costo.
Esta enfermedad solo es descripta en países donde las condiciones de vida son paupérrimas a causa del capitalismo que ha mercantilizado la salud y la ciencia durante décadas. Esta mercantilización ha conducido al aumento de las ganancias y la acumulación capitalista de la industria farmacéutica y científica. Todo avance de la misma ha tenido el objetivo de beneficiar económicamente un minúsculo sector de la sociedad con un beneficio residual dependiente de la accesibilidad económica de las personas.
La pandemia del COVID-19 muestra la cara más brutal e inhumana de este sistema, ya que en diversos países la mercantilización de la salud y de la ciencia farmacológica evita que millones de personas puedan acceder a los recursos de salud sin que sea mediado por el dinero, o que el desarrollo de una vacuna contra la pandemia desate la competencia entre los centros de investigación de todo el mundo por un negocio potencialmente muy rentable para la industria farmacéutica. Los Bolcheviques, a pesar del atraso científico, económico y cultural, demostraron que con la nacionalización y centralización de los recursos en salud se pueden dar respuestas sanitarias eficaces a las enfermedades epidémicas.
Hoy, con todo el desarrollo de la ciencia y la tecnología en salud, es imprescindible tomar estas políticas y ponerlas en función de las grandes mayorías.

Juan Paz
Médico (Universidad Nacional de Tucumán)
Martes 14 de abril | 12:05

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