jueves, 6 de febrero de 2020

Coronavirus: algunas causas, y consecuencias explosivas




La situación está muy lejos de haber sido contenida. El virus ha alcanzado más de 20 países y causó la muerte de más de 300 personas. El coronavirus, surgido en la ciudad china de Wuhan, llegó a los 15.000 infectados en el mundo (muchos calculan que esto habría que multiplicarlo por 5 sólo en Wuhan). Confinan una segunda ciudad, Wenzhu, de 9 millones de habitantes. Como si fuera poco, apareció un brote muy contagioso de gripe aviar H5N1 en Sahoyang, Hunan, vecina provincia de Hubei donde se desató el coronavirus. Guerra comercial y crisis sanitaria mundial se superponen. Las acciones chinas se desplomaron y el Dow Jones cayó 603 puntos el viernes pasado.
Previendo la vuelta a casa de millones de personas y la posibilidad de confrontaciones sociales, las autoridades postergaron las fiestas del año nuevo hasta el 3 de febrero.
China fue “hogar” de varios brotes: la gripe asiática de 1957, que provocó más de un millón de muertos; la gripe de Hong Kong con una cifra similar, en 1968; la gripe aviar de 1997 y 2003 en Hong Kong con 700 muertos: el SARS de 2003 con 774 muertos; y el actual coronavirus. En 2003, China representaba el 4% del PBI mundial, hoy llega al 18%.

Epidemia y clases sociales

Esta epidemia no golpea por igual a todas las clases sociales. En China el acceso al sistema de salud es más difícil para trabajadores urbanos y rurales. El acceso sanitario no está regido por las necesidades sociales, sino por los ingresos. En el contagio influyen las largas jornadas de trabajo y las pocas horas de sueño y la mala alimentación (y prevención), que evidencia la superexplotación del proletariado, base de la acumulación (y restauración) capitalista.
Una de las novedades de los últimos años fue la construcción de grandes hospitales privados, inspirados en el sistema de salud norteamericano. La contracara es el hacinamiento y la desigualdad de acceso a la salud en las poblaciones más retiradas de los grandes centros sanitarios, y zonas rurales. Esto demoró la detección y tratamiento. Lo que ha dominado los medios de comunicación, sin embargo, ha sido la construcción de un hospital (de no más de mil camas) en pocos días. La protección de los trabajadores de la salud es altamente defectuosa, elevando el conteo de muertes entre médicos y enfermeros. Imágenes de funcionarios utilizando máscaras faciales de los trabajadores de la salud que luchan contra la propagación, para propaganda, causó indignación entre la población. Mientras, médicos y enfermeros transforman bolsas de basura en barbijos y guantes, exponiendo su propia vida para salvar la de sus semejantes. “Los recursos son para los médicos, no para el gobierno”, se comentaba por las redes. La infalibilidad de Estado es puesta en cuestión por masas cada vez más amplias de la población.
También el estado ha ejercido un amplio poder represivo: ha puesto a más de 50 millones de personas en cuarentena. La cuarentena es un método medieval para aislar a las poblaciones “sanas” de las “enfermas”, pero en la magnitud de la población “inmovilizada”, la permeabilidad es demasiado alta, por lo que para muchos epidemiólogos la cuarentena va a fracasar en su objetivo de contener la extensión del virus. De hecho, la mayoría de los países retiran a sus ciudadanos previendo un crecimiento del riesgo a pesar de las drásticas medidas.

Virus y crisis política

El cierre de las fronteras implica un bloqueo del comercio internacional. Rusia cerró 4 mil kilómetros de fronteras y suspendió el visado a los ciudadanos chinos. Las inversiones chinas en las ciudades rusas fronterizas representan un alto porcentaje de sus ingresos. EEUU y Australia suspendieron los vuelos con la República Popular. EEUU prohibió la entrada a “todas las personas no estadounidenses que hayan estado en China en las últimas dos semanas” (Clarín, 2/2).
China recibió con malestar estas medidas, calificándolas de “excesivas”, según el embajador de China en Ginebra, Xu Chen, mientras negociaba con autoridades de la OMS (Organización Mundial de la Salud). El anuncio de esta organización de una emergencia global puede poner a la economía china en “cuarentena”. De allí la necesidad de “subestimar” los casos, y por lo tanto de no movilizar los recursos necesarios para actuar en tiempo y forma.
El gobierno bonapartista hace equilibrio entre proteger a la población y los intereses económicos, pero sin red. La crisis tiene un peso enorme: “Apple cerró sus puertas en China hasta el 9 de febrero, otras empresas como Toyota, Ikea, Starbucks, Tesla, McDonald’s y el gigante tecnológico Foxconn decidieron suspender en forma temporal su producción o cerrar sus tiendas en China” (ídem). Las manufacturas y la construcción se desmoronan. China tiene la mayor cantidad de turistas del mundo, que gastan el doble que cualquier otro. Una paralización del turismo chino sería crítica para muchas economías.
Las tiendas cierran no teniendo en cuenta la integridad de sus trabajadores y consumidores, sino por la situación de virtual parálisis de las megaciudades chinas, que se convirtieron en desiertos. La población sólo sale a comprar lo necesario para comer. La epidemia ha mostrado la endeblez de la situación económica y política internacional.

Emiliano Monge
03/02/2020

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