martes, 28 de agosto de 2018

Irlanda, una gira de pesadilla para el Papa




“La Iglesia protege pedófilos”, denuncia uno de los carteles que se vieron en las protestas que recibieron al Papa en Dublin

Este fin de semana el Papa Francisco visitó la Isla Esmeralda en un contexto de enorme repudio por los escandalosos casos de abuso por parte de curas a menores y adultos en el Estado de Pensilvania, Estados Unidos, y otros casos de similar aberración en el resto del mundo. En Irlanda en particular, a los abusos se suman la denuncia probada de robo de bebés a madres solteras que se encontraban en situación de esclavitud en instituciones de la Iglesia. Los bebés eran expropiados de sus madres y vendidos, mayormente a parejas estadounidenses.
Irlanda supo ser la cuna del catolicismo mundial por el enorme peso social que tenía la Iglesia católica. Luego de la hambruna de 1840 que mató a más de un millón de irlandeses y provocó la emigración de otro millón, la Iglesia se apoyó sobre la miseria y penuria del pueblo irlandés para instalarse en su vida cotidiana. Tan profunda fue su estructuración en la Isla que fue, en el imaginario popular, un elemento de resistencia contra la Inglaterra protestante que hasta el día de hoy controla parte de Irlanda.
La Iglesia gobernó durante décadas la vida social de los irlandeses con una autoridad total. Luego de que se derrumbaran las anchas paredes de sus instituciones y empezara a aflorar la verdad sobre el terror de los abusos, el robo de bebés, la esclavitud a la que sometían a internas, etc., Irlanda comenzó un largo proceso de secularización sobre la base de un repudio a las formas de vejación a las que fue sometido su pueblo de la mano de la Iglesia católica. De hecho, se transformó en el primer país europeo en legalizar el matrimonio igualitario por consenso popular (2015) y este último mayo votó masivamente para eliminar la prohibición al aborto de su Constitución.
Los números hablan por sí solos acerca de la pérdida de autoridad de la Iglesia en Irlanda. La cantidad de gente movilizada fue muy inferior respecto a la que recibió en 1979 a Juan Pablo II, y abundaron las manifestaciones artísticas y callejeras en repudio a su presencia en la Isla.
En su discurso, el Papa reconoció lo que es evidente a los ojos de todos los irlandeses y de todo el mundo; que la Iglesia cometió “crímenes repugnantes” y pidió esfuerzos para adoptar normas severas para que no se vuelvan a repetir. El cinismo de su discurso se repite en cada una de sus declaraciones, todas terminan aseverando que “los culpables” serán sentenciados a una vida de… oración y penitencia. Al Papa Francisco le falta reírse abiertamente en la cara todas las víctimas de abuso, a quienes les “presta su oído” pero no les ofrece la verdad de todas las denuncias que duermen en los tenebrosos archivos del Vaticano.
Activistas como Colm O' Gorman, víctima de abusos sexuales cometidos por la iglesia, ha denunciado nuevamente que el Papa Francisco tuvo la oportunidad de hablar claro y decirle la verdad a la gente de Irlanda pero, en su lugar, “desvió la atención extraordinariamente”.
La gira del Papa por Irlanda dejó a los sobrevivientes de los crímenes que cometió la Iglesia sin ninguna respuesta. Las víctimas exigen resarcimiento y que los responsables sean juzgados por la justicia penal. El Papa, que asumió en el cuadro de un enorme desprestigio y crisis de la Iglesia por las denuncias de corrupción y abusos (Vatileaks), no ha podido sacar a la institución de su lodazal.
Por si todo esto fuera poco, en una rueda de prensa, un periodista le preguntó al Papa Francisco qué les diría a los padres que detecten orientaciones homosexuales en sus hijos. Luego de decir que ignorar “a su hijo o hija con tendencias homosexuales es un defecto de paternidad o de maternidad”, él aconsejó que "Cuando eso se manifiesta desde la infancia, hay muchas cosas por hacer por medio de la psiquiatría, para ver cómo son las cosas”. Es notable: el jefe máximo de la institución en la que se desenvuelve la red más grande de abusadores y pedófilos llama a los homosexuales a ir al psiquiatra.
El Papa Francisco, encubridor de curas abusadores y pedófilos, insiste con imponer una moral retrógrada y aberrante, poniendo el dedo acusador en quienes eligen libremente su sexualidad. La frutilla en la torta que falta para demostrar que el carácter reaccionario y oscurantista de esta institución, no tiene posibilidad de reforma. El abuso, la esclavitud, la lucha contra los derechos de las mujeres y los derechos sexuales de las personas son parte constitutiva de una institución cuya razón de existir en la actualidad, es garantizar que las grandes masas sufran, con la cabeza gacha, la miseria y la explotación que impone este sistema capitalista.

María Chuli

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