miércoles, 10 de mayo de 2017

"Peludos": Dos meses y contando...




Tres meses de ocupación y dos de acampe, además de 17 días de huelga de hambre son algunas de las medidas que han tomado estos trabajadores para exigir que la tierra sea para quien la trabaja.

Al arrimarnos a la esquina de Agraciada y Av. de las Leyes, nos encontramos, desde hace ya algún tiempo, con un campamento de hombres de piel curtida, de rostros cansados pero seguros, de que su lucha es larga pero es justa y necesaria.
Hace ya dos meses que acampan frente al parlamento para exigir al Instituto Nacional de Colonización una fracción de tierra de la colonia Eduardo Acevedo, fracción N.º 49b de aproximadamente 240 hectáreas que estaba adjudicada a un solo colono. Presentaron un proyecto basado en la producción para autoconsumo, hortícola y ganadero para no depender de la caña de azúcar ni de ningún sustento del estado.
El Grupo Seu Pedro Bandera Lima de UTAA (Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas) está compuesto por 5 familias, con un total de 32 integrantes entre los que hay 22 menores. Varios de estos "peludos" de Bella Unión, no es la primera vez que se encuentran en esta lucha. Al menos dos de ellos no han vuelto a ver a sus familias desde que comenzó el campamento, y son mucho dos meses cuando se esta lejos del pago. El pasado 2 de mayo nació una niña en Bella Unión estando su padre en el acampe en Montevideo.
La situación de Bella Unión no es excepción a la realidad del resto del país y la región, el trabajo en la caña es zafral y al finalizar no hay más que changas y seguros de paro insuficientes para familias numerosas, con jóvenes que deben dejar de estudiar por rebuscarse para sobrevivir. Según los acampantes la situación en Bella Unión es de extrema pobreza, endeudamiento y falta de empleo.
La mayoría de las colonias de trabajadores rurales que han emprendido proyectos de este estilo se encuentran endeudados y sin miras de poder recuperarse.

El campamento

Tres meses de ocupación y dos de acampe, además de 17 días de huelga de hambre son algunas de las medidas que han tomado estos trabajadores para exigir lo único que puede permitirles vivir de manera digna, de autosustentarse, de trabajar en base a sus experiencias y conocimiento en las diferentes áreas.
Varias actividades se pueden realizar en dos meses. Volanteadas, charlas, peñas, una actividad en memoria de "Bebe" Sendic, el dirigente histórico de los cañeros y también padre del actual vicepresidente, y la solidaridad entre los diferentes conflictos son ya parte de esta historia que continúa.
En estos meses las 3 instancias de negociación con el instituto han demostrado que su directora Jacqueline Gómez no tiene voluntad política alguna para resolver la situación de manera favorable a los trabajadores y sus familias, cambiando el discurso según su conveniencia. En un principio dando el visto bueno al proyecto presentado por el grupo y luego sin explicar el porqué les comunicó, telefónicamente, que no era viable.
En la segunda instancia de negociación se firmó un acuerdo mediante el cual el grupo levantaba la huelga de hambre que llevaban dos compañeros y retiraba los carteles de ocupación de la fracción ocupada a cambio de que el instituto retirara una denuncia penal que había hecho sobre dos compañeros por la ocupación del predio e instalara una mesa de negociación luego de un tregua de 21 días. El grupo cumplió lo acordado, el instituto no. En la tercera instancia, citada por la comisión de trabajo del senado a la que fue citado el instituto, no asistió, terminando de confirmar la falta de voluntad que hay para resolver el problema.
En el campamento se pueden ver circular día y noche personas de los más diversos colectivos y organizaciones sociales y sindicales. Estudiantes y trabajadores se juntan, toman mate, discuten con estos peludos y sus historias. Se recuerda al "Bebe", su lucha, se ve el transcurrir de los días, entre amargos y renovados aires de resistencia, es allí donde se hace indispensable la solidaridad para pasar el día, para llenar la olla. Saben que no es fácil, pero también están seguros de llegar hasta el final, porque no hay otra solución que la vieja consigna, más viva que nunca, de que la tierra sea para quien la trabaja.

Andrea Pérez

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