sábado, 18 de febrero de 2017
Francia: doce días de furia contra la violencia policial
En los últimos doce días, los suburbios pobres al noreste de París han sido el escenario de la furia popular contra la policía, incluyendo incendios y ataques contra comisarías.
Miles de jóvenes protagonizan los levantamientos antirrepresivos desatados por el aberrante atropello contra Théo, un muchacho de 22 años de origen africano que fue torturado y violado por cuatro agentes luego de resistirse a una detención arbitraria. Las movilizaciones se han replicado en otras ciudades como Toulouse, Rouen y Nantes.
El levantamiento es una expresión de furia elemental y hartazgo de la juventud de los suburbios parisinos, con fuerte presencia de inmigrantes y musulmanes, ante la brutalidad policial y la miseria social a la que los somete el estado francés. En la memoria popular está presente la muerte de dos jóvenes de origen árabe en 2005 que huían de una detención policial, que catalizó una rebelión que se extendió de París a varias regiones de Francia y de allí a Bélgica, Dinamarca, Alemania, Grecia, Holanda y Suiza.
En algunos de estos barrios, el desempleo triplica la media nacional.
El gobierno “socialista” ha combinado la represión y los intentos de contención. El presidente Francois Hollande visitó al joven en el hospital y también los suburbios. Pero al mismo tiempo, ha desarrollado un monumental despliegue policial y más de 200 detenciones.
El conjunto del régimen político, desde el gobierno hasta el fascista Frente Nacional, se erige contra la revuelta en defensa del “respeto” (Hollande) y la “integridad” (Le Pen) de las instituciones.
El gobierno busca también, con su ataque contra la juventud sublevada, evitar la convergencia de los explotados franceses en una lucha común.
Desde los atentados de noviembre de 2015 en París, en Francia rige un estado de excepción que -bajo el pretexto de la lucha antiterrorista- pretende mantener a raya a las masas en el cuadro de la crisis capitalista. El reforzamiento represivo está dirigido a hacer pasar engendros como la reforma laboral que abarata indemnizaciones por despido, habilita los despidos masivos bajo el cheque en blanco de ‘motivos económicos’ y liquida de hecho la jornada de 35 horas (PO 1402). La lucha contra esa reforma desafió el despliegue represivo y puso a centenares de miles de trabajadores en las calles a lo largo de 2016 y no pudo evitar la aprobación de la norma por culpa del encorsetamiento de las direcciones sindicales.
El levantamiento en los suburbios parisinos, poco difundido por los medios, se produce en las vísperas de unas elecciones en las que Hollande, profundamente desacreditado, debió renunciar a la contienda. El astillamiento del PS y la crisis en Los Republicanos por las denuncias de nepotismo contra el candidato Francois Fillon son las expresiones políticas más sobresalientes de una crisis de fondo.
Los sucesos de los suburbios parisinos guardan semejanzas con los casos de gatillo fácil que se han multiplicado en Estados Unidos. Repiten un mismo patrón de opresión contra las minorías (“los negros y norte africanos tenían entre seis y ocho veces más (posibilidades) de ser detenidos que los blancos en París”, según El Mundo, 7/2), empobrecimiento y furia popular en el riñón del imperialismo.
Tomás Eps y Gustavo Montenegro
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