martes, 31 de marzo de 2020
India: 1300 millones expuestos sin red frente al coronavirus
La catástrofe que se avecina
El gobierno derechista de la India, encabezado por el primer ministro Narendra Modi, decretó esta semana una cuarentena por el término de 21 días, que alcanza a 1.300 millones de habitantes, ante el temor de que, en un corto plazo de días, comience la disparada de contagios de coronavirus en ese país.
El cuadro de explosividad que supone esta amenaza que avanza sobre el país asiático, está dada por las condiciones de vida y de trabajo de la población de uno de los países más poblados del mundo. “Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al menos el 90% de la fuerza laboral en India trabaja en el sector informal” y “la mayoría no tiene acceso a pensiones, bajas por enfermedad, ni vacaciones remuneradas y no cuenta con un seguro médico” (BBC News, 25/3).
Esto deja librados a su suerte a millones y millones de trabajadores y a sus familias que no tendrán ningún ingreso en el curso de las tres semanas de aislamiento. Esto cuando más de 360 millones de personas (casi el 30% de la población) vive bajo el umbral de la indigencia.
Aunque los casos computados de contagios (cerca de 600) y de muertos (12) son relativamente bajos, varios expertos han declarado a la prensa que, en realidad son datos poco veraces y que la razón es que se han realizado escasos testeos entre la población.
Una proyección realizada por especialistas, “sugiere que el país podría llegar a tener unos 300 millones de casos, de los cuales cuatro o cinco millones podrían ser graves” (ídem), es decir con riesgo de muerte, cuando la epidemia se desarrolle y extienda como se espera que suceda.
Ante este cuadro, que convertiría a la India en, quizá, el país con la mayor expansión de la pandemia en el mundo y también con la mayor cantidad de muertes, los expertos advierten sobre la dificultad que entrañará enfrentar la expansión del virus, ya que el sistema sanitario indio “sólo tiene un hospital público por cada 55.000 habitantes” (El País, 27/3).
Es una fotografía conocida la de la imagen de las ciudades indias superpobladas, donde millones de personas viven hacinadas en sus viviendas, con también millones de trabajadores que se desplazan de una ciudad a otra para tratar de conseguir un trabajo o para realizar alguna actividad que les permita subsistir a ellos y sus familias, en un cuadro de total informalidad como el que da cuenta la OIT.
El hacinamiento es tal que “alrededor del 75% de los hogares indios con una cantidad promedio de cinco miembros (unos 900 millones de personas en total) vive en espacios de dos habitaciones o menos” (BBC News, 25/3).
Según surge de datos del propio gobierno indio, la falta de medios sanitarios es resultado de la inversión mínima del 1,28% de su PIB en sanidad. “Las insuficiencias médicas condenan al sector más desfavorecido del país” que “queda expuesto al coronavirus en entornos insalubres que ya eran caldo de cultivo de enfermedades” (ídem).
El gobierno tiene que armar una enorme planificación para garantizar las líneas de suministro de alimentos para más de 1.300 millones de personas. Pero, además y fundamentalmente, se trata de cómo va a sobrevivir la inmensa población trabajadora ya que en una economía en gran parte informal, el confinamiento significa la pérdida total de ingresos para centenas de millones de personas.
Ante la miseria histórica de este país, asolado durante decenas de años por la explotación colonial británica y luego por los sucesivos gobiernos de distinto signo (la mayor parte de los cuales correspondió al Congreso Nacional Indio) que mantuvieron las temendas diferencias sociales entre una clase de grandes millonarios y una masa de la población viviendo en condiciones de miseria, el cuadro actual tiene un componente explosivo.
Represión
Analistas indios dijeron a BBC News que el gobierno teme que “la gente rompa la cuarentena” y que se generen “disturbios sociales”. Por esa razón, Modi puso rápicamente en las calles a las fuerzas de represión y, como trascendió en muchos videos, agentes armados con palos han golpeado a las personas que paseaban por la calle, mientras que otros, “han optado por obligarles a hacer sentadillas y flexiones”, al igual que la policía y los gendarmes en las barriadas obreras de nuestro país.
El primer ministro justificó el "encierro total" con el planteo de "salvar" al país, "a sus ciudadanos y a las familias" y acotó que "es imposible imaginar el costo que India tendrá que pagar si continúa su comportamiento irresponsable”, en referencia a quienes no cumplieron el aislamiento voluntario que había sido decretado días antes.
Así, la responsabilidad de enfrentar a la pandemia la hace recaer exclusivamente sobre la población que vive en condiciones de miseria, para la que aún no anunció ninguna medida que garantice su subsistencia, ni que cambie las condiciones de hacinamiento en la que vive la mayoría. Y, así también, justifica la represión.
Un gobierno criminal
Este cuadro encuentra al pueblo indio con un gobierno derechista, defensor a ultranza del repetido cuadro de explotación y miseria, alineado con Donald Trump y que hace apenas unos meses hizo aprobar en el Parlamento una ley discriminatoria de la minoría musulmana, constituída por unas 200 millones de personas, la mayoría pobres, por la cual los deja como ciudadanos de segunda, con el objetivo de generar una división en la clase obrera india.
Las movilizaciones que se hicieron contra esta ley fueron ferozmente reprimidas por bandas parapoliciales armadas al amparo del gobierno con el resultado de unos 30 manifestantes muertos. Esas mismas bandas “irrumpieron recientemente en los campus universitarios para atacar a los estudiantes”.
Así, la catástrofe que se avecina seguramente va a llevar a la quiebra de la cuarentena y a “disturbios sociales” como teme el gobierno. La lucha contra la pandemia y contra el hambre está en manos de las masas.
Nelson Marinelli
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