miércoles, 11 de marzo de 2020

El coronavirus ha puesto al capitalismo en terapia intensiva




El derrumbe de un 35 por ciento del precio del petróleo, desde que se informó el brote de Coronavirus, anuncia el default de las empresas petroleras altamente endeudadas y la parálisis de la explotación de yacimientos de escasa rentabilidad en todo el mundo; el repentino cierre del turismo hacia y desde las zonas afectadas por el virus genera la cancelación millones de viajes aéreos que hunde a las aerolíneas y la industria del turismo; la interrupción de suministros por parálisis de actividad industrial en China incluye metales; ensamblajes; partes de diversos sectores de la industria; elementos especiales de alta tecnología; etc. La caída del consumo en China afecta a las empresas que tienen allí su principal mercado. Las profundas caídas de las bolsas actualizan la precariedad del sistema financiero internacional que impulsaron a la Reserva Federal a actuar y redujo la tasa de interés en medio punto. La crisis del 2008 está más presente que nunca
Este virus originado en el centro de China ha paralizado una parte importante del aparato productivo de la segunda economía del mundo e impactado en todo el mundo por su entrelazamiento económico. Vastos sectores de la industria automotriz; tecnológica; de producción de metales; turismo; etc.… han visto reducida o algunas paralizada su actividad por falta de suministros y cerrada las ventas hacia China por el confinamiento de millones de consumidores.
La expectativa de menores ganancias para las empresas de China y las que dependen de su economía ha llevado a una presión de ventas y recortes de precios en las bolsas de China, Corea del Sur, Japón, Europa, Estados Unidos y los países de Latinoamérica. El derrumbe es global.

Derrumbe bursátil y guerra comercial

Esto ha llevado al banco central de Estados Unidos a una inesperada decisión de reducción de tasas de interés que tuvo el efecto de frenar la caída de Wall Street por 48 horas, pero luego se ha reanudado el derrumbe de precios en todo el planeta. La medida resultó ineficiente. Pero facilitó la devaluación del dólar, que cayó frente a las monedas de sus principales socios comerciales. Trump pidió más reducciones de tasas de interés, su programa incluye la devaluación del dólar para facilitar sus exportaciones, otro instrumento de guerra comercial.
La caída de las bolsas ha tenido una velocidad y persistencia no vista en años, las bolsas cayeron siete días seguidos evaporando las ganancias producidas en seis meses, desde inicios de año están con rendimiento negativo. El gobierno de China facilitó a las casas de bolsa créditos para que compraran acciones y atenuar las bajas, un gasto que contuvo inicialmente la caída de precios, pero inútil ante la masividad de las ventas.
La mayor burbuja de activos de la historia impulsada por emisión monetaria se desvanece
Los mercados globales durante 2019 agregaron 17 billones en su valuación de mercado, comenzaron en 70 billones y finalizaron en 87 billones. La valuación de las empresas cotizantes ha subido 24% mientras el producto bruto global lo ha hecho en solo 3,2%, la producción industrial global creció menos del 2%; según datos del FMI (www.imf.org). Esta extraordinaria valuación de las empresas, sin relación con el crecimiento económico, la producción industrial o el comercio, es una creación ficticia de capitales que no está relacionada con la creación de valor en el sistema productivo, es una valoración artificial del capital, capital ficticio.
Desde el 2008 y con la excusa de facilitar la recuperación post crisis financiera, los principales bancos centrales facilitaron crédito barato a bajas tasas emitiendo dinero para comprar la deuda que emiten los tesoros nacionales y bonos respaldados por corporaciones e hipotecas. Las empresas usaron la liquidez para tomar créditos e impulsar la valuación de sus empresas mediante la recompra de sus acciones.
Esta práctica de emisión monetaria se convirtió en usual en Europa, Estados Unidos, Japón y varios otros países del “primer mundo”. Los bancos centrales han inflado sus balances con deuda de sus gobiernos y como respaldo de sus monedas. Lo que llaman monetizar su propia deuda se ha convertido en práctica aceptada por el FMI y el Banco Mundial. En 2017, los bancos centrales ya habían comprado una quinta parte de la deuda emitida por los tesoros nacionales y alcanzaban a 45 billones de deuda soberana y corporativa según datos del FMI.
La emisión fue usada para financiar el déficit del estado y las empresas comprar sus acciones, sembrando la semilla de la próxima crisis de deuda
El crónico déficit presupuestario de Estados Unidos ha llevado a un crecimiento exponencial de la emisión de deuda que ya ha superado a fines del 2019 al 103% de su producto, en 2007 antes de la crisis financiera era del 63%, según datos de la FED.
La participación de la FED y organismos del estado ha tenido una participación creciente que ha suplido la caída de la participación de tenedores extranjeros, que se redujo del 34% en 2013 al 30% a fines 2019.
Las empresas, ante la caída de la tasa de ganancia, han comprado las acciones para aumentar la capitalización de sus empresas y financiar fusiones comprando empresas de la competencia. El aumento de las valuaciones de las empresas han sido el resultado de movimientos financieros, y no de creación de valor en la actividad de producción mediante producción de plusvalía.
El derrumbe de las bolsas que ha comenzado con el coronavirus tiene mucha más violencia en la depreciación de los activos que en el 2008. La crisis nuevamente se crea en el corazón del capitalismo, donde el endeudamiento masivo del estado, las empresas y los consumidores es el mayor de 50 años.
El impacto es particularmente grave en los bancos que han dado crédito de baja calidad que ahora componen una creciente participación de sus carteras. La desaceleración económica que ya se verifica, los mayores bancos de Wall Street han encabezado el desbarranco accionario, J P Morgan, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Citigroup, etc. han caído más que el promedio del mercado. Las carteras de deuda de baja calidad preanuncian morosidad y default de los deudores.

El petróleo en el centro de la escena de la guerra comercial

El petróleo ha recortado su precio en los mercados internacionales un 35% en lo que va del año. Esta profunda caída es el preanuncio de una desaceleración económica. Los yacimientos de las empresas petroleras se han desvalorizado en igual medida, lo que se verá reflejado en sus balances, la deflación no es un pronóstico es una realidad de estos días.
El 6 de marzo los precios del crudo se desplomaron un 10% adicional, una caída para un solo día no vista en décadas. Fue luego del fracaso de una reunión de países productores donde los delegados de Rusia trabaron una reducción de producción propuesta por los delegados de la OPEP liderada por Arabia Saudita para frenar la caída de precios. Los enviados de Putin evadieron un compromiso con la representación de la OPEP y los precios se desbarrancaron.
¿Cuál es la explicación de la actitud de los delegados de Putin?
Rusia rompió un pacto con la OPEP para frenar el descenso de precios desatado por la caída de la demanda generada por el coronavirus. La actitud se explica porque la producción de esquisto en Estados Unidos deja de ser rentables con la caída de precios, y muchas petroleras norteamericanas tienen alto nivel de endeudamiento. Una baja adicional del precio los sacará del mercado y las llevará a la quiebra.
El fracaso en reducir la producción puede resultar en un aumento, ya que los productores (estados y empresas) necesitados de efectivo tienen que producir más volumen para compensar la caída de precios.

Desvalorización de activos impulsa una deflación global

La desvalorización de activos de las empresas en la bolsa con valuaciones desvinculadas de sus ganancias operativas, de los yacimientos por la caída del precio del crudo, de las empresas altamente endeudadas, por la cancelación masiva de pasajes aéreos las aerolíneas están quedándose sin actividad y sus acciones se derrumbaron, la deflación de activos está ahora en primer plano. La crisis financiera que se avecina agravada por el sobreendeudamiento que ha producido burbujas financieras producirá una recesión de alcances globales.
Antes de la crisis del 2008 la deuda corporativa no financiera era menor de 200 billones de dólares y alcanzaba el 280% del producto global, a fines del 2019, es de 320 billones de dólares y supera el 320% del producto.
La respuesta de la Reserva Federal de Estados Unidos es una vuelta al pasado
El Presidente de la FED anunció el 3 de marzo que repetiría las recetas del pasado, reducción de tasa y emisión monetaria con los planes de facilidades financieras (QE) que consisten en emisión monetaria y compra de deuda.
Luego anunciaron la reducción de tasas de interés que produjo una veloz devaluación del dólar frente al Euro y el yen japonés sumado a las subas de tarifas con China, revela que el programa de guerra comercial tiene mayor vigencia que nunca. Se inaugura así una nueva ronda de devaluaciones monetarias, una forma de la guerra comercial.

El vuelo a la calidad

El derrumbe bursátil tuvo refugio en los bonos del tesoro, cuyo rendimiento se hundió a mínimos históricos inferiores a la inflación, o sea con rendimiento negativo. Esto lo llaman “vuelo a la calidad”, sinónimo de emisión monetaria. Un callejón sin salida para sus inversores, cuando las autoridades de la FED han anunciado mayores recortes y emisión monetaria. O sea, producir una mayor devaluación del dólar y, por lo tanto, de las inversiones en bonos del tesoro.
Un sector creciente de inversores se ha volcado al oro, que ha recuperado sus precios y acumula una suba en dólares del 10% en lo que va del año. Este está actuando como lo ha hecho en el pasado como el termómetro de la crisis financiera.

La crisis de la deuda

La presente crisis financiera se presenta como una crisis de endeudamiento y de burbujas financieras, como ha sido la que se inició en 2007. Ahora la deuda de los estados y empresas es muy superior a la del 2007, los bancos centrales ya limitados por los bajos niveles de las tasas de interés apelarán a mayor emisión monetaria. Lo que lleva a una guerra de devaluaciones.
La reorganización de la deuda argentina, que tendrá novedades en las próximas semanas es un esfuerzo en conectarnos “al mundo” que tienen las finanzas en una crisis creciente. Cualquier acuerdo es estrechar los vínculos con los centros financieros que irradian una crisis hacia todo el planeta. Es una apuesta sin futuro y que producirá nuevas y mayores crisis de deuda e inestabilidad política.
En esta oportunidad hay una diferencia con la crisis del 2007-2008, la intervención de las masas desde el Líbano a Chile, pasando por Francia; Irán; Irak y un sinfín de países. La crisis financiera será un nuevo incentivo para defensa de los derechos de los explotados de todo el mundo y de nuevos levantamientos.

Sergio Rivero
09/03/2020

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