domingo, 19 de enero de 2020
El movimiento estudiantil francés debe hacer valer su historia
Profundizar la unidad con la clase obrera para derrotar la reforma previsional
El 2020 llegó avivando la enorme lucha del pueblo francés contra la reforma previsional del presidente Emmanuel Macron. El movimiento estudiantil forma parte de esta movilización y ha protagonizado centenares de acciones en colegios y universidades y también en acciones unitarias con los activistas huelguistas, ferroviarios, del subte y profesores, y los chalecos amarillos. Por ejemplo, el pasado martes 7, lograron ocupar las oficinas de BlackRock, el fondo de inversiones más grande del mundo, que se interesa directamente en la reforma de Macron porque se van a desarrollar los fondos de capitalización. Dos días después, el jueves 9, las columnas estudiantiles estuvieron presentes en la nueva jornada de acciones nacional llamada por la Intersindical. Tres sindicatos estudiantiles forman parte de la misma, la UNEF (universitarios) y los MNL y UNL (liceos, secundarios.)
Pero lo que interesa no es tanto esta participación burocrática sino la intensidad y la riqueza de la intervención estudiantil. ¿Es novedoso este hecho en el país galo? No; es parte indisociable de la historia del movimiento estudiantil francés. Pero es de esa tradición de lucha que el mismo debe valerse, superando las debilidades de la intervención en este período. La movilización actual no es todo lo masiva que podría ser. Se concentra sobre todo en los activistas.
Es posible que las vacaciones de fin de año hayan influído. Ahora, se han retomado los bloqueos en las universidades, importantes en ciudades como Toulouse, y sobre todo la movilización de los estudiantes secundarios -enfrentados también a la reforma retrógada del bachillerato del ministro Jean-Michel Blanquer, destinada a degradar la educación popular y a segregar el ingreso a la Universidad.
Un recorrido histórico
Se hace sumamente necesario, en primer lugar, destacar que el movimiento estudiantil francés conservó siempre en su tradición de lucha una enorme claridad respecto a sus métodos. El bloqueo y la ocupación de universidades y también de liceos no aparecen ahora; se remontan a las históricas ocupaciones durante el Mayo Francés de 1968.
La Sorbona, la histórica Universidad de París, fue el epicentro de la organización estudiantil en Francia. En 1968, el movimiento estudiantil es masivamente activo contra la guerra imperialista en Vietnam y enfrenta la política represiva de De Gaulle. La UNEF es ganada por la “extrema” izquierda. Las acciones ganaron la calle y el Barrio Latino cuando las autoridades sancionaron a los activistas de la facultad de Nanterre, que reclamaban por la libertad de un estudiante detenido en una manifestación por Vietnam y se insurgían contra los reglamentos universitarios. La represión será el acontecimiento detonador de los sucesos de Mayo, que habían sido precedidos por huelgas obreras y manifestaciones en diversas ciudades como Nantes y Cae. El 10 de mayo es la noche de las barricadas y el 13 de mayo es la huelga general de 10 millones de proletarios.
En aquellos años la movilización obrero-estudiantil puso en jaque no sólo a De Gaulle y a todo el régimen social en Francia; fue un fenómeno internacional. En nuestro país, el Cordobazo sentenció a la dictadura de Onganía. En México, obreros y estudiantes se levantaron contra el gobierno del PRI. El movimiento estudiantil alemán tuvo su propio Mayo del 68.
Después del 68, la Sorbona fue dividida en más de una decena de universidades en la región parisina para debilitar al movimiento estudiantil pero la maniobra no tuvo éxito. Más aquí en el tiempo, la Sorbona fue ocupada en marzo de 2006, como una medida de lucha del movimiento estudiantil contra la Ley de Contrato del Primer Empleo (CPE), una ley de precarización laboral para la juventud impulsada por Dominique de Villepin, el primer ministro del gobierno de Jacques Chirac. En ese mismo cuadro, se llegaron a ocupar 40 de 110 liceos parisinos. Además de la ocupación en instituciones educativas, se organizaron acciones masivas de protesta y bloqueo en los ferrocarriles, puentes, autopistas y accesos no sólo en París, sino también en ciudades como Marsella, Nantes o Lille.
Tan solo dos años más tarde, en 2008, el movimiento estudiantil se encontraría nuevamente movilizándose masivamente contra la reforma a la educación secundaria impulsada por Sarkozy. Pero sería dos años luego de eso, en 2010, que el movimiento estudiantil francés volvería a ser noticia destacada en los principales periódicos del mundo. Ocupando más de 500 institutos en simultáneo y retomando las calles con bloqueos, el estudiantado francés emprendía nuevamente el camino de la lucha ante el anuncio de Sarkozy de promulgar una reforma previsional. Los acontecimientos encontraban nuevamente a un movimiento estudiantil organizado luchando codo a codo con la clase obrera.
Sin embargo, la próxima gran experiencia del movimiento estudiantil francés tendría un condimento particular, y por demás definitorio de su semblante. Y es que tras la salida del gobierno de Sarkozy, quien asumiera en su reemplazo canalizando el descontento popular sería el socialdemócrata François Hollande, haciendo una campaña demagógica de cara a la juventud. Eso no evitó de ninguna manera que en 2016, luego de que el gobierno impulsara una reforma laboral a todas luces reaccionaria, decenas de miles de estudiantes se movilizaran junto a los trabajadores, ganando las calles y bloqueando los liceos.
Presente y desafíos
Ahora bien, los últimos dos años parecen ser contradictorios para el movimiento estudiantil francés. El 2018 debutó con una lucha contra la reforma al acceso a la universidad pública, la llamada Ley relativa a la Orientación y el Rendimiento Escolar. Esta ley implica un sistema restrictivo de selección de expedientes, que debe realizar cada estudiante que aspire a ingresar a la universidad; el mismo es calificado y es en base a ello que se dirime.
Ante todo, esta ley tiene su origen en las restricciones presupuestarias a las universidades y la falta de vacantes. Las universidades están sometidas ahora a la “autonomía financiera” y deben equilibrar sus gastos con un presupuesto cada vez más reducido. La calidad y la masividad de la enseñanza se han degradado cualitativamente. Este fenónemo caldeó el terreno para una nueva lucha estudiantil en Francia; en abril de aquel año, miles de estudiantes volvían a las calles contra la selección clasista en el ingreso a la universidad, incluyendo una fuerte presencia de los estudiantes secundarios y el bloqueo de liceos. Hay que destacar que los estudiantes decidían su movimiento con asambleas generales masivas en las facultades y colegios y asimismo con la aparición de coordinadoras.
Pero los años 2019-2020, signados por la lucha contra la reforma de las jubilaciones, parece indicar un retroceso. En este último mes, marcado por la huelga del transporte, el movimiento estudiantil ha dado hasta el momento muestras aisladas de lucha junto con la clase obrera. A pesar de haber parcialmente sectores estudiantiles en la composición de las movilizaciones masivas, como por ejemplo las del 5 de diciembre pasado, no se registra una organización estudiantil tan efusiva como en las experiencias pasadas. En la comparativa de las huelgas estudiantiles y la ocupación de instituciones, los ejemplos son significativamente mucho más limitados, incluso con respecto al 2018. Hay que agregar que la represión de los chalecos amarillos y de los estudiantes ha sido feroz -sin antecedentes- y ha creado el odio a la policía y una sensación de temor.
En definitiva, el movimiento estudiantil francés tiene que valerse de su vigorosa tradición de lucha, y profundizar de inmediato el camino de la unidad con la clase obrera para derrotar esta reforma. Sobre todo cuando esta última está dando una batalla extraordinaria, con los transportistas a la cabeza, pero también con la lucha de los profesores y maestros y la extensión de la huelga a otros sectores. Es el momento para discutir en masivas asambleas el bloqueo y ocupación de universidades, liceos y colegios, así como recobrar el camino de la movilización y las acciones de apoyo a la huelga. En los últimos días, se han retomado los bloqueos en las universidades, importantes en ciudades como Toulouse, y sobre todo la movilización de los estudiantes secundarios -enfrentados también a la reforma retrógada del bachillerato del ministro Blanquer, destinada a degradar y segregar aún más la educación popular y el el ingreso a la Universidad.
Manuel Tabaroni
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