domingo, 12 de noviembre de 2017
La noche de los cuchillos largos en Arabia Saudí
El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamad bin Salman, durante una ceremonia de jura de lealtades en La Meca, 21 de junio de 2017
La noche del pasado 4 de noviembre bien pudo ser la Noche de los Cuchillos Largos en Arabia Saudí.
La noche comenzó con la destitución del príncipe Mutaib bin Abdullah, hijo del fallecido rey Abdullah y jefe de la Guardia Nacional saudí, una fuerza tribal creada para proteger a la familia real y las principales zonas petrolíferas del reino.
Controlando la maquinaria de coerción saudí
Desde su consolidación en la década de 1960 con ayuda de los británicos, la Guardia Nacional de Arabia Saudí (GNAS) cambió su pasado como milicia tribal, creada con los combatientes ijwan que lanzaron la yihad contra los saudíes en los primeros años del reino, para convertirse en una fuerza paramilitar moderna, en equilibrio con el ejército y otras fuerzas de seguridad.
En aquella época, el régimen prefería disponer de múltiples fuerzas coercitivas dirigidas por varios príncipes, por temor a los frecuentes golpes del ejército que se producían en Egipto, Siria e Iraq a lo largo de las décadas de 1950 y 1960. Después de frustrar varios intentos de golpe de Estado por parte de oficiales del ejército a finales de la década de los sesenta, el régimen, bajo el rey Faisal, decidió que varias fuerzas militares servían mejor a la seguridad que un único ejército fuerte y unificado.
La GNAS se convirtió en la base del poder y el feudo del rey Abdullah, manteniéndose unas relaciones de patrón-cliente con las tribus de Arabia Saudí. Su hijo mayor, Mutaib, heredó el puesto de mando en la GNAS durante el tiempo que su padre fue rey, pero con la feroz campaña de Muhamad bin Salman para hacerse con el control de todos los cuerpos coercitivos, incluido el ejército y las fuerzas de seguridad, la GNAS ha sido la última unidad en verse afectada.
Como ningún desafío verdadero a Muhamad bin Salman puede provenir de príncipes que no dispongan de milicia, estaba ansioso por poner fin al control que su primo mayor ejercía sobre el último cuerpo de seguridad que podía potencialmente socavar su dominio.
Fue sorprendente que esperara tanto tiempo.
En el comunicado oficial saudí no se dan a conocer los nombres de la mayoría de los príncipes detenidos, pero el multimillonario inversor privado, el príncipe Walid bin Talal, propietario del Kingdom Holding, estaba entre ellos (Reuters)
Purga sin precedentes
Desde que Mohamad bin Salman llegó al poder en 2015, Mutaib estaba abocado a ser abruptamente destituido de su cargo, al igual que otro de sus primos de alto rango, el príncipe heredero Mohamad bin Nayef, despedido y puesto en arresto domiciliario en julio. Mohamad bin Salman inició una purga sin precedentes dentro de la casa real entre la segunda generación de príncipes de mayor rango que potencialmente podían amenazar su toma del poder del reino.
Ahora es gobernante de facto y no pasará mucho tiempo antes de que se convierta en gobernante de iure. Esto dependerá de si su padre abdica voluntariamente o se ve forzado a someterse a la voluntad de su hijo menor. Con Mutaib cayendo ahora en el olvido, Mohamad bin Salman ha fijado ahora su atención en los príncipes adinerados para que sus imperios financieros no les resulten de utilidad en futuras luchas por el poder.
A las pocas horas de un decreto real que establecía un comité anticorrupción encabezado por Mohamad bin Salman, se arrestó y detuvo a once príncipes y a varios ministros. Una purga calculada y premeditada al más alto nivel que rompió la calma en las primeras horas de la noche.
El comunicado oficial no mencionaba los nombres de la mayoría de los príncipes detenidos, pero el multimillonario inversor privado, el príncipe Walid bin Talal, propietario de Kingdom Holding, estaba entre ellos. Los adinerados príncipes pueden utilizar sus acumuladas riquezas para desafiar el poder de Mohamad, patrocinando la disidencia en el extranjero y fomentando una cobertura crítica en los medios de las políticas sociales y económicas de bin Salman.
En el caso de Walid bin Talal, sus posibilidades financieras e inversoras pueden competir directamente con las anunciadas en la Visión económica para el 2030 anunciada por Mohamad bin Salman. Su imperio mediático Rotana, con su amplia cobertura de las noticias saudíes, puede volverse contra el aspirante a gobernar el reino en cualquier momento.
Los ministros a los que Mohamad bin Salman había nombrado han perdido también sus cargos bajo el pretexto de combatir la corrupción. El ministerio de economía perdió a su ministro, Adil Fakih, sustituido por Mohamad al-Tuwaijri, quien puede facilitar nuevos esquemas de privatización y sauditización de acuerdo con los planes económicos del príncipe.
El control del príncipe
Como si todo esto no fuera suficiente para una noche, el pánico se apoderó de los habitantes de Riad cuando oyeron el sonido de una explosión masiva. Resultó ser un misil balístico lanzado desde el Yemen en un intento de alcanzar el aeropuerto de Riad. Las autoridades anunciaron que el misil había sido interceptado y que no había provocado víctimas.
La guerra, que dura ya tres años, no ha conseguido la victoria que Mohamad bin Salman, como ministro de defensa y príncipe heredero, había anticipado.
Mientras que los ataques aéreos saudíes sobre el Yemen se iniciaron en abril de 2015 bajo el pretexto de proteger las fronteras sureñas saudíes, los misiles yemeníes son ahora capaces de alcanzar el corazón de la capital del reino. Las implicaciones del misil balístico quedaron camufladas tras la amplia purga al más alto nivel.
Mohamad bin Salman puede ahora sentirse seguro tras haber eliminado a sus primos rivales de sus puestos, prohibido a otros que viajen y detenido al resto en hoteles de cinco estrellas en Riad bajo fuerte seguridad.
Sin embargo, buscar seguridad con medidas de alto riesgo quizá no sea la situación ideal para un joven autócrata que demostró ser intolerante incluso con el silencio. Necesita que todos apoyen públicamente sus planes.
Los que se abstengan de ese banal apoyo público y de declaraciones laudatorias se enfrentan a que los detengan, exactamente de la misma forma que hace unos meses metió en prisión a varios clérigos y profesionales por permanecer en silencio respecto a su crisis con Qatar.
Es difícil poder ver cómo un reino tan moderno y económicamente avanzado va a poder superar las puñaladas por la espalda y las purgas llevadas a cabo al más alto nivel. No hay un poder judicial independiente que pueda abordar los casos de corrupción, ningún consejo familiar que pueda poner límites al errático joven príncipe y ninguna oposición organizada creíble que pueda socavar el control del príncipe sobre el país.
En tal situación, la violencia parece cernirse sobre el reino, con todos aquellos dispuestos a cometer atrocidades pudiendo ocupar el vacío creado por el gobierno autocrático de bin Salman, que silencia incluso a sus propios primos, y más aún los humildes plebeyos que no tienen poder alguno para desafiarle.
Arabia Saudí ha estado siempre gobernada por los múltiples feudos de altos príncipes, pero Mohamad bin Salman la está convirtiendo ahora en su propio patio de juegos.
Madawi Al-Rasheed
Middle East Eye
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
La Dra. Madawi Al-Rasheed es profesora visitante del Middle East Centre en la London School of Economics, Londres. Ha escrito extensamente sobre la Península Arábiga, migraciones árabes, globalización, trasnacionalismo religioso y género. Twitter: @MadawiDr
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