viernes, 9 de diciembre de 2016

La sexualidad los separa, la clase los une




Hace algunos días el conocido periodista y empresario gastronómico Sergio Puglia contrajo matrimonio con Horacio Correa, a la boda asistieron entre otros, legisladores del Partido Nacional como Luis Lacalle Pou y del Partido Colorado como Pedro Bordaberry que votaron en contra del matrimonio igualitario; el suceso causó debate y polémica y hasta indignación en importantes sectores de izquierda.

Resulta paradójico que gente que nunca luchó por los derechos de la diversidad sexual, que por más de treinta años tuvieron un micrófono ante las narices para sincerar su orientación sexual, o para solidarizarse con lxs luchadorxs por la liberación sexual, hoy gocen de los derechos democráticos arrancados por más de treinta años de la lucha organizada del movimiento LGBT; lucha en que muchxs perdieron sus trabajos, recibieron insultos, escupitajos; fueron rechazados por sus familias y perseguidos implacablemente por el Estado patriarcal y la Iglesia.
Las compañeras trans, cuya abnegada entrega militante de décadas en Uruguay les valió la total expulsión de la vida social, la imposibilidad de estudiar o trabajar so pena del Estado; condenadas a prostituirse sistemáticamente para poder sobrevivir (siendo abusadas, reprimidas y violadas), las compañeras trans que han sido en la historia de nuestro movimiento LGBT la verdadera vanguardia combativa, enfrentando a la policía en cada acto de resistencia; han sido ellas en suma las mayores responsables de haber arrancado las conquistas de la ley de identidad de género y cambio de nombre y sexo registral; y la ley de matrimonio igualitario.
La desinteresada ofrenda de sangre, sudor y lágrimas que las compañeras nos han dado con décadas de militancia en las que han dejado verdaderos jirones de vida, hoy es usufructuada por gente que no conoce la palabra “lucha” ni siquiera de oídas; paradojas de la historia: esta gente celebra una boda con un banquete tan suculento y obsceno “servido” por la lucha incansable de las compañeras trans, que sin embargo no están ni siquiera invitadas a comer de las migajas de la ostentación.

Más que paradoja… Hipocresía

La otra nota peculiar de semejante farsa (con disculpa de la farsa), la dieron sin duda los legisladores y dirigentes del Partido Nacional invitados a la boda; decir PN es hablar del histórico Partido de la Reacción o Conservador en nuestro país: católico, latifundista y hasta incluso fascista, con una ala centroizquierdista inestable que siempre ha cumplido el deshonroso y vergonzante papel de operar de rastrillo embellecedor por “izquierda”.
Sin embargo si algo demuestra lo irrisorio e irreconciliable que verdaderos políticos burgueses homofóbicos que alzaron su mano en el Parlamento en contra del matrimonio igualitario hoy concurran a un matrimonio entre homosexuales !!! demuestra que más allá que les resulte inmoral y desagradable ir al casamiento de dos putos, conciben que la unidad de la clase es lo más importante.

Que matrimonio igualitario defendemos

Como militantes comunistas (en el sentido más polisémico de la categoría) luchamos y soñamos con una sociedad en la que el matrimonio, la familia y demás instituciones de regimentación de la vida social y dominación patriarcal sean abolidas hasta los cimientos, así como también sean abolidos el trabajo asalariado, las clases y el Estado.
Sin embargo así como también luchamos y defendemos (siendo dialécticos) el derecho al salario contra cualquier ofensiva del capital; a su vez defendemos encarnizadamente todos los derechos democráticos de la clase trabajadora conquistados con siglos de lucha y resistencia; con esta visión es que se tiene que entender nuestra defensa incondicional del matrimonio igualitario como conquista democrática (democrático-burguesa) de las grandes mayorías, y nuestra defensa aún más acérrima e inclaudicable contra cualquier avanzada reaccionaria o conservadora que intente confiscar las pocas libertades y derechos que este régimen de podredumbre nos concede.

Matías Matonte

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