miércoles, 8 de septiembre de 2010

Un cambio de escenario



Que luego de más de siete años de ocupación ininterrumpida, los usamericanos hayan abandonado Irak, es dudosamente cierto porque aún permanecerán en su territorio un total de 50 mil soldados destinados a “preservar la seguridad y la democracia”. Una democracia absolutamente inestable de la que aún siguen huyendo los propios iraquíes ya que según datos de las ONU son alrededor de 6 mil las personas que diariamente siguen cruzando las fronteras de Siria y Jordania. Una cifra que globalmente ha llegado a conformar un 40% de las familias profesionales de Irak viviendo en el extranjero.
Hay quienes suponen que a esta innoble retirada de Irak, seguirá la de Afganistán. Sin embargo no creo que se trate de un cambio político radical sino de un simple cambio de escenario. La intervención de los EEUU en el Asia Meridional ha venido fortaleciéndose hasta crear situaciones preocupantes en las que se mezclan las mentiras del presidente de Pakistán, las de la embajadora de los EEUU y las declaraciones del mismísimo fundador del más grande ejercito mercenario conocido, el llamado Ex Services, cuyo nombre oculta actualmente el del ya tristemente célebre Blackwater.
Se trata en consecuencia de que luego de dejar exhausto al expoliado Irak, los EEUU necesitan concentrarse en lo que resta de Afganistán y en su inmediato apoyo estratégico Pakistán. De modo que pretextando que los fundamentalistas Talibán y algunos miembros de Al Qaeda se han refugiado en Karachi, y en otras ciudades como Quetta y Peshawar, los EEUU están ingresando un importante número de mercenarios disfrazados de ayuda humanitaria. Una presencia que no pasa desapercibida a los propios paquistaníes quienes vienen detectando la evidencia de un plan destinado a destruir las bases espirituales y organizativas de su país a través de atentados suicidas, incentivación del fanatismo religioso y de las tendencias separatistas de algunos grupos étnicos.
El último pedido masivo de visas de entrada al país destinadas a 650 ciudadanos usamericanos, entre ellos 200 marines obtenidas por los EEUU, no sin cierta reticencia de la embajada Pakistaní en Washington, con la excusa de que se necesitan más personas para ayudar a Pakistán y “así poder avanzar en cuestiones económicas, de seguridad y de asistencia agrícola” sumado a la importación de grandes cargamentos de armas (hacia Afganistán como hipotético destino, aunque desembarcadas en Karachi) a través de una empresa paquistaní relacionada con Blackwater dejan poco lugar a dudas.
Una muestra del cinismo del fundador de Blackwater Eric Prince es la respuesta que dio a quién le preguntara si no le preocupaba que sus “combatientes” al ser ilegales no estuvieran protegidos por los Convenios de Ginebra. “De ningún modo –contestó Prince – porque esa gente no sabe ni donde queda Ginebra ni mucho menos qué clase de convenio se firmó allí”
A esta preocupante situación se han venido a sumar las torrenciales lluvias del monzón que han desencadenado el peor desastre natural de la historia de Pakistán, dejando a 17 millones de damnificados, sin techo, sin agua potable y sin alimentos y anegado un quinta parte del territorio, generando un interminable éxodo hacia tierras altas que prácticamente ha paralizado al país.y ha producido pérdidas estimadas por el gobierno en 43 mil millones de dólares.
Esta dramática situación no ha detenido sin embargo los ataques espontáneos o estimulados contra las minorías religiosas, últimamente la chiita en la ciudad de Lahore (de unos 8 millones de habitantes) en la que a raíz del estallido de tres bombas, al menos dos de ellas provocadas por un suicida, quedó un saldo de 26 muertos y más de 200 heridos. A los que se han sumado uno similar en la ciudad de Quetta con 53 muertos y 197 heridos y otro en Peshawar en el que murió un oficial de policía y hubo otros tres heridos. El Instituto Pakistaní para la Paz informó que desde 2009 han muerto en el país 12 mil personas víctimas de sucesos violentos, una cuarta parte por atentados terroristas.
No hay dudas de que la intervención usamericana encontrará allí un excelente caldo de cultivo para justificar su intervención y disimular sus propios intereses ya que todas esas manifestaciones de violencia y las ocasionadas por los ataques de aviones usamericanos no tripulados en la extensa frontera afgano-paquistaní contra supuestos refugios Talibán no tienen otro objetivo que lograr la balcanización de Pakistán e interponerse de este modo en la ruta del gas y del petróleo, el corredor energético que abastece a China, desde Irán, una nación a la que no puede atacar abiertamente como lo hiciera con Irak porque, contrariamente a aquella que no tenía, como quedó demostrado, armas de destrucción masiva, Pakistán sí forma parte de los países que disponen de ojivas nucleares. Estas son algunas de las razones por las que los EEUU necesitan instrumentar allí una estrategia de penetración diferente y hacia ella están trasladando sus pingües negocios bélicos. La envergadura del negocio de la guerra no parece declinar sino que va adaptándose maquiavélicamente de acuerdo con las características, de la región, las circunstancias políticas y la idiosincrasia de las poblaciones que pretende dominar sin amilanarse siquiera ante el reguero de desolación y muerte que va dejando a su paso sobre la faz del planeta.

Susana Merino

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