Con 4,5 millones de votos, Lasso logró una enorme remontada con respecto a la primera vuelta, en la que apenas había obtenido poco más de 1,8 millones (cerca del 20%). Presumiblemente, suma el millón y medio de votos de Xavier Hervas, el candidato de Izquierda Democrática, y el millón de votos de otros candidatos menores. Hervas, un empresario agroindustrial de gran desempeño en el primer turno, había llamado a apoyarlo en el ballotage, lo mismo que otros siete competidores.
En el caso de Arauz, que había ganado la primera vuelta (con más del 30%), apenas sumó 600 mil votos. Solo recibió el apoyo para el segundo turno de Isidro Romero, de Avanza, quien había logrado poco más de 170 mil votos (casi el 2%). A lo largo de su campaña, el delfín de Correa (según lo llamaron algunos medios) hizo críticas al ajuste de Lenín Moreno y reclamó una renegociación del acuerdo con el FMI, pero al mismo tiempo buscó congraciarse con los Estados Unidos. Prueba de ello fue su viaje a ese país y su reunión con autoridades del Fondo. Además, pronosticó que su relación con Norteamérica iba a ser excelente (lo que fue explícitamente resaltado por Correa en un reportaje) e incluso que iba a fortalecer la dolarización con el apoyo de Estados Unidos y los organismos internacionales. De conjunto, fue una versión aún más pálida del correísmo y no suscitó un entusiasmo popular.
La Conaie vuelve a ser noticia, dado que hubo más de 1,7 millones de votos nulos, que es el tipo de voto que había alentado esta formación. De esta manera, su brazo político, Pachakutik, retiene casi la totalidad de los votos que había conseguido Yaku Pérez en la primera vuelta (1,8 millones, alrededor del 20% -quedó fuera del segundo turno debido a un fraude electoral). Resistió la polarización y el llamado de uno de sus referentes, Jaime Vargas, a votar por Arauz, razón por la cual fue expulsado de la entidad.
La alta votación de Pachakutik en la primera vuelta y el importante voto nulo en el ballotage son, a su modo, una expresión de la rebelión de 2019 contra la anulación de los subsidios en los combustibles. De todos modos, la tónica conciliadora de esta formación a lo largo de la campaña se repite ahora con el anuncio de la formación de un bloque político común en el parlamento con Izquierda Democrática, la fuerza del empresario Hervas.
El gobierno de Lasso asumirá en un contexto crítico para Ecuador, marcado por la pandemia y la crisis económica. A todo esto hay que añadirle que será minoritario en el parlamento: su partido, Creo, tiene apenas 12 legisladores (sobre 137). Aun sumando a su aliado, el Partido Social Cristiano, y otras fuerzas más pequeñas, no llegaría a los 40. Pachakutik-Izquierda Democrática, juntos, suman 45 escaños. Y Unión por la Esperanza, la fuerza de Correa y Arauz, tendrá 49.
Lasso aparece doblemente condicionado por el pacto de Lenín Moreno con el FMI y la sombra de la rebelión popular. El actual mandatario suscribió un acuerdo por 6500 millones de dólares que tiene como contrapartida un severo ajuste (aumento del IVA, reducción salarial de los empleados públicos, etc.). Sin embargo, la implementación de esas políticas agudiza la crisis social. Lo sabe Lenín Moreno, cuyo gobierno culminó en un desastre. Ni siquiera pudo postularse para un nuevo período.
Los trabajadores, indígenas y estudiantes deberán organizarse para resistir el ajuste del nuevo gobierno. En esa línea, es importante el desarrollo de una salida política independiente, que parta de un programa que incluya la ruptura con el FMI, la nacionalización del comercio exterior y los principales recursos económicos, la prohibición de la megaminería contaminante, la triplicación del presupuesto de salud y el aumento de los salarios.
Gustavo Montenegro
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