En las últimas horas, el gobierno israelí autorizó el ingreso de “ayuda humanitaria” a Gaza, mientras se producían denuncias acerca de la hambruna mortal a la que es sometida la población de la Franja. Una declaración conjunta de los gobiernos de Gran Bretaña, Francia y Canadá reclama a Israel que cese las operaciones militares en Gaza, cuya ola de muertes califica de “intolerable”, y exige que autorice el ingreso de asistencia alimentaria de parte de las Naciones Unidas. El inglés Starmer ha anunciado también sanciones contra colonos sionistas que despojan de sus propiedades a palestinos en Cisjordania. Senadores norteamericanos, a quienes se identifica como parte del lobby sionista en Estados Unidos, habrían intervenido ante el gobierno de Israel para que se detenga la inanición de la población palestina. En el campo de la ‘izquierda’ no faltó quien viera en estas urgencias de este bloque imperialista que no ha cesado de armar al ejército sionista un acomodamiento a las presiones de las movilizaciones masivas que han tenido lugar en Europa contra el genocidio en Gaza. En la primera fila de esta vocería se anotó el Socialist Workers Party de Gran Bretaña, afiliado a una flamante Internacional Bagayera que todavía carece de nombre oficial. Para el SWP, “la escala del horror (desatado por) Israel en Gaza (…) ha golpeado a los líderes occidentales”. Para la “Coalición Paremos la Guerra” de Gran Bretaña, “estamos empezando a ver las quiebras en el apoyo monolítico a Netanyahu por parte del “establishment”. De acuerdo a un titular de Haaretz (20/5), el diario sionista liberal, “Netanyahu ha enfurecido al Mundo Ilustrado”.
Todo esto es, naturalmente, un sofisma, y no solamente porque el apoyo del imperialismo mundial a la guerra del estado sionista sigue inquebrantable. Starmer, de nuevo, anunció el cese de un convenio comercial con Israel que no ha producido nada hasta ahora y se duda de su vigencia. Los tres jinetes del imperialismo “liberal” vienen sosteniendo esta guerra de exterminio, con el ex presidente Biden, desde hace año y medio. Fueron parte de un diseño estratégico más amplio, como el derrocamiento de la dictadura de Al Assad en Siria; la ocupación del sur del Líbano por parte de las fuerzas armadas sionistas y de gran parte del sur de Siria, hasta las cercanías de Damasco. Starmer, Macron y Carney han liderado la campaña contra el “antisemitismo” de quienes vienen luchando contra el ‘horror’ que aquellos admiten ahora. La carnicería humana y política contra el pueblo palestino ha llegado muy lejos como para optar por una retirada supuestamente ordenada. Por eso Netanyahu ha respondido con un ‘seguimos adelante’ contra estas exhortaciones pseudo pacifistas.
El ala liberal del sionismo israelí ha sido un adelantado en la caracterización de esta guerra de exterminio. El diario Haaretz, por ejemplo, viene suponiendo, desde hace tiempo, que Netanyahu carecía de un plan para la pos guerra, que ahora prosigue para poder continuar en el poder y evitar su encarcelamiento por corrupción. En función de este interés personal, Netanyahu sostiene contra viento y marea la coalición de gobierno con la ultraderecha clerical que ha hecho público el objetivo de matar al pueblo palestino mediante bombardeos a discreción e inanición alimentaria. En el marco de este enfoque, el decano del liberalismo sionista denuncia al primer ministro de “destruir el eficaz trabajo de los servicios de seguridad” y lo acusa de buscar una “guerra infinita” (Forever War).
La verdad es que la guerra de exterminio en Gaza fue aprobada desde el primer momento por el estado mayor de las fuerzas armadas de Israel y el gabinete de guerra, al cual Netnyahu incorporó a líderes militares de la oposición parlamentaria. Este plan de guerra no puede adjudicarse a una improvisación incurrida por el ataque supuestamente inesperado de Hamas. En junio del año pasado, Netanyahu produjo un relevo importante en el estado mayor del ejército. Eyal Zamitm, un general de blindados, en lugar de aviadores, designado para su jefatura, presentó un plan de operación terrestre que involucraba a seis divisiones que pondrían fin a la dominación de Hamas y ocuparían el enclave entero (Haaretz, 18/5). Es el que se encuentra en pleno despliegue en la actualidad; ningún departamento de la OTAN desconocía esta estrategia – la limpieza étnica de Gaza. Es lo que avaló Trump en forma oficial cuando comunicó su intención de “apropiarse” de Gaza, convertido en enclave extranacional, para edificar una ‘Riviera’ sobre el Mediterráneo. Esta operación fue bautizada, finalmente, como Los Carros de Gedeón (Gideon Charriots). Las fuerzas armadas de Israel (“Fuerzas de Defensa”) están en juego en este operativo – no el pellejo de Netanyahu. Un fracaso estratégico de la operación Carros sería un golpe existencial la institución fundamental de Israel.
Haaretz ofrece otra información significativa – la movilización “de decenas de miles de reservistas” a Cisjordania, para “liberar a las fuerzas regulares” para la ocupación de Gaza. Es probable que la transferencia de reservistas tenga lugar también al sur de Líbano y de Siria. Semejante despliegue de tropas activas y de la reserva equivale a declarar a Israel en estado de guerra. Los jefes de Gobierno que se habrían “quebrado” por los horrores que (¿vieron? ¿leyeron? ¿escucharon?) en Gaza no desconocen en absoluto el alcance estratégico de Los Carros de Gedeón – sólo piden regular humanamente la ayuda alimentaria a la población, para evitar un fracaso de ella. Todos estos gobernantes, con Trump a la cabeza, han bombardeado en forma sistemática al único grupo político-estatal que ha salido a pelear contra la masacre de la ultraderecha sionista – los huties de Yemen. Es oficial la gestión de Trump para que Libia y Siria acojan a palestinos desterrados por esta ‘solución final’.
“Unos pocos estados árabes, informa Haaretz, liderados por Arabia Saudita y Egipto, quieren instalar un nuevo gobierno en Gaza, que dependerá de una fuerza militar internacional y ayuda económica extranjera, que incluiría a la Autoridad Palestina”. Si la salida de “dos estados” quedó agotada hace décadas, no la resucitará la instalación de una fuerza militar internacional. El cuadro de guerra internacional que caracteriza al actual momento histórico, no permite el retorno a un estatus que no prosperó en estadios menos conflictivos. La disputa mundial por materias primas de todo orden, para reestructurar las cadenas de producción en función de polos antagónicos, lejos de impulsar salidas ‘pacíficas’ en el Cercano Oriente, anuncia un escalamiento de conflictos bélicos en América Latina y en África. El imperialismo norteamericano ha salido a controlar en forma directa el canal de Panamá e instalar base en el sur de Argentina, e incluso en el paraíso isleño de Fernando de Noronha.
La guerra de exterminio en Gaza constituye, por sus alcances y derivaciones, una parte de la guerra mundial. Los trabajadores de todos los países deben verla desde esta óptica – y alistarse para enfrentarla en términos y acciones revolucionarias.
Jorge Altamira
21/05/2025