viernes, 31 de octubre de 2008

Putrefacción moral en la Casa Blanca



La enumeración de las atrocidades cometidas en los últimos tiempos contra los pueblos y la naturaleza para salvaguardar el sistema capitalista ocuparían todas las páginas de este diario. Quisiéramos detenernos en una, de gran actualidad ante la inminencia de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y la votación que días atrás tuvo lugar en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde 185 de los 192 países miembros aprobaron, por decimoséptima vez, una resolución exigiendo poner fin al bloqueo iniciado hace cuarenta y seis años en contra de Cuba.
No se conocen antecedentes de un repudio tan universal a las políticas del imperio, acompañado en la defensa de sus fechorías tan sólo por Israel (su Estado-cliente y gendarme regional en Medio Oriente) y Palau. Merece una digresión el caso de este micro-Estado que, según informa el sitio web de la CIA, es conjunto de islitas de 451 km cuadrados con una población de 21.093 habitantes. Es un país “independiente”, que vota en la o­nU y se alinea con la Casa Blanca, razón por la cual seguramente será caracterizado por sus publicistas como una sólida y vibrante democracia.
No parece molestar a Washington en este caso el tema del partido único, recurrentemente utilizado para criticar a Cuba, porque en este baluarte de las libertades del lejano Pacífico no existen partidos políticos, según lo informa también la CIA. No es que sólo hay uno y eso es malo; no hay ninguno, pero eso es bueno. De todos modos, estos son detalles nimios que se compensan con largueza cuando se recuerda que, en 1986, Palau firmó un Tratado de Libre Asociación con Estados Unidos que lo convierte de facto en una colonia, pero una de un tipo muy especial, porque puede sentarse en la Asamblea General para votar a favor de sus amos.
No tuvo la misma suerte Puerto Rico, que Washington se esmeró para que desde la misma fundación de la o­nU ese país fuese incluido en la lista de Territorios No Autónomos y, por lo tanto, inhabilitados para integrarse a la o­nU. Sus cuatro millones de habitantes, más otros tantos que residen en Estados Unidos, no pueden opinar sobre ningún asunto.
Afortunadamente en esta ocasión, las Islas Marshall, que la CIA caracteriza como un banco de prueba de la cohetería del Pentágono, y Micronesia decidieron desobedecer las órdenes de la Casa Blanca.
Decíamos putrefacción moral porque no hay otra forma de calificar el pertinaz sostenimiento de un bloqueo durante casi medio siglo, un prolongado escarmiento propinado a Cuba por haberse animado a luchar por su verdadera independencia. Un castigo ejemplarizador, de esos que los esclavistas y los “conquistadores” de España y Portugal aplicaban con total sadismo a los que tenían la osadía de pretender liberarse de sus cadenas.
Francia no se quedó atrás en esta infamia: en 1825 impuso a Haití, la joya de sus colonias caribeñas, el pago de una enorme indemnización (unos 21 mil millones de dólares de hoy) por los “perjuicios” ocasionados a los latifundistas franceses por su independencia y un tributo del 50 por ciento a todos los bienes que entrasen o saliesen de Haití. Esta deuda desangró al país: se terminó de pagar en 1947, sumiendo a una de las islas más ricas del Caribe en la miseria más absoluta.
Pero Cuba no pudo ser igualmente doblegada, y eso no se perdona. Es un pésimo ejemplo que debe erradicarse de la faz de la Tierra. Ahí están Venezuela, Bolivia y Ecuador para demostrar la malignidad del contagio. Y los otros gobiernos, que sin haberse infectado con el virus de la autodeterminación y la dignidad nacional, coquetean con los rebeldes.
Ni aun la fenomenal devastación producida por dos gigantescos huracanes hizo que Estados Unidos pusiera temporalmente entre paréntesis su criminal política. Tal como lo declarara el canciller Pérez Roque en la o­nU, el saldo de este desastre fue de “más de 500 mil viviendas y miles de escuelas e instituciones de salud afectadas, un tercio del área cultivada devastada y una severa destrucción de la infraestructura eléctrica y de comunicaciones, entre otros daños”.
Su reconstrucción, una empresa humanitaria por definición, se vería facilitada si la Casa Blanca tuviera todavía un pequeño resto de nobleza y moralidad y permitiera a La Habana adquirir los bienes que necesita en Estados Unidos. Pero no lo tiene. La Revolución no quiere regalos; quiere comerciar, pagando en efectivo y por adelantado sus compras, lo que favorecería a empresarios y trabajadores de ese país.
Pero se lo impide la podredumbre moral de la Casa Blanca, insensible ante el flagelo que el Katrina provocó entre los suyos, combinada con la irreparable estupidez de la pandilla reaccionaria que ejerce el gobierno. De este modo, la isla deberá adquirir en tierras lejanas bienes que, por el bloqueo y los fletes, terminan siendo carísimos. Será todo más difícil, pero Cuba ha dado repetidas muestras de no arredrarse ante la adversidad. Ahora podrá demostrarlo una vez más.

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La peor variante


Leí hoy que la Reserva Federal de Estados Unidos había creado una nueva línea de créditos para los Bancos Centrales de México, Brasil, Corea del Sur y Singapur.
En la misma declaración informa que ha proporcionado créditos similares a los Bancos Centrales de Australia, Canadá, Dinamarca, Reino Unido, Japón, Nueva Zelanda, Suiza y el Banco Central Europeo.
En virtud de esos acuerdos, proporciona dólares a los Bancos Centrales a cambio de reservas en divisas de esos países, que han sufrido pérdidas considerables debido a la crisis financiera y comercial.
De ese modo se afianza el poder económico de su moneda, privilegio otorgado en Bretton Woods.
El Fondo Monetario Internacional, que es el mismo perro con diferente collar, anuncia la inyección de elevadas sumas a sus clientes de Europa Oriental. A Hungría le inyecta el equivalente a 20 mil millones de euros, gran parte de los cuales son dólares procedentes de Estados Unidos. No cesan las máquinas de imprimir billetes ni el FMI de otorgar sus leoninos préstamos.
Por su parte, ayer el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) declaraba en Ginebra que al ritmo actual de gastos, la humanidad necesitaría los recursos de dos planetas en 2030 para mantener su estilo de vida.
El WWF es una institución seria. No hace falta ser graduado universitario en Matemáticas, Economía o Ciencias Políticas para comprender lo que eso significa. Es la peor variante. El capitalismo desarrollado aspira todavía a seguir saqueando al mundo como si el mundo pudiera soportarlo.


Fidel Castro Ruz
Octubre 30 de 2008
8:05 p.m.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Defendiendo a Cuba nos defendemos



No hay razón ni principio ni argumento posible con qué defender el bloqueo a Cuba de los Estados Unidos y de todas las empresas, situadas en distintos países del mundo, vinculadas económicamente a empresas de los Estados Unidos.
El bloqueo no es una mera sanción económica abstracta sino que detrás del bloqueo, como siempre ocurre en la economía, hay vidas concretas. Sólo dos ejemplos:
Uno: La firma Intervet, de Holanda, suministraba a Cuba una vacuna de inmunización animal. Pero el gobierno norteamericano informó a esa empresa del riesgo que corría. La vacuna contiene un tanto por ciento de un antígeno producido en los Estados Unidos: a los directivos de Intervet-Holanda se les notificó que de continuar con las ventas se les podría, además de multar, cerrar sus sucursales en territorio estadounidense. Vidas concretas, vidas de los trabajadores de esa empresa holandesa, vidas de los animales en la Isla, vidas de las personas que trabajan con los animales, etcétera.
Segundo ejemplo: Los niños cubanos con tumores óseos no pueden tener acceso a las llamadas endoprótesis para sustituir amputaciones. Estas endoprótesis aumentan de tamaño a medida que el niño va creciendo, se solicitan de manera individual y deben estar listas en el momento de la operación. Como los Estados Unidos no acceden a vendérselas a Cuba, es difícil que lleguen a tiempo desde otros países más lejanos. Vidas concretas, la diferencia entre crecer con dos piernas o con una sola, con dos brazos o con uno solo.
Son ejemplos de entre cientos de miles que podrían tomarse.
Mientras dura, cada uno de los días desde hace cuatro décadas, esa agresión ilegítima, los que defendemos a Cuba tenemos en nuestros países que atender a otra clase de agresión, sin duda menor pero constante y ante la que resulta difícil combatir en igualdad de condiciones. Se trata del uso de la mentira amparado y no solo amparado, a menudo propugnado por los grandes medios de comunicación.
Tenemos que leer día tras día cómo hubo 75 disidentes que fueron condenados a penas de prisión en Cuba, se dice, se miente, por expresar libremente sus ideas. Es muy sencillo demostrar que no fue así. Lo fueron por ejecutar hechos con el objeto de que sufriera detrimento la independencia del Estado cubano. Lo fueron por colaborar con la ley norteamericana del bloqueo, y sabemos que, por ejemplo, en Canadá colaborar con esa ley también es un delito pues de tal modo se entiende que atenta contra el derecho que tiene todo Estado a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social.
Lo sabemos, pero es cansado saberlo y no poderlo decir públicamente. En este sentido, cuando tanto se habla de libertad de expresión, algún día debiera empezar a decirse que la libertad real de expresión consiste, como mínimo, en poder replicar en el mismo medio y con el mismo espacio a cada mentira que haya sido publicada.
Quienes defendemos a Cuba tenemos que buscar la verdad en lugares distintos a los grandes periódicos o las grandes emisoras. Pero la verdad está, por el momento al menos, accesible aunque no sea por caminos llanos.
Debemos seguir buscando esa verdad. Y no porque la Revolución cubana necesite que lo hagamos, sino porque nosotros y nosotras lo necesitamos. Porque defendiendo a Cuba nos defendemos. Porque si abandonáramos a la Revolución cubana nos abandonaríamos a nosotros mismos.
Entre las mentiras que se lanzan contra Cuba figuran a veces supuestas violaciones de los derechos humanos. Deberíamos recordar a quienes tanto usan esas dos palabras, que los derechos humanos a los que acuden tienen una legitimidad revolucionaria. Fueron proclamados después de luchas duras y difíciles. Aún así, sabemos bien que son muy pocos quienes disfrutan realmente de esos derechos, pongamos a la educación, a la asistencia médica, al trabajo, pongamos incluso a la vida.
Sabemos más, sabemos que esos derechos a veces están formulados de manera confusa: ¿qué es el derecho a “un nivel de vida adecuado”? ¿Adecuado tal vez en función de la clase social a la que se pertenezca? ¿O qué es, por ejemplo, el derecho a una limitación “razonable” de la jornada de trabajo? ¿Razonable para quién, para el empresario, o para el trabajador?
Sabemos, por último, que la lucha de la Revolución cubana, que es la nuestra, es la lucha contra los mecanismos que impiden que esos derechos lo sean de todas las personas, mecanismos que, en ocasiones, pueden estar incluso dentro de la misma declaración. Derecho a la libertad, de acuerdo, derecho a todas las libertades menos, decimos, a la libertad de unas personas de explotar a otras.
Defendemos a Cuba porque no queremos que nos exploten, que nos mientan, que nos llenen del miedo pequeño y servil que va haciendo las ciudades más angostas, las calles más oscuras, las habitaciones más solas, las vidas más diminutas y tristes y acobardadas.
Defendemos Cuba con las mismas palabras que Bertolt Brecht escribió un día en su canción de las buenas gentes.
“A la Revolución cubana se la conoce que resulta mejor cuando se la conoce. La Revolución cubana invita a mejorarla, porque ¿qué es lo que a uno le hace sensato? Escuchar y que le digan algo”.
Pero, al mismo tiempo, mejora al que la mira y a quien mira. No sólo porque nos ayuda a buscar comida y claridad, sino, más aún, nos es útil porque sabemos que vive y transforma el mundo.

Belén Gopegui (La Época)
28 de Octubre 2008

martes, 28 de octubre de 2008

Celia Hart, la mariposa de la cultura cubana



Nosotros los italianos no estamos acostumbrados a muchas solemnidades, en cambio aprendí viviendo en Cuba que es muy estimulante que casi cada día del año sea dedicado a una profesión, a un oficio, en fin, que cada ciudadano pueda sentirse orgulloso y gratificado de su obra al menos un día en el año, es como si todos tuvieran un cumpleaños adicional.
El 20 de octubre es el día de la Cultura cubana y las manifestaciones son tantas, que se necesita utilizar también las fechas cercanas.
El 16 de octubre de 2008 tuve el gran honor de ser una de las personas encargadas de contar mi experiencia de vida junto a la gran revolucionaria desaparecida Celia Hart Santamaría.
El homenaje, íntimo y tierno, fue organizado por dos intelectuales cubanos, escritores, periodistas, historiadores, investigadores pero sobre todo una pareja muy identificada que tiene una familia maravillosa, que prácticamente me adoptó, que son Froilán González y Adys Cupull.
El Museo Abel Santamaría, casa consagrada a la Revolución cubana dónde nació el proyecto del asalto al Moncada, fue el marco más apropiado para conversar sobre Celia, recordarla como fue y como seguirá acompáñdonos y luchando con todos los revolucionarios del mundo.
Froilán empezó con algunas palabras tan tiernas que me llenaron los ojos de lágrimas, recordando un comentario de Compay Segundo, el gran músico cubano del tres desaparecido hace pocos años, que en una entrevista con ellos le afirmó que nadie muere en este mundo, sólo se transforma, pasa a ser una mariposa.
Por esta razón el difunto cantante siempre incitó a no matar nunca una mariposa, porque indudablemente es un alma que continúa siguiéndonos y a aconsejándonos, dando aliento a nuestro corazón.
“Así tenemos que seguir pensando en Celia, como una mariposa, que no morirá nunca y que seguirá volando alrededor de nosotros, para inspirarnos e infundirnos ánimo por las batallas futuras de esta Revolución cubana, de la Revolución mundial que tanto quiso y que está en continuo movimiento”, afirmó Froilán.
Después, continuó con la lectura del artículo “Celia Hart Santamaría. Intelectual de su tiempo” escrito con Adys, que es el comentario, de los dos conocidos literatos, sobre la obra de la escritora cubana.
A continuación Adys explicó por qué no habían escrito nada sobre este trágico acontecimiento, pues la conmoción y el dolor no se los habían permitido.
“Celia no merecía ninguna nota triste, más bien, su fuerza y su honestidad política merecían una reflexíon fuerte y militante, exactamente como ella afrontó siempre todas sus batallas, siempre consecuente con su pensamiento.”
Las ideas de Celia siempre fueron revolucionarias, y como tal martiana, con su gran conocimiento sobre los escritos de Julio Antonio Mella, del Che Guevara y de León Trotsky, trató de explicar y fundamentar que los tres grandes personajes lucharon por la misma causa: la Revolución Permanente y el Internacionalismo.
Siempre manifestó en cada instante su gran amor para Fidel Castro, porque nadie podrá nunca acusarla de no ser una verdadera cubana, completamente “fidelista” y comprometida con el proceso revolucionario en continuo movimiento que se desarrolla en esta isla caribeña.
Adys continuó afirmando que la obra teórica de Celia vivió en la sombra editorial e indudablemente no tuvo el reconocimiento y la comprensión que merecía. Invitó a los presentes a divulgarla, a estudiarla y a dibatirla y darle voz y lugares donde poder recordar su precioso legado.
Después de Adys, la investigadora María Aguilera del Museo Abel Santamaría leyó una entrevista inédita hecha a Celia, que ella misma escribió en 1990, donde la desaparecida joven intelectual cubana habló pricipalmente de su madre, Haydée Santamaría y de su tío Abel.
Contó las grandes enseñanzas de la revolucionaria incansable, que fundó la Casa de las Américas con su gran empeño, donde dio apoyo a músicos incomprendidos en aquella época, como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, que están entre los más aclamados de la Nueva Trova cubana a la luz de hoy.
Celia de su madre aprendió a no perder el coraje delante de algunos obstáculos que a veces tuvo que superar, si se sabe que se lucha por lo justo y con principios válidos no tenemos que parar ante las ideas diferentes, pero como dijo su querido Che Guevara, Hasta la Victoria Siempre!
Al concluir este encuentro, yo conté a los asistentes nuestra gran amistad en el Comité Internacional por la Libertad de los Cinco cubanos, donde militamos codo a codo, listas para todo por tratar de romper el muro de silencio que los grandes medios de comunicación construyeron sobre este encarcelamiento de una injusticia sin fin.
Hablé de su sentido del humor, muy alegre e inteligente, de nuestras discusiones amigables sobre los procesos revolucionarios en Bolivia, en Venezuela y en Ecuador: Celia fue seguidora del presidente Hugo Chávez y yo, sigo más de cerca la Revolución Ciudadana de Rafael Correa, con mucha pasión y convicción tan fuerte, que me gané, por Celia, el calificativo de “primera dama del Ecuador.”
Luego, leí la entrevista que escribí en el 2007, y que la misma Celia me había pedido, para recordar el 80° aniversario del nacimiento de su tío Abel Santamaría.
Entre el público se encontraba Esteban Llorach, premio nacional de edición, que colabora con muchas editoriales del país y miembro como Adys y Froilán, del UNEAC, (Unión Nacional de los Escritores y Artistas de Cuba): se ofreció a ayudar en el trabajo de difusión, para elegir el perfil editorial más apropiado para la obra de Celia y empezar a publicar sus artículos en revistas cubanas.
Nos acompañó Teresa Villasante, revolucionaria peruana, residente en Cuba, gran amiga de Celia y militante en el Comité Internacional de Libertad por los Cinco cubanos y Graciela Rodríguez “Chela”, colaboradora incansable del padre de Celia, (el gran revolucionario Armando Hart) y coordinadora del despacho del Programa Martiano.
Por la familia estuvo presente el hijo mayor de Celia, José Julián y su prima Norma María Ruiz, hija de la revolucionaria Ada Santamaría, hermana de Haydée.
Froilán y Adys, con el apoyo de otros intelectuales cubanos, sugirieron al Museo Abel Santamaría preparar una exposición de fotografías de Celia por el 4 de enero de 2009, el día de su cumpleaños.
Siempre con Froilán y Adys, yo también propuse que se pueda crear una página web cubana que recoja toda la producción de Celia; ella nos regaló páginas inolvidables en pocos años, con las reflexiones revolucionarias verdaderamente innovadoras.
En este momento de crisis mundial no podemos olvidar el mensaje de amor revolucionario que “la mariposa” de la cultura cubana nos dejó.

Ida Garberi, responsable de la página en italiano de Prensa Latina

El analfabetismo económico



Chávez habló en Zulia del “camarada Sarkozy”, y lo dijo con cierta ironía, pero sin ánimo de herirlo. Por el contrario, más bien quiso reconocer su sinceridad cuando, en su condición de Presidente rotativo de la Comunidad de Países Europeos, habló en Beijing.
Nadie proclamaba lo que todos los líderes europeos conocen y no confiesan: el sistema financiero actual no sirve y hay que cambiarlo. El Presidente venezolano exclamó con franqueza:
“Es imposible refundar el sistema capitalista, sería como un intento de poner a navegar al Titanic después que está en el fondo del Océano.”
En la reunión de la Asociación de Naciones Europeas y Asiáticas, en la que participaron 43 países, Sarkozy hizo confesiones notables, según los cables:
“El mundo va mal, afronta una crisis financiera sin precedentes por su magnitud, rapidez, violencia, y sus consecuencias sobre el medio ambiente ponen en cuestión la supervivencia de la humanidad: 900 millones de personas no tienen los medios para alimentarse.
“Los que participamos en esta reunión representamos dos tercios de la población del planeta y la mitad de sus riquezas; la crisis financiera comenzó en Estados Unidos, pero es mundial y la respuesta debe ser mundial.”
“El lugar para un niño de 11 años no es la fábrica, sino la escuela”.
“Ninguna región del mundo tiene lección que dar a nadie.” Una clara alusión a la política de Estados Unidos.
Al final recordó ante las naciones de Asia el pasado colonizador de Europa en ese continente.
Si Granma hubiese suscrito esas palabras, dirían que se trataba de un clisé de la prensa oficial comunista.
La canciller de Alemania, Angela Merkel, dijo en Beijing que no se podía “prever la entidad y duración de la crisis financiera internacional en curso. Se trata, ni más ni menos, de la creación de una nueva carta constitutiva de las finanzas.” Ese mismo día se divulgaron noticias que revelan la incertidumbre general desatada.
En la reunión de Beijing, los 43 países de Europa y Asia acordaron que el FMI debería jugar un papel importante asistiendo a los países gravemente afectados por la crisis, y apoyaron una cumbre interregional en busca de la estabilidad a largo plazo y el desarrollo de la economía del mundo.
El presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, declaró que “había una crisis de responsabilidad en la que unos pocos se han enriquecido y la mayoría se está empobreciendo”, que “los mercados no confían en los mercados”. Exhortó a los países a huir del proteccionismo, convencido de que la competencia haría que los mercados financieros jugaran su papel. No ha sido oficialmente invitado a la cumbre en Washington por la actitud rencorosa de Bush, que no le perdona el retiro de las tropas españolas de Iraq.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, apoyó su advertencia sobre el proteccionismo.
El secretario general de la ONU, Ban Ki‑moon, se reunía por su parte con eminentes economistas para tratar de evitar que los países en desarrollo sean las principales víctimas de la crisis.
Miguel D’Escoto, ex ministro de Relaciones Exteriores de la Revolución Sandinista y actual presidente de la Asamblea General de la ONU, demandaba que el problema de la crisis financiera no se discutiera en el G‑20 entre los países más ricos y un grupo de naciones emergentes, sino en las Naciones Unidas.
Hay disputas acerca del lugar y la reunión donde debe adoptarse un nuevo sistema financiero que ponga fin al caos y la ausencia total de seguridad para los pueblos. Existe gran temor de que los países más ricos del mundo, reunidos con un grupo reducido de países emergentes golpeados por la crisis financiera, aprueben un nuevo Bretton Woods ignorando al resto del mundo. El presidente Bush declaró ayer que “los países que discutirán aquí el mes próximo sobre la crisis global deben también volver a comprometerse con los fundamentos del crecimiento económico a largo plazo: mercados libres, libre empresa y libre comercio.”
Los bancos prestaban decenas de dólares por cada dólar depositado por los ahorristas. Multiplicaban el dinero. Respiraban y transpiraban por todos los poros… Cualquier contracción los conducía a la ruina o a la absorción por otros bancos. Había que salvarlos, siempre a costa de los contribuyentes. Fabricaban enormes fortunas. Sus privilegiados accionistas mayoritarios podían pagar cualquier suma por cualquier cosa.
Shi Jianxun, profesor de la Universidad de Tongui, Shanghai, declaró en un artículo que publicó en la edición exterior del Diario del Pueblo que “la cruda realidad ha llevado a la gente, en medio del pánico, a darse cuenta de que Estados Unidos ha utilizado la hegemonía del dólar para saquear las riquezas del mundo. Urge cambiar el sistema monetario internacional basado en la posición dominante del dólar.”
Con muy pocas palabras explicó el papel esencial de las monedas en las relaciones económicas internacionales. Así venía ocurriendo desde hace siglos entre Asia y Europa: recordemos que el opio fue impuesto a China como moneda. De eso hablé cuando escribí La victoria china.
Ni siquiera plata metálica, con la que pagaban inicialmente los españoles desde su colonia en Filipinas los productos adquiridos en China, deseaban recibir las autoridades de este país, porque se devaluaba progresivamente debido a su abundancia en el llamado Nuevo Mundo recién conquistado por Europa. Hasta vergüenza sienten hoy los gobernantes europeos por las cosas que impusieron a China durante siglos.
Las actuales dificultades en las relaciones de intercambio entre esos dos continentes deben resolverse, según el criterio del economista chino, con euros, libras, yenes y yuanes. No cabe dudas de que la regulación razonable entre esas cuatro monedas ayudaría al desarrollo de relaciones comerciales justas entre Europa, Gran Bretaña, Japón y China.
Estarían incluidos en esa esfera Japón y Alemania ―dos países productores de sofisticados equipos de tecnología avanzada tanto para la producción como para los servicios―, y el mayor motor en potencia de la economía del mundo, China, con alrededor de 1 400 millones de habitantes y más de 1,5 millones de millones de dólares en sus reservas de divisas convertibles, que son en su mayoría dólares y bonos del Tesoro de Estados Unidos. Le sigue Japón con casi las mismas cifras de reservas en divisas.
En la actual coyuntura, se incrementa el valor del dólar por la posición dominante de esta moneda impuesta a la economía mundial, justamente señalada y rechazada por el profesor de Shanghai.
Gran número de países del Tercer Mundo, exportadores de productos y materias primas con poco valor agregado, somos importadores de productos de consumo chinos, que suelen tener precios razonables, y equipos de Japón y Alemania, los cuales son cada vez más caros. Aun cuando China ha tratado de que el yuan no se sobrevalúe, como demandan sin cesar los yanquis para proteger sus industrias de la competencia china, el valor del yuan se incrementa y el poder adquisitivo de nuestras exportaciones disminuye. El precio del níquel, nuestro principal producto de exportación, cuyo valor alcanzó más de 50 mil dólares la tonelada no hace mucho, en los últimos días apenas rebasaba los 8 500 dólares por tonelada, es decir, menos del 20 por ciento del precio máximo alcanzado. El del cobre se ha reducido a menos del 50 por ciento; así sucesivamente ocurre con el hierro, aluminio, estaño, zinc y todos los minerales indispensables para un desarrollo sostenido. Los productos de consumo, como café, cacao, azúcar y otros, más allá de todo sentido racional y humano, en más de 40 años apenas incrementaron sus precios. Por eso no hace mucho tiempo yo advertía igualmente que, como consecuencia de una crisis que estaba a las puertas, los mercados se perderían y el poder adquisitivo de nuestros productos se reduciría considerablemente. En esa circunstancia, los países capitalistas desarrollados saben que sus fábricas y servicios se paralizan, y sólo la capacidad de consumo de gran parte de la humanidad ya en los índices de pobreza, o por debajo de estos, podría mantenerlos funcionando.
Ese es el gran dilema que plantea la crisis financiera y el peligro de que los egoísmos sociales y nacionales prevalezcan por encima de los deseos de muchos políticos y estadistas angustiados ante el fenómeno. No tienen la menor confianza en el propio sistema del que surgieron como hombres públicos.
Cuando un pueblo deja atrás el analfabetismo, sabe leer y escribir, y posee un mínimo indispensable de conocimientos para vivir y producir honradamente, le faltaría vencer todavía la peor forma de ignorancia en nuestra época: el analfabetismo económico. Sólo así podríamos saber lo que está ocurriendo en el mundo.

Fidel Castro Ruz

Octubre 26 de 2008

5 y 15 p.m.

La crisis se expande a escala global

Se derrumban las bolsas y el petróleo: La tormenta ya azota a Asia y a los países del Golfo Pérsico

La crisis ya se expande y multiplica a escala global: El colapso financiero con desaceleración económica (por efecto de la contracción del crédito) exportada originalmente de EEUU y la Unión Europea ya se contagia aceleradamente a las llamadas economías "emergentes" de Asia, África y América Latina. Como efecto del derrumbe de los precios del petróleo, los países productores del Golfo Pérsico ya se están acoplando a tsunami financiero-recesivo, mientras la subida imparable del dólar preanuncia una mayor agudización del proceso recesivo con baja del consumo en las economías a escala planetaria
Este lunes (casi como una dinámica burocrática) Wall Street y las bolsas mundiales volvían a derrumbarse, mientras el petróleo y el euro seguían en picada frente a la imparable fortificación del dólar, y pese a nuevas operaciones de rescate financiero de los bancos centrales y del FMI, que salió en "ayuda" de Europa del Este.
En tanto, diez países sudamericanos se reunían en Brasilia para abordar la crisis y la amenaza de recesión mundial, mientras el Tesoro de EEUU anunciaba que nueve grandes bancos estadounidenses recibirán esta semana US$ 125.000 millones en inyecciones de capital.
Las entidades son Citigroup, JPMorgan Chase, Bank of America, Wells Fargo, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Merrill Lynch, Bank of New York Mellon y State Street, los grandes "beneficiarios" del rescate financiero de la Reserva Federal a cuyo "sistema privado" pertenecen.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció por su lado planes para rescatar las economías de Ucrania y Hungría, Japón presentó nuevas acciones para frenar la debacle de la Bolsa de Tokio, Bélgica acudió en ayuda del banco KBC y Corea del Sur bajó el lunes sus tasas de interés.
Pero nada de eso sirvió para calmar el "pánico recesivo" que sigue hundiendo a los mercados casi como una monotonía.
Los temores por la desaceleración global impulsada por el brote recesivo de las principales economías mundiales ya habían empujado hacia abajo los índices de las principales bolsas europeas el pasado viernes y este inicio de semana continuó en la tendencia negativa.
En Europa, las bolsas tuvieron caídas notables en las primeras operaciones del lunes,
En Nueva York, el índice Dow Jones abrió en baja de 1,5%.
Termine como termine la semana en Wall Street, el mercado bursátil estadounidense posiblemente ponga fin a un octubre que quedará para siempre en la retina de los "inversores".
En lo que va del mes, el promedio industrial Dow Jones perdió un 22,8%; el índice S&P 500, un 24,7 %, y el Nasdaq, un 25,8 %, lo que los pone en camino de cerrar su peor mes desde el "crack" de octubre de 1987.
En el caso del S&P, este octubre podría ser el peor mes para ese índice desde la Segunda Guerra Mundial.
En Europa, las bolsas seguían "deprimidas" en las primeras operaciones del lunes, siguiendo la tendencia bajista en Asia. Hacia las 12H00 GMT, Londres cedía 3,48%, París 6,02%, Fráncfort 3,78% y Madrid, 5,59%.
En Asia, el índice Nikkei de Japón perdió un 6,36%, hasta su nivel más bajo desde octubre de 1982 y la bolsa de Hong Kong se hundió un 12,2%.
Una de las pocas Bolsas de Valores que presentó ganancias fue el mercado de Seúl, que revertió las pérdidas iniciales para cerrar al alza 0,8% luego que el banco central de Corea del Sur recortara su tasa de interés de 5% a 4,35% durante una sorpresiva reunión.
En Filipinas, el principal índice bursátil se desplomó 12,3% luego que el segundo banco más grande del país reportara pérdidas considerables.
En Hong Kong, el Hang Seng bajó 12,7% su mayor caída desde 1991; mientras que el índice Sensex de India perdió 6,1% este lunes, su nivel más bajo desde noviembre de 2005.
"Todavía hay más dolor por delante", advirtió Atul Mehra, de JM Financial en Bombay. "La tormenta mundial no parece que vaya a remitir pronto", agregó.
El petróleo seguía depreciándose, pese al recorte de producción de 1,5 millones barriles diarios anunciado la semana pasada por la OPEP.
El petróleo Brent del Mar del Norte se cotizó el lunes por debajo de los US$ 60 en Londres, por primera vez desde marzo de 2007, consecuencia del fortalecimiento del dólar y el temor a una recesión.
El G7, el club de las naciones más ricas del mundo, abogó por cooperar para estabilizar el sistema de mercados y mostró su inquietud ante la "excesiva volatilidad" del yen japonés, un gesto que dejó fríos a los mercados.
En el mercado de divisas, el yen, que el viernes registró su máximo nivel en 13 años frente al dólar, permaneció en lo más alto pese al intento del G7 de presionar la moneda hacia abajo.
El euro, en cambio, cayó por debajo de US$ 1,24 en los primeros intercambios, un mínimo inédito en más de dos años.
La tormenta financiera global alcanzó al Golfo Pérsico el domingo, cuando el banco central de Kuwait garantizó los depósitos bancarios y anunció el rescate de uno de los mayores bancos del país.
Se trata del primer rescate bancario en el Golfo, una región que parecía relativamente inmune a los embates de la crisis financiera.
Los precios del petróleo han caído un 50% desde su máximo de julio de más de US$147 el barril y el explosivo crecimiento de las economías de la región ahora parece vulnerable en los precisos momentos en que los inversionistas internacionales y locales se baten en retirada de los mercados.
En un gesto aparente por aliviar el impacto de la crisis en sus ciudadanos, Arabia Saudita divulgó el domingo que destinará US$2.300 millones a préstamos para deudores de bajos ingresos.
En Dubai, las empresas de bienes raíces dijeron ver señales de una moderación en los precios por primera vez en años, mientras se evapora la financiación y los especuladores se retiran de un mercado que hasta hace poco estaba al rojo vivo.
Durante meses, el Golfo Pérsico parecía inmune a las consecuencias de la crisis inmobiliaria, crediticia y bancaria que se ha propagado desde Estados Unidos a Europa, América Latina y partes de Asia. Los gobiernos de la región, con sus arcas llenas de petrodólares, les aseguraron a los inversionistas que sus sistemas financieros eran "seguros".
Según los cálculos del Fondo Monetario Internacional, los precios globales del crudo tendrían que caer por debajo de US$47 por barril para provocar déficit presupuestarios en la mayoría de los países del Golfo Pérsico.
La situación, no obstante, varía mucho de un país a otro. Bahrain, por ejemplo, necesita un precio de US$75 el barril para acumular un superávit fiscal, comparado con los US$49 de Arabia Saudita y los US$33 de Kuwait, según el FMI.
La rapidez del reciente desplome del petróleo ha causado preocupación entre los gobiernos a pesar del aparente resguardo. En una reunión de emergencia el viernes, la Organización de Países Exportadores de Petróleo decidió reducir la producción en 1,5 millones de barriles al día, el mayor recorte casi ocho años.
Según The Wall Street Journal, Asia, el último reducto de rápido crecimiento económico del mundo, podría estar mucho más cerca de una recesión de lo que muchos piensan.
Para Estados Unidos y otros países desarrollados, los inversionistas normalmente definen una recesión como dos trimestres consecutivos de contracción económica.
Para Asia, sin embargo -señala el Journal- los economistas en general creen que una recesión ocurre cuando el crecimiento anual a lo largo de la región se desacelera a entre 5% y 6%. Para China, que ha crecido muchos años a un ritmo de dos dígitos, la tasa en la que podría hablarse de una recesión probablemente sea aún más alta, posiblemente de hasta un 8%.
Muchas compañías asiáticas han basado sus decisiones de inversión en la suposición de que las recientes espectaculares tasas de crecimiento continuarían. Si no se mantienen, las ganancias bajará, y será inevitable reducir costos empezando por los despidos laborales.
Muchos economistas creen que Asia ya está al borde de una recesión.
Los analistas del banco de inversión suizo UBS proyectan para Asia, excluyendo Japón, un crecimiento del Producto Interno Bruto de alrededor de 6% para el año que viene, lo que dejaría a la región al borde de una recesión.
Otros economistas, incluyendo analistas del británico Standard Chartered Bank, prevén un crecimiento inferior a 8% para China en 2009, lo que también la deja en territorio de recesión.
América Latina, cuyas bolsas están siendo golpeadas a niveles inéditos, está buscando aceleradamente un paraguas contra el colapsoo financiero-recesivo que ya se proyecta sosbre sus economías.
En Brasilia, los cuatro países del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) y otros seis países sudamericanos asociados discutirán el impacto de la crisis financiera y analizarán las medidas adoptadas hasta ahora en toda la región.
"Nadie tiene una respuesta inmediata. No tenemos la ilusión de que vamos a resolver todos los problemas. Esta reunión será un intercambio de experiencias y para discutir cómo hacer que las acciones en el futuro se puedan adoptar de forma coordinada y transparente", dijo el canciller brasileño, Celso Amorim.
El anuncio del Banco Central de Brasil de inyectar US$ 50.000 millones en su mercado de cambios para respaldar al real no logró frenar el pesimismo de los mercados el viernes.
Además, el proyecto gubernamental de estatización del sistema de jubilaciones en Argentina agravó la semana pasada la agitación de los mercados.
Por su parte, el FMI empezó a revelar sus planes para "salvar" a las economías de Europa del Este más afectadas por la crisis, que las ha situado cara a cara con el fantasma de la bancarrota.
Después de Islandia, Ucrania se convirtió el domingo en el segundo país en tres días en recibir el acuerdo de la institución para un préstamo de US$ 16.500 millones.
En el último mes, el dólar y el yen se han disparado contra casi todas las monedas del mundo, a medida que los inversionistas se convencen de que se avecina una recesión global.
El dólar avanzó 16% contra el euro, 24% contra el peso mexicano, 9% frente al rublo ruso y el viernes registró un récord contra la rupia india.
Este auge puso punto final a dos años y medio de debilidad, según un índice de la Reserva Federal que mide el desempeño de la moneda estadounidense contra otras 26 divisas.
Para los mercados emergentes, los súbitos declives dcel dóalr han sido "muy perjudiciales", señala Richard Clarida, asesor económico global de Pacific Investment Management Co. y profesor de la Universidad de Columbia. "Acaba mermando la confianza en los mercados y generando un problema de inflación", opina.
Desde fines de septiembre, Brasil, México, Rusia e India han, en conjunto, utilizado más de US$75.000 millones de sus reservas para vender dólares y proteger sus monedas, afirma Win Thin, estratega de Brown Brothers Harriman.
Curiosamente, y mientras EEUU, con sus economía y sistema financiero en rojo, exporta "crisis global", el dólar se ha convertido en el único "refugio seguro" para los "inversores" (léase especuladores")que huyen del colapso fianciero a escala mundial.
Lo que, paradojalmente, y cuando todo el sistema se derrumba, reafirma el poder de EEUU como potencia regente del planeta capitalista.

IAR Noticias

domingo, 26 de octubre de 2008

El que siembra vientos ...cosecha tempestades.



Es tan ciento el aforismo que el narco-paramilitar régimen de Uribhitler está cosechando lo que sembró.
La debacle es total. Mucho mayor que la 'hecatombe' que él necesitaba para re-elegirse -con articulito, otro, a bordo en la maniobra de la re-elección-, y permanecer sembrando sus excrementos en la Casa de Nari.
Debacle demostrada en las movilizaciones populares que están victoriosas contra el miedo sembrado por el Terrorismo de Estado, que se han levantado desde las tumbas de los masacrados, los asesinados extrajudicialmente, los desaparecidos, y han echado a andar a miles y miles de colombianos.
No podrán decir que la cosecha no es buena. Es buenísima. 50.000 indígenas del Cauca llegaron hoy a Cali. Los de Asonal judicial están recuperando fuerzas después de casi 50 días de huelga. Los trabajadores del estado, los afiliados del sindicato de la DIAN, Registraduría, del tenaz sindicato de Corteros de Caña, y miles de trabajadores más. Vamos pueblo de Cali a recibirlos con los brazos abiertos de la solidaridad popular!
Y esa cosecha no ha sido posible pararla. Ni siquiera el plomo. Ni siquiera el miedo a la muerte, al asesinato por parte de las fuerzas militares-narcoparamilitares del estado, han podido parar los sentimientos del pueblo colombiano por justicia, por sus derechos escamoteados desde hace ya 512 años. Aquí no hay diferencias. Hermanitos mayores, hermanitos menores, pueblo todos, están luchando por construir una patria esplendorosa en la que quepan todos los colombianos de bien. Los corrompidos, los asesinos, los del Terrorismo de Estado, tendrán que pagar con cárcel sus culpas.
Y ya vemos que los áulicos del régimen, los que ayer cantaban loas al 'efecto teflón', hoy se atreven a descalificar al miniführer. Peridistas, empresarios, y hasta el nefasto Pedro Rubiano que apoyaba -y apoya- los excesos militaristas de Uribhitler, se pronuncian contra la 're-elección'. Es que los dictadores, cuando van en barrena en su caída, todos sin excepción le hacen el feo, a todos les huele a feo, a todos sus excrementos e inmundicias les azota el olfato y hace que corran a tratar de espiar sus culpas, mayores o menores.
Pero nuestro pueblo marcha feliz. Sintiendo la brisa de nuestros Andes que azota sus rostros. Rostros de hombres, y mujeres, y niños, que aún con hambre van felices al encuentro de su porvenir, por el que tanto han luchado, por el que tanta sangre han derramado, por el que tantos han sido asesinados, desaparecidos, una y otra vez. Porvenir que tendrá que pasar por la expulsión de la oligarquía del poder, de la Casa de Nari y convertirla en la Casa de Nariño, del Antonio Nariño mancillado por el narcotráfico y el Terrorismo de Estado; ahí está el Congreso, ahí está los edificios de la Justicia; ahí están la policía y las fuerzas armadas; ahí están todos esos cascarones vacios que serán llenados por la Nueva Institucionalidad que todos los colombianos de bien, el pueblo, hemos de construir.
Definitivamente el régimen narco-paramilitar oligárquico ha cosechado lo que ha sembrado, y tantos años de terror ha puesto en marcha las fuerzas que los han de enterrar. Sus sepultureros. El pueblo colombiano en lucha. !Adelante! que el futuro es nuestro!

ALP
ANNCOL

La Otra Colombia

“Algo nuevo se está cocinando en el país”, dice Alfredo Molano, periodista y sociólogo perseguido por el régimen uribista por decir lo que ve y vocear lo que sienten millones de colombianos para quienes los medios están cerrados. No lo dice en un despacho cerrado, sino a cielo abierto en el Foro de la Solidaridad en Moravia, barrio pobre de Medellín construido sobre una enorme montaña de basura que los desplazados por las sucesivas guerras convirtieron en trama urbana, periférica y resistente, con base en una impresionante red de solidaridades.
Lo nuevo es la amplitud, extensión y profundidad de la protesta, y sobre todo la confluencia de actores que están colocando contra las cuerdas al gobierno de Álvaro Uribe. Los paros más destacados por los medios son los del sector público por salario, como el de los judiciales, que llevó al gobierno a decretar el estado de “conmoción interior”. Luego siguieron los funcionarios del sistema electoral (Registraduría), los maestros, los camioneros y otros servidores públicos que ven sus salarios diezmados por el incesante aumento de precios. Sin embargo, lo que más desvela a los poderosos es la confluencia del abajo.
El 15 de septiembre pasado se inició la huelga de 10 mil corteros de caña de azúcar que ocupan ocho ingenios de Valle del Cauca, quienes trabajan a destajo y en condiciones feudales. Los corteros, casi todos afrocolombianos, se levantan a las cuatro de la madrugada, trabajan de seis de la mañana a cinco de la tarde bajo un sol que lastima y llegan sobre las ocho de la noche a su casa, luego de dar 5 mil 400 golpes de machete e inhalar humo de la quema de caña y el glifosato usado en las plantaciones. Ganan poco más del salario mínimo, pagan de su bolsillo la seguridad social, las herramientas, la ropa de trabajo y el transporte hasta el cañaveral. Al atarceder, se ven espigadas siluetas morenas al borde de la Panamericana, entre Cali y Popayán, tambaleándose como zombis luego de una jornada laboral criminal.
La huelga de los más pobres sorprendió a todos, tanto por su duración como por el macizo seguimiento de los agrupados en el sindicato Sinalcorteros. Para el gobierno y la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar la huelga es un problema, ya que obligó a importar azúcar de Ecuador y Bolivia, paralizó la producción de etanol y elevó el precio de la gasolina, porque de los brazos destrozados de los corteros sale el etanol para sus coches. Quizá por eso el ministro de Protección Social (ironía de los de arriba) dijo en el parlamento que la huelga no es un problema social, sino una protesta de delincuentes, y acusó a los corteros de estar infiltrados por las FARC.
Los corteros piden ser contratados directamente por la empresa, porque ahora se les obliga a ingresar en cooperativas que son bolsas de trabajo para abaratar salarios; que se les paguen los días perdidos por paradas de las empresas, así como los que deben asistir al médico, ya que los accidentes laborales incapacitan a 200 corteros cada año. Exigen, además, que se eliminen las básculas móviles que pesan a favor del patrón, que se quiten las máquinas que hacen el trabajo de 150 corteros, y un aumento salarial de 30 por ciento.
En los 516 años de resistencia, el 12 de octubre pasado comenzó la Minga de los Pueblos que retoma las decisiones del primer Congreso Itinerante de los Pueblos por la Vida, la Alegría, la Justicia, la Libertad y la Autonomía, realizado en septiembre de 2004 y del que surgió el Mandato Indígena y Popular que contempla: rechazo al TLC, un tratado “entre patrones y contra los pueblos”; derogación de las reformas constitucionales que someten a los pueblos a la exclusión y la muerte; “no más terror del Plan Colombia (…) que infesta nuestros territorios y los siembra de muerte y desplazamiento”; cumplimiento del Estado a los acuerdos a raíz de la masacre del Nilo en 1991, donde fueron asesinados 20 nasas; y construir la Agenda de los Pueblos, que surja de “compartir y sentir el dolor de otros pueblos y procesos”.
La Minga, trabajo colectivo en el mundo andino, comenzó al borde de la carretera Panamericana, donde unos 10 mil indígenas, sobre todo nasas agrupados en el CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) y en la ACIN (Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca), instalaron un territorio de Paz, Convivencia y Diálogo en el municipio La María Piendamó. Cortaron la ruta y fueron brutalmente atacados por las fuerzas armadas, lo que dejó un saldo de dos muertos y 90 heridos, la mayor parte por bala. La violencia no consiguió desalojarlos, pero concitaron el apoyo de toda la Colombia de abajo.
Fracasada la negociación con las autoridades, la Minga se puso en marcha hacia Cali, donde 12 mil indios escolatados por su guardia indígena, a los que se vienen sumando los corteros y otros trabajadores agrupados en la CUT, llegarán el lunes 27 a la tercera ciudad del país luego de recorrer 100 kilómetros por la rica llanura tapizada de cañaverales. Lo más trascendente es que la Minga de los Pueblos se está convirtiendo en una articulación de los de abajo sin aparatos burocráticos, encuentro abajo y en la lucha, confluencia entre múltiples torrentes que están empezando a formar el enorme cauce de la Otra Colombia. Uno de ellos fue el paro nacional convocado por la CUT para ayer jueves.
El memorial de agravios es impresionante. Sólo los indígenas denuncian que en los seis años de gobierno de Uribe asesinaron a mil 243 indios de las más de 100 etnias existentes en Colombia y 54 mil fueron expulsados de sus territorios. En los últimos 15 días ya son 19 asesinados. “Todos somos corteros, todos somos indígenas”, reza un comunicado de ACIN. La larga experiencia del pueblo nasa les dice que “ningún sector actuando solo puede enfrentar la agenda de explotación y sometimiento de quienes desde el régimen la van implementando”.
La Minga es el modo en que los de abajo han decidido “concertar la palabra y convertirla en camino”. Es apenas el primer paso. Pero el que marca el rumbo y deja huella.
Raúl Zibechi
La Jornada

Declaración sobre la crisis financiera.

El mundo está viviendo una aguda crisis en el corazón del sistema financiero, que afecta los cimientos mismos del sistema capitalista.
Sin embargo, estamos convencidos de que el Capitalismo no caerá por si sólo, ya que ha demostrado que, si no existe una alternativa seria para suplantarlo, siempre ha sabido reciclarse, renacer de sus proias cenizas. Al Capitalismo hay que destruirlo, y semejante tarea sólo la pueden llevar a cabo los que sufren su explotación, las mayorías asalariadas y marginadas, organizadas para cumplir ese objetivo imprescindible para la conservación de la especie humana.
En tal sentido, una de las tareas debería ser llamar y movilizar a todos los trabajadores para exigir que la activdad y la propiedad bancaria junto con la del Seguro sean de carácter público. ¿Cómo puede ser que los capitalistas se apropien de los dineros de la población para hacer sus negocios privados y sus especulaciones con lo QUE NO ES DE SU PROPIEDAD? ¡Y eso está "legalizado" por el sistema capitalista! ¡¡Pues bien, ha llegado el momento de hacer una ofensiva general, exigiendo a los poderes públicos que sea declarada por ley que esas actividades sean netamente de orden público y que los empresarios privados tengan prohibido hacer negocios y tomar decisiones sobre el asunto. Esta ofensiva también debe exigir que Educación, Salud y Sistema Previsional tengan el mismo carácter
¡¡Basta de granujas, tahúres, bribones, delincuentes y forajidos que expropian a la masa de la población su esfuerzo y ahorros!!
Hay que obligar, exigir que el Estado se haga cargo de estas actividades. Esto acorralaría a los burgueses y sus representantes, si se lograra movilizar a los pueblos. En los EE.UU. hay un sheriff que se niega a desalojar a las familias de inquilinos porque los propietarios no pueden pagar la hipoteca ¡esto es notable!
Pero hay que ir más allá: además de la propuesta de consigna, exigir que vayan presos los capitalistas y funcionarios que fueron cómplices en esta rapiña mundial.
Convocamos a las organizaciones obreras, clasistas y populares, y a la población en general, a expresarse y organizarse en tal sentido

SOCIALISMO O BARBARIE

PARTIDO COMUNISTA de los Trabajadores

Buenos Aires,octubre de 2008.
contacto de prensa: 154 085 0862

viernes, 24 de octubre de 2008

Un libro que todo militante comunista debe leer.



En el campo de concentración de Ravensbrück supe —me lo dijeron mis compañeros de prisión— que mi marido, Julius Fucík, redactor de Rudé Právo y de Tvorba, había sido condenado a muerte el 25 de agosto de 1943 por un tribunal nazi en Berlín. Mis intentos de averiguar algo más sobre su suerte posterior se estrellaron contra los altos muros del campo. Después de la derrota de la Alemania hitleriana, en mayo de 1945, los detenidos que los fascistas no habían tenido tiempo de asesinar fueron liberados de cárceles y campos de concentración. Yo tuve la fortuna de hallarme entre ellos. Al volver a mi patria liberada, busqué y rebusqué las huellas de mi marido. Hice lo que hicieron millares y millares de personas que también buscaron –y muchas aún siguen buscando a sus maridos, a sus mujeres, a sus hijos, a sus padres y madres deportados por los ocupantes alemanes y arrastrados a alguna de sus innumerables cámaras de tortura. Me enteré de que Julius Fucik había sido ejecutado en Berlín el día 8 de septiembre de 1943, quince días después de su condena. También supe que Julius Fucik había escrito algo mientras estuvo en la cárcel de Pankrác. Fue el guardián A. Kolínský quien procuró los medios para hacerlo, llevándole a la celda papel y lápiz y sacando clandestinamente de la cárcel las hojas manuscritas. He tenido una entrevista con el guardián. Y poco a poco he podido ir recogiendo el material escrito por Julius Fucik en la cárcel de Pankrác. Reuní las hojas numeradas, escondidas por varias personas en diferentes lugares, y se las presento al lector. Es la última obra de Julius Fucik.

GUSTA FUCÍKOVÁ
Praga, septiembre de 1945.

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Julius Fucik nació el 23 de enero de 1903 en Praga, en el seno de una familia obrera. Estudió filosofía en le Universidad de Pilsen. En 1921 ingresó en el Partido Comunista y por esas mismas fechas se inició como crítico literario y teatral. Luego fue redactor de las publicaciones comunistas Rude Pravo y Tvorba en las que insertó reportajes sobre temas sociales y culturales. A comienzos de los años treinta realizó varios viajes a la Uniòn Soviética. Fruto de esos viajes es su obra documental En la tierra donde el mañana ya es ayer. Cuando el ejército hitleriano ocupó Checoslovaquia continuó publicando con seudónimo, recuperando las figuras clave de la cultura progresista checoslovaca. En febrero de 1941 pasó a ser miembro del Comitè Central del Partido Comunista en la clandestinidad, encargándose de las publicaciones ilegales. En abril de 1942 fue detenido por la Gestapo, trasladado a Berlín en el verano del siguente año y ejecutado poco después. Su Reportaje al pie de la horca fue sacado hoja por hoja de la cárcel y publicado en 1945, adquiriendo resonancia internacional, traduciéndose a ochenta idiomas.

miércoles, 22 de octubre de 2008

¡Los obreros concientes no se dejan engañar!

Se viene el carnaval electoral.

Los viejos murguistas de siempre, con su simpática sonrisa compradora, y los nuevos, con nuevos disfraces, vistoso ropaje progresista que esconde la misma política conservadora…
Nos dicen que este gobierno es el de los trabajadores, que defiende los intereses de los asalariados, que es mejor no hacerles paro, que hay que negociar con las cámaras empresariales dueñas por siempre de este país, que hay que ser pacientes y que hay que disputar el programa de gobierno, bla, bal, bla….
El mundo está podrido, el capitalismo desnuda una vez más su naturaleza egoísta y explotadora. Se acerca la crisis cual ola imparable y devastadora, y la solución del gobierno y de las clases dominantes (la oligarquía de siempre) a la crisis es: REBAJA SALARIAL. Una vez más ante el despilfarro, la avidez desmesurada de ganancias, la irresponsabilidad ante el sufrimiento de las mayorías, proponen que sea la clase obrera y los trabajadores quienes, paguen con su sacrificio, su pobreza, la impúdica riqueza de las clases dominantes, inamovibles en sus privilegios.
No es otra cosa lo que se pretende con los consejos de salarios: una vez más acordar para inmovilizar a los obreros en sus reclamos, atar a la clase obrera para salvar lo que en definitiva es la razón de ser del capitalismo: asegurar la tasa de plusvalía en detrimento de los verdaderos generadores de riqueza: los obreros, los trabajadores del campo y la ciudad.
El único gobierno que representa los intereses de los trabajadores es el de los propios trabajadores. El poder obrero, será quien garantice y cumpla con los objetivos de las amplias masas trabajadoras y el pueblo, en oposición frontal, acérrima, al enemigo de siempre: el imperialismo y las oligarquías apátridas, y el sistema capitalista.
La clase obrera debe ser intransigente en la defensa del punto de vista de clase, y forjadores de su propio destino, con el apoyo de las amplias masas trabajadoras y los intelectuales comprometidos. Ningún canto de sirena de traidores a la clase endulzará los oídos para adormecer la rebeldía de los obreros ante la injusticia. Este gobierno no es más que una nueva forma que las clases dominantes se dan para perpetuar su dominación. La independencia de clase se demuestra y si algún conciliador entreguista con discursos negociadores se opone, que el ímpetu de las masas obreras barra con tal actitud claudicante.
Los obreros se deben una renovada discusión ideológica. Una nueva forma de accionar político, con el fin de conquistar, hoy más que nunca, una sociedad sin explotados ni explotadores.

Refundación Comunista
Octubre 2008

martes, 21 de octubre de 2008

Declaración: Llamado a la Unidad sin Exclusiones (Coordinación)

El sábado 20 de setiembre y el sábado 4 de octubre de 2008, los grupos, organizaciones y militantes abajo firmantes, reunidos en asamblea, llegamos a las siguientes conclusiones – propuestas.

"Es la hora de los hornos, y no ha de verse mas que la luz"
José Marti.

La humanidad y el planeta viven horas decisivas. La crisis capitalista se ha instalado nuevamente en el orden del día. El imperialismo, capitalismo agonizante, prevé un mundo sin salida. Este será el sepulcro de la humanidad, o la convicción, decisión y determinación de mujeres y hombres por lograr un nuevo orden, bajo la impronta de la lucha por el socialismo, se concreta a partir de la Unidad.
El cuadro histórico al que asistimos, en un marco de resistencia y lucha, pauta el nuevo tiempo, cuyo rasgo saliente esta signado por la ofensiva Imperialista en el mundo, la región y por cierto en nuestro país ( base de apoyo o campo de batalla).
La acumulación histórica de la clase obrera ha sido traicionada. Por tanto la Unidad histórica, corrió la misma suerte. Ahora se trata de levantar una nueva perspectiva de izquierda, clasista, antiimperialista, anticapitalista y antioligárquica. Generadora de Unidad. Unidad forjada bajo la coherencia, y la mas firme convicción de que otro mundo, no solo es posible, sino es, una necesidad histórica de la humanidad. De modo que la Unidad y el Antiimperialismo, son los signos y la tarea irrenunciable de la hora. Unidad y Antiimperialismo son dos aspectos estrechamente ligados: esta no es posible sin aquel.
La idea une a los hombres. El programa histórico de la clase obrera, construido en la diversidad, la unidad y la lucha, fue aprobado y refrendado en el primer Congreso del Pueblo. Por lo tanto lo sostenemos intransigentemente. Es este, un compromiso irrenunciable. Nuestra bandera de lucha y un mandato histórico al que debemos adjuntarle, las urgencias del presente.
De lo que se trata es de levantar una nueva perspectiva de izquierda, que aún en ciernes bregará y trabajará por la UNIDAD, con todas aquellas organizaciones, militantes y grupos, que sostengan idénticos y/o similares objetivos, a quienes convocamos responsable y fervorosamente a recorrer los caminos para alcanzar ese logro histórico ineludible.
Perspectiva de amplia base, participativa y abierta. De propuesta y acción política permanente.
Consecuentemente, es imperativo implementar una plataforma programática mínima, a saber:

a. Casi 6 millones de hás. de campo han pasado desde al 2007 a manos extranjeras (un tercio del Uruguay equivalente al territorio que ocupan los dptos. Salto, Paysandú, Río Negro, Soriano y Colonia). Hoy existen latifundios forestales de mas de 100.000 hás. cada uno (Eufores, Fosa, Colombade, Pérez Companc, etc.)

b. Impedir la expulsión de los pequeños y medianos productores rurales de sus tierras. Refinanciar sus deudas ante el BROU y Banca Privada que los mantienen de rehenes de un sistema perverso que beneficia a los poderosos y perjudica a los mas débiles. El estado deberá asegurar la producción de alimentos para el consumo de la población, en defensa de la soberanía alimentaría

c. Impedir la venta de tierras a empresas y/o ciudadanos extranjeros que se presenten en calidad de sociedades anónimas, y expropiar las ya vendidas.

d. Impedir la plantación de monocultivos, tanto de árboles para la fabricación de pasta de celulosa, y granos transgénicos, así como erradicar la producción de pasta de celulosa.

e. es un imperativo la lucha contra la impunidad de los violadores de los DDHH, teniendo en cuenta que el gobierno incurre en infracción de los principios de la ética y moral al no anular la Ley De Caducidad, teniendo mayorías parlamentarias para hacerlo, recayendo nuevamente sobre el pueblo la responsabilidad de anularla a través de la movilización y el logro de las firmas para un plebiscito.

f. De igual modo es preciso luchar en la defensa de pasivos y trabajadores para la derogación de la ley 16.713, cumpliendo la promesa del Frente Amplio violada, que privatizó la seguridad social instaurando el régimen de las AFAPS y que se apoderaron para el lucro privado de mas de 5.000 millones de dólares de aportes de trabajadores y pasivos.

g. Bajo ningún concepto debió existir y deberán eliminarse los impuestos sobre las jubilaciones y salarios (IASS) debiendo consagrarse la inmunidad impositiva de salarios y jubilaciones, porque es gasto de vida y no constituye ganancia.

h. El cumplimiento de las pautas en materia de educación de autonomía y co-gobierno de la enseñanza, por las que están luchando los trabajadores de la educación. Su inclusión en la ley en trámite, es parte esencial de nuestra lucha como lógica obligada por ser lo resuelto por el Congreso sobre la educación, que convocó el propio gobierno.

i. Debemos enfrentar el pago de la deuda externa calificada por la doctrina de DDHH como deuda inmoral odiosa, descontando lo ya pagado por la deuda generada por la dictadura (acogiéndonos a la Convención de Viena), reclamando la auditoría imparcial de la misma y aplicando el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas (PIDESC) en lo pertinente.

j. La clase obrera y el conjunto de los trabajadores, será fuerza motriz y directriz de la lucha por la liberación y el socialismo. La independencia de clase es inherente a la clase, y será un valor absoluto. El internacionalismo proletario será practica permanente.

k. El asistencialismo y el clientelismo, es una practica que se corresponde con el reformismo y el oportunismo. Asimismo, la burguesía siempre los ha implementado para corromper al Movimiento Obrero. La defensa inclaudicable de la ética y la lucha contra la corrupción, siempre fue una bandera histórica de la izquierda.

l. La transparencia en el manejo de los fondos públicos, es un principio irrenunciable.

m. Teniendo en cuenta la realidad de América Latina, está claro que no es posible realizar cambios profundos estructurales en el marco de las constituciones oligárquicas (Ecuador, Bolivia, Venezuela, etc) por lo tanto se hace imprescindible plantearse, el tema de la Reforma Constitucional, así como una Asamblea Constituyente, para su discusión y resolución, implementación y desarrollo ulteriores, creando grupos de estudio y trabajo.

"Uníos, caros compatriotas y estad seguros de la victoria"
José Artigas.

FIRMAS:
Refundación Comunista – Avanzar (San José) – Grupo Federal de Canelones – Prounir – Mro-Fras – Asamblea Democrática Popular de Peñarol – Grupo Gala – Mra (Maldonado) – Grupo Encarnación Benítez (Rocha) – Juventud Guevarista – Colectivo Militante – Carla Modernell (independiente Comuna) – Carlos Alliaume (independiente) – Julio Vera (indep.) – Jorge Burgos (indep.) – Hugo Pardo (indep.) – Alanís Pintos (indep.) – Raúl "Pulpa" Rodríguez (indep.) – Marta Toja (indep. Nueva Tribuna) – Nelson Salles (indep. Nueva Tribuna) – Juan Legorburo (indep. Soriano) – Horacio Zefferino (indep. Soriano) – Jorge Traverso (indep.)

sábado, 18 de octubre de 2008

En el aniversario de su muerte: John Reed, un periodista que estremeció al mundo



El estadounidense John Reed, quien fuera uno de los periodistas de mayor fama del Siglo XX, nació en Portland el 22 de octubre de 1887 y murió en Moscú un 17 del mismo mes tres días antes de cumplir 33 años cuando transcurría 1920 y sólo un año después de publicar su libro más célebre que con propiedad tituló “Diez días que conmovieron al mundo” que es un notable reportaje acerca de cómo se instaló en la entonces Rusia el primer régimen socialista de la tierra(*).
Corresponsal en la Primera Guerra Mundial (PGM) que estalló en 1914, Reed llegó a Rusia en 1917 donde fue testigo de los sucesos que antecedieron a la toma del poder por los bolcheviques y de la propia Revolución de Octubre nombre así asignado por el calendario ruso de entonces aunque en Occidente correspondía al siete de noviembre.”Diez días...” se editó por vez primera en Estados Unidos y lleva un prefacio de Lenin en tanto que en la publicación en idioma ruso la prologuista es Nadezda Krupskaya, esposa del líder máximo de la revolución socialista y a la vez Comisaria (ministra) de Cultura.
El magistral texto ha permanecido hasta hoy como un ejemplo para la profesión periodística. En el prólogo, el autor apunta:”Durante la lucha mis simpatías no eran neutrales. Pero al trazar la historia de estas grandes jornadas, he procurado estudiar los acontecimientos como un cronista concienzudo que se esfuerza por reflejar la verdad”.Agrega: “Este libro es un trozo de historia tal como yo la he visto. Sólo pretende ser un relato detallado de la Revolución de Octubre, es decir, de aquellas jornadas en que los bolcheviques a la cabeza de los obreros y soldados de Rusia, se adueñaron del Estado y lo pusieron en manos de los Soviets”.
En el prefacio a la edición norteamericana Vladimir Ilich Lenin escribió. “Desde el fondo de mi corazón lo recomiendo a los obreros de todos los países. Desearía que este libro circulara por millones de ejemplares y fuera traducido a todas las lenguas, porque traza un cuadro exacto y extraordinariamente vivo de acontecimientos que tan gran importancia tienen para la comprensión de la revolución proletaria”. A su vez, Kruspskaya razonó: “El libro de John Reed ofrece un cuadro de conjunto de la insurrección de las masas populares tal como realmente se produjo (…) En su género, el libro de Reed es una epopeya”. Remarca. “No suelen escribir así los extranjeros sobre la Rusia Soviética. O no entienden los acontecimientos o generalizan los hechos aislados. Verdad es que ninguno fue testigo personal de la revolución".
Buen poeta y cuentista reputado, donde Reed brilló fue, empero, en el periodismo. En esta área, como lo confirman sus trabajos y como él mismo lo proclamara, no fue neutral, mas se atuvo al principio básico del oficio que es reflejar la realidad mediante una investigación científica –en el sentido de la objetividad– para el análisis de los orígenes y perspectivas de los sucesos. Max Eastman, coeditor de la revista “The Masses” en la que trabajó Reed, afirmó en un homenaje a su memoria: “Reed conocía el frío tono de la voz del científico que ve las cosas como son. Fue un poeta que entendió la ciencia, un idealista capaz de enfrentarse con los hechos. El se ubicó en el cenit de la profesión de periodismo en los Estados Unidos”.
A los 24 años se fue a México donde reporteó la Revolución Mexicana desde 1911 hasta 1914 y esa experiencia la vertió en su libro “México Insurgente”, en el que narra sus vivencias con las tropas del general Pacho Villa. Años después esos reportajes servirían de base para una película hollywudense del mismo nombre. Otros filmes, Reds (Rojos) y Campanas Rojas aluden asimismo a la vida de Reed. Su labor informativa en la PGM se encuentra en su obra “La guerra en la Europa oriental”, de 19l6.
En el plano ideológico, se adivinará, optó por el marxismo y fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Estados Unidos y luego miembro del Comité Ejecutivo de la Tercera Internacional, razón por la cual se encontraba en Moscú cuando lo atacó el tifus que lo mató. Incorporado a las batallas sociales fue enjuiciado y encarcelado al tiempo que a su regreso a EE.UU. procedente de la Rusia Soviética se le aplicó la “Ley de Espionaje”, aunque no fue condenado.

Hernán Uribe,periodista y escritor chileno

*) En algunas ediciones en castellano se usa Estremecieron por Conmovieron.

Un sistema económico enfermo da como resultado un planeta enfermo



No puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando
la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados.
Adam Smith

Quien escribe estas líneas no es economista ni especialista en cuestiones ecológicas. Es un ciudadano más del planeta, ni rico ni famoso, uno más del colectivo. Pero como tal me considero con derecho –¿con obligación también? Moralmente, creo que sí– a opinar y a tomar partido por cuestiones que tocan a todos. La economía dominante de nuestras sociedades, el capitalismo, está enferma.
Eso se evidencia en la injusticia reinante (aspectos estructurales), en los descalabros coyunturales como la actual crisis financiera que se vive (que pagaremos, básicamente, los pobres), y en términos de perspectiva histórica como especie. Según se nos dice con conocimiento profundo (que yo no tengo y que tomo prestado de lo que gentilmente nuestro amigo español Rafael Álvarez, de Valladolid, nos pone a disposición), los actuales modelos económicos de producción y consumo están produciendo desastres en el medio natural con consecuencias catastróficas y probablemente irreversibles. Actuar contra el capitalismo es actuar contra la injusticia, y más aún: es actuar a favor de la sobrevivencia de la vida en nuestro planeta.
Según la hipótesis conocida como Gaia, formulada por el científico Lovelock, el conjunto de la biosfera –la atmósfera, los océanos y la superficie externa de los suelos– se comporta como un todo coherente donde la vida –su componente característico– se encarga de autorregular sus condiciones esenciales tales como la temperatura, la composición gaseosa de la atmósfera, la composición química y salinidad en el caso de los océanos, etc. Gaia, con su infinita paciencia de millones de años, y desde el punto de equilibrio en que se estabilice ante cambios catastróficos que pudieran sobrevenir, comenzaría siempre un nuevo proceso evolutivo de la biosfera residual (sea a partir de reptiles, de hormigas o escarabajos, o simplemente de bacterias extremófilas). De esta forma, Gaia juega así como un sistema auto-regulador retroalimentado que tiende al mantener el equilibrio de la biosfera y conservar un entorno físico y químico óptimo para la vida en el planeta. Pero una interpretación interesadamente errónea de esta teoría desprecia las cautelas del Principio de Precaución alegando que no hay que preocuparse por las agresiones ambientales humanas, pues el planeta se encarga de autorregularse. Lamentablemente ello no es así; hay más que sobrados motivos para preocuparnos: la intervención del ser humano está creando condiciones que pueden hacer imposible la continuación de la regulación.
La composición gaseosa de la atmósfera no es una constante universal, aunque haya permanecido invariable desde la aparición de la especie humana, desde hace dos millones y medio de años hasta ahora. A cada composición distinta de la atmósfera han ido correspondiendo otro espectro bacteriano y otros seres vivos primitivos (animales y plantas). La proporción de la atmósfera ha ido variando sucesivamente hasta llegar a la composición actual. En estos momentos la proporción de los gases de la atmósfera (21 % de oxígeno, 78 % de nitrógeno, 0.032 % de dióxido de carbono –CO2–) es vital para nuestra supervivencia (solo pudieron aparecer el ser humano y los mamíferos superiores cuando se alcanzó ese nivel), siendo muy estrecho el margen de variación que podemos tolerar. Esta atmósfera es la que ahora se está modificando por las actuaciones del propio ser humano. Los registros del contenido de CO2 (que se remontan hasta hace 800.000 años) indican que actualmente la proporción es la mayor que existió durante todo el tiempo registrado, y sigue aumentando continuamente por encima de lo previsto por los científicos. Paralelamente, también se está acelerando el deshielo en los polos y glaciares más rápidamente de lo previsto.
Se tiende a evaluar el transcurso del tiempo por la duración de la vida humana o de una generación. Esta consideración cortoplacista nos hace insensibles ante cambios sustanciales en la evolución de la biosfera que está produciendo la actividad humana, (a pesar de que su aceleración es miles de veces superior a la evolución previsible naturalmente) y sin que, como interesadamente podría decirse, "haya ocurrido ninguna catástrofe contrariando lo que algunos pronosticaban". Pero eso da una falsa sensación de seguridad, con lo que se puede despreciar –no sin cierta cuota de irresponsabilidad, o arrogancia incluso–, el Principio de Precaución. La aparición de signos ostensibles de alteración significativa de la biosfera es lenta, por la gran inercia debida a sus mecanismos de estabilidad y autorregulación. Sería ingenuo pensar que se puede producir una catástrofe inmediata, pero sería una gran ceguera no querer percibir que se están produciendo alteraciones muy sustanciales y significativas. Cuando la estabilidad de la autorregulación se rompe y empieza a moverse hacia un cambio orientado (orientado en este caso hacia la regresión), la regresión es ya imparable. Una vez desencadenado el proceso, ya no hay marcha atrás y se retroalimenta. Si el proceso en marcha llega a superar la capacidad de resiliencia de la biosfera (que no sabemos hasta dónde llega), sería humanamente indetenible un encadenamiento de causas y efectos que se aceleraría progresivamente hasta hacer totalmente irrespirable el aire y el agua para los vertebrados superiores y que podría arrasar con todo tipo de vida.
Entre otras de las manifestaciones que evidencian ese proceso, puede mencionarse el cambio climático. El mismo muestra la quiebra del equilibrio autorregulado de la biosfera, cuya evolución ha sido tan rápida que sus consecuencias ya son visibles, pero serán más amplias de lo que suele señalarse y más aceleradas de lo que se preveía. Actualmente la alarma por la degradación de la biosfera se centra principal y casi exclusivamente en el cambio climático (si bien existe una información engañosa afirmando que se están tomando medidas que lo pueden controlar) pero, con ser muy grave, no es el principal peligro que amenaza a la biosfera, que es el causado por la contaminación genética. La base de la autorregulación de la biosfera son las bacterias cuya masa es enorme, mucho mayor que la masa y volumen de todas las plantas y animales del planeta. El conjunto de seres vivos microscópicos (bacterias, amebas, protozoos, algas unicelulares) regula las condiciones de la biosfera, y la composición gaseosa de la atmósfera.
Las bacterias continuamente están intercambiando genes y captando plásmidos y segmentos de ácido desoxirribonucleico –ADN– por transferencia horizontal de genes –THG–, por lo que rápidamente son afectadas por la contaminación genética, trasmitiendo a otras bacterias (de la misma o distinta especie) los genes o fragmentos de ADN adquiridos, y difundiéndolos por todo el planeta. Se ha comprobado que las bacterias captan con especial avidez aquellos genes o secuencias genéticas que las confieren mayor agresividad, virulencia, o defensa ante las perturbaciones, por lo que las secuencias captadas suelen hacerlas más letales, facilitar su resistencia a ser agredidas por los antibióticos y facilitar su salto a otros hospedadores distintos de aquellos sobre los que actuaban específicamente. Por lo tanto tienden a capturar los módulos o secuencias de ADN que facilitan atravesar la barrera entre especies difundidos por la liberación ambiental de cultivos transgénicos, lo que amplía la gama de posibles hospedadores de las bacterias. Las bacterias son la base de la vida; si desaparecieran, la biosfera colapsaría y desaparecería inmediatamente toda la vida vegetal y animal del planeta. Puesto que ellas intervienen en todos los procesos fisiológicos y bioquímicos vitales, todo lo que altere el comportamiento bacteriano repercute a través de ellas en los seres vivos.
La fácil captura por las bacterias de módulos genéticos añadidos a los cultivos transgénicos induce alteraciones en el universo bacteriano, que se trasmiten a los organismos simples de amebas, protozoos, algas unicelulares oceánicas, etc., cuyo conjunto es responsable de la autorregulación que mantenía la composición gaseosa de la atmósfera constante y respirable para los seres humanos. La contribución de las plantas superiores (selvas amazónicas, del sureste asiático, etc.) es solo una parte de la regulación, que no sería suficiente por sí sola para sostener la autorregulación gaseosa de la atmósfera (también la productividad de la masa vegetal de los bosques depende, además de la fotosíntesis, de procesos bacterianos edafógenos). La alteración repentina y artificial del espectro bacteriano ("contra natura", al violar la barrera entre especies) conduce inexorablemente a otra situación de equilibrio y a otra composición gaseosa de la atmósfera.
En conclusión, la composición gaseosa de la atmósfera está amenazada: 1) ante todo, por la alteración de los sistemas bacterianos debida a los promotores y vectores artificiales fabricados por síntesis del ADN recombinante. Esto afecta directamente a la actividad fotosintética que realizan las bacterias, y también afecta indirectamente a la fotosíntesis, por la intervención bacteriana en el desarrollo de los vegetales y en la formación de los nutrientes del suelo necesarios para su desarrollo; 2) por alteración en la composición, distribución y eficiencia de los sistemas bacterianos debida al cambio climático; 3) por la presencia de nuevos compuestos químicos, caracterizados en general por tener intensa actividad catalítica, mutágena o disruptora de procesos bioquímicos a los que las diversas especies de bacterias (como también los organismos superiores) tienen muy distinta sensibilidad, por lo que se altera la composición cualitativa y cuantitativa de los sistemas bacterianos, y con ello la naturaleza y proporción de los gases emitidos que pasan a ser componentes de la atmósfera.
En otros términos: la situación de la biosfera es mucho más grave que las estimaciones más catastrofistas habituales; y ni que hablar de la versión "light" que cierta prensa del sistema presenta, queriendo reducir su mitigación a nuevas fórmulas técnico-científicas de acción rápida.
Sería ineficaz (y tardío para la biosfera) intentar cambiar algunas piezas sin desmontar toda la maquinaria de raíz; es decir: hay que detener los actuales modelos de relacionamiento con la naturaleza, proponer vías nuevas, alternativas viables válidas realmente para la totalidad de la población mundial. Por supuesto que es imperiosamente cierto y necesario aquello de "otro mundo es posible". Pero no basta con decirlo; es hora de hacer el bosquejo de ese mundo alternativo, de realizar el diseño de las líneas generales de la alterglobalización. Es decir: un sistema alternativo que sea técnicamente posible con la prudente y justa utilización los recursos existentes. No podemos seguir los modelos de consumo "loco" que ha generado el capitalismo porque ello no tiene salida.
Esto nos lleva a un profundo problema: ¿para dónde ir entonces?, ¿cómo darle forma a la utopía de un nuevo mundo? Proponer nuevos paradigmas de producción y consumo hoy, en un mundo hiper tecnológico donde el confort material se presenta como el paraíso a la mano producto de nuestro imparable desarrollo científico, no significa "volver a los candiles", no implica renunciar a las conquistas tecnológicas positivas ni a los ingentes recursos culturales disponibles. Todo lo cual abre interrogantes fundamentales.
El ideario del socialismo científico clásico no reparó en estos temas ecológicos porque en el momento de su fundación, en el siglo XIX, aún se vivía la euforia de la naciente revolución científica positivista y la confianza en las nuevas ciencias parecía infinita. Y además, porque la flamante industria ("el progreso" por antonomasia en aquel momento) aún no había confrontado a la humanidad con los desastres medioambientales que hoy, ya entrado el siglo XXI, tenemos presente.
Ahora bien: el desastre no está en la industria misma, ni en las tecnologías aplicadas ni en los conceptos científicos que la sustentan. El desastre está en el modelo económico en que se insertan. Dicho en términos de economía marxista: no está en la forma de las fuerzas productivas del trabajo social sino en el modo de producción. Un sistema que se basa enteramente en el mercado, en el lucro individual, por fuerza tenía que desembocar en el disparate actual, con un desastre ecológico de proporciones globales: la producción no está al servicio de llenar necesidades básicas sino, ante todo, en función de la ganancia privada. Se produce cualquier cosa solo en función de venderla, aunque ese producto sea innecesario, contraproducente, peligroso o dañino. Para eso están las técnicas publicitarias: "la creación de necesidades y deseos, la creación de la insatisfacción por lo viejo y fuera de moda", manifestó el gerente de la agencia publicitaria estadounidense BBDO, una de las más grandes del mundo, refiriéndose al núcleo de su trabajo.
En esa lógica, el ser humano y la naturaleza son solo instrumentos para lograr la meta. La promoción casi infinita de necesidades superfluas marca el ritmo de toda la dinámica humana actual; y eso, en vez de ayudar a la búsqueda del equilibrio, promueve mayores asimetrías sociales y mayor descalabro con el medio ambiente. La actual catástrofe ecológica lo pone en evidencia en forma alarmante.
Por otro lado, ese mismo modelo en que el poder es ejercido por un grupo dominante sobre una gran mayoría, da como resultado una ideología violenta centrada en la superioridad de uno sobre otros y que se mantiene en el ejercicio de la fuerza bruta como garantía final que resguarda el estado de cosas. Es decir: el que tiene el garrote más grande sigue siendo el que manda. De ahí que la proliferación de armas de destrucción masiva –para el caso: energía atómica (12.000 misiles nucleares con ojiva nuclear diseminados por todo el mundo, 6.000 pertenecientes a Estados Unidos)– contribuye también al ataque medioambiental en curso. De liberarse todo ese potencial destructivo se produciría una explosión que podría terminar con toda forma de vida sobre la superficie del planeta, pudiendo llegar a desintegrarlo incluso, con una explosión cuya onda expansiva llegaría a la órbita de Plutón. Es decir que los modelos de desarrollo humano que hemos tenido hasta la fecha, excluidas las primeras experiencias socialistas, no han hecho sino preparar las condiciones para una eventual desaparición de la especie humana. Por ello, con urgencia suprema se torna necesario darle forma concreta a ese "otro mundo posible" que se reclama.
Como primera cuestión, entonces, para evitar que se pueda concretar esa catástrofe en ciernes, hay que cambiar las relaciones de poder, las relaciones entre explotadores y explotados, entre hiper consumidores y entre famélicos. Si hasta el mismo fundador del liberalismo económico clásico, el inglés Adam Smith pudo decirlo 200 años atrás (obviamente sin pensar en lo mismo que piensa el socialismo): "no puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados", es imperiosamente necesario terminar con esas diferencias para buscar un mundo más vivible. Pero al mismo tiempo, hay que apuntar a una serie de medidas que permitan la sostenibilidad de la vida humana, que nos alejen de la posibilidad de nuestra autodestrucción. La actual distribución de la riqueza es infinitamente injusta: se produce un tercio más de la comida necesaria para alimentar a toda la humanidad, mientras la primera causa de muerte es el hambre:
Además de terminar con esas inequidades, con esa "enfermedad" de las relaciones económicas (enfermedades de las relaciones de poder entre los seres humanos mejor dicho), hay que terminar con el modelo de producción y consumo en el que el capitalismo nos ha metido, paradigma sumamente dañino, disfuncional, agresivo. Entre otras cosas, es necesario reequilibrar la proporción de habitantes que vive en el medio rural y en el medio urbano. La ciudad –más aún las macrourbes que no dejan de crecer, con todos los problemas sociales asociados que conllevan– es radicalmente insostenible. Difícilmente se puede conseguir un planeta sostenible cuando la población urbana ha superado ya a la que vive en el medio rural (51 % contra 49 %). Pero para fijar la población en el medio rural es necesaria una agricultura en manos de pequeños agricultores y de verdaderas cooperativas campesinas, junto a la pequeña industria de transformación de los productos agropecuarios. Una agricultura ecológica, que demanda mano de obra abundante, conserva la biocenosis edafógena de los suelos, evita la contaminación ambiental permitiendo una alimentación sana y nutritiva. Es decir: el socialismo deberá entenderse como la búsqueda de un equilibrio social sin explotadores ni explotados (ni clases sociales, ni géneros dominantes, ni supremacías étnico-culturales) además de un real respecto por nuestra casa común: la naturaleza.
Si el planeta común es de todos, a todos afecta su destrucción. No debe haber transculturización súbita sino desarrollo endógeno, solidario, sostenible. La globalización puede ser una buena noticia en la historia humana, pero dependiendo de cómo y para qué se haga. Si globalización es obligar a toda la humanidad a tomar Coca-Cola y a cambiar el modelo de teléfono celular cada año, eso es un disparate absoluto, injusto e irracional en términos de sobrevivencia. Luego de las primeras experiencias socialistas del pasado siglo, tomando sus gestas heroicas y todo lo bueno que de ellas continúa vigente como legado imperecedero, hoy día de lo que se trata es de refundar una nueva conciencia socialista pensando en una nueva globalización, que obviamente no es la neoliberal en boga. Junto a la globalización de la multinacionales voraces se debe levantar la globalización de la solidaridad; junto a la globalización del hiper consumo irresponsable se debe proponer un proyecto de vida responsable con nuestro medio natural. La idea de "desarrollo sostenible" propuesta desde un marco capitalista –allá por 1987, en el documento "Nuestro futuro común" elaborado por la entonces Primera Ministra de Noruega Gro Harlem Brundtland– sin dudas marca un camino. Se definía allí como sostenible "aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades", noción que recoge la preocupación creciente entre los sectores de poder del mundo capitalista que ya veían el desastre ecológico a que estaba llevando el modelo consumista en curso. Retomando esa propuesta, y pensando en un enfoque socialista que supere la irracionalidad del mercado y la producción basada en el lucro, es preciso encarar ese "otro mundo posible" con la responsabilidad del caso.
Terminar con el consumismo no significa volver para atrás en la historia, desechar el confort que nos posibilitan las tecnologías modernas. Hoy día, mientras muere de hambre una persona cada cuatro segundos a escala planetaria, un tercio de la población estadounidense y un porcentaje creciente de la población europea es obesa, sabiéndose que una dieta mejor y más austera sería mejor solución para resolver ese problema (el de la obesidad) en vez de aumentar el gasto dedicado a investigar sobre el gen de la gordura como actualmente se hace; pero no obstante la locura en juego, de la que los sectores de poder son conscientes, en vez de cambiar hábitos de consumo se continúa con "más de lo mismo". Ello evidencia, en definitiva, que el sistema tiene una fuerza determinante sobre las individualidades. Si la tónica es consumir, porque así lo manda el mercado o la clase dominante –"la ideología dominante es la ideología de la clase dominante"–, mientras no haya cambio de sistema, difícilmente se pueda cambiar algo profundo en forma sostenible.
De todos modos, viendo el desastre en juego, en el seno mismo de la economía capitalista se han prendido señales de alarma. Ante una economía a todas luces enferma, se llegan a plantear opciones que, sin tocar la estructura de base, intentan paliativos. Surgió así, como decíamos, la idea de desarrollo sostenible, del que luego se sigue la noción de "crecimiento cero", para llegar en la actualidad a la idea de "decrecimiento". Según lo presenta con claridad Francisco Fernandez Buey, "lo que los teóricos del decrecimiento [Serge Latouche, Vincent Cheynet, François Schneider, Paul Ariés, Mauro Bonaiuti] llaman economía sana o decrecimiento sostenible se basaría en el uso de energías renovables (solar, eólica y, en menor grado, biomasa o vegetal e hidráulica) y en una reducción drástica del actual consumo energético, de manera que la energía fósil que actualmente se utiliza quedaría reducida a usos de supervivencia o a usos médicos. Esto implicaría, entre otras cosas, la práctica desaparición del transporte aéreo [valga decir que el 94 % de los seres humanos no ha viajado nunca en avión] y de los vehículos con motor de explosión, que serían sustituidos por la marina a vela, la bicicleta, el tren y la tracción animal; el fin de las grandes superficies comerciales, que serían sustituidas por comercios de proximidad y por los mercados; el fin de los productos manufacturados baratos de importación, que serían sustituidos por objetos producidos localmente; el fin de los embalajes actuales, sustituidos por contenedores reutilizables; el fin de la agricultura intensiva, sustituida por la agricultura tradicional de los campesinos; y el paso a una alimentación mayormente vegetariana, que sustituiría a la alimentación cárnica. En términos generales todo esto representaría, en suma, un cambio radical de modelo económico, o sea, el paso a una economía que, en palabras de los teóricos del decrecimiento, seguiría siendo de mercado, pero controlada tanto por la política como por el consumidor". Vemos así que, incluso sin salirse de un planteamiento económico capitalista, la magnitud de la catástrofe ecológica que se vive lleva a plantear soluciones en forma urgente. Es que los problemas acumulados por este modelo económico son tantos que, sin cambiar el mundo, sin cambiar la estructura social de base, sin modificar las relaciones de poder entre clases, ya comienza a haber conciencia que el camino que transita hoy la humanidad no conduce sino a problemas, quizá insolubles y catastróficos.
Pero no solo se trata de buscar paliativos para no intoxicarnos. Debemos apuntar a un cambio radical en la manera de llevar la vida, buscando justicia y buscando seguir sobreviviendo como especie. La progresiva falta de agua dulce, la degradación de los suelos, los químicos tóxicos que inundan el globo terráqueo, la desertificación, el calentamiento global, el adelgazamiento de la capa de ozono que ha aumentado por 13 la incidencia del cáncer de piel en estos últimos años, el efecto invernadero negativo, el derretimiento del permagel, la posibilidad de un descalabro universal a partir de la contaminación genética producto de los transgénicos o de una guerra nuclear total son todas consecuencias de un modelo depredador que no tiene sustentabilidad en el tiempo. ¿Cuánto más podrá resistirse esta devastación de los recursos naturales? Las sociedades agrarias llamadas "primitivas", o inclusive las tribus del neolítico que aún se mantienen en la actualidad, son mucho más racionales en su equilibrio con el medio ambiente que el modelo industrialista consumidor de recursos no renovables que abrió el capitalismo. Si buscamos un nuevo mundo, una nueva ética, nuevos y superadores valores, la cultura del consumo debe ser abordada con tanta fuerza revolucionaria como las injusticias sociales.
Tener un planeta más sano significa tener una economía más sana. Y el capitalismo ya ha dado repetidas muestras de estar "enfermo" crónicamente. Por lo tanto, no quedan más alternativas que ayudarlo a morir de una vez para hacer nacer algo nuevo y superador.

Marcelo Colussi (especial para ARGENPRESS.info)

viernes, 17 de octubre de 2008

Lección acelerada de capitalismo



En Estados Unidos se implementan medidas contradictorias frente al colapso financiero. Predomina la estatización y el aliento de las fusiones, pero también se insinuó permitir la caída de algunos bancos. La nacionalización de hipotecas tóxicas tendrá un costo inédito y no resuelve la insolvencia de los deudores.
La recesión norteamericana tiende a globalizarse, la política monetaria europea acentúa el enfriamiento, Japón arrastra su propia depresión y se esfuma la expectativa de un desacople liderado por China.
Las analogías iniciales con el crack bursátil (1987) y la burbuja tecnológica (2001) han perdido pertinencia, pero muchas comparaciones con el 30 omiten las diferencias creadas por el intervencionismo estatal y la asociación mundial de capitales y potencias. Ciertas semejanzas con la depresión japonesa son acertadas, pero la referencia de 1975-76 es más útil para graficar el cambio de etapa.
La pérdida de autoridad política, las adversidades militares y los desequilibrios económicos limitan la capacidad norteamericana para exportar la crisis. Pero el paradójico refugio en el dólar abre interrogantes sobre su ocaso.
La crisis refutó las creencias neoliberales y la teoría de atenuar riesgos con inversiones sofisticadas. Ha ganado primacía un discurso heterodoxo que oculta la articulación de las regulaciones con la ganancia. La especulación es inherente al capitalismo y los banqueros han actuado en sociedad con los industriales.
El estallido obedece a una crisis peculiar de sobre-acumulación, asentada en valorizaciones ficticias y el endeudamiento de los asalariados. Expresa el agravamiento de la sobreproducción que genera la contracción salarial y la competencia global. Además confluye con un encarecimiento cíclico de las materias primas, potenciado por la devastación del medio ambiente. Estos procesos agotaron el hiper-consumo norteamericano provisto por Asia y financiado por el resto del mundo.
Los países periféricos son candidatos a sufrir los mayores efectos de la conmoción, como lo anticipa la tragedia de África y el brote de hambruna. Es también incierta la continuidad del espacio ganado por las clases dominantes de la semiperiferia. El tsunami financiero ilustra las dramáticas consecuencias del capitalismo e incita a construir una opción socialista
El terremoto de Wall Street ha desconcertado al establishment global. En la cúspide del poder predomina el pánico y las declaraciones alarmistas. Todos registran la presencia de un acontecimiento que podría inaugurar un cambio de época. La comparación con la caída del muro de Berlín es un indicio de esta dimensión histórica.
El temblor actual comenzó a incubarse en junio del año pasado con el desplome de los fondos de cobertura administrados por Bear Stearns y cobró fuerza con la nacionalización del Northern Rock británico. De esta gestación se pasó a un estallido cuya profundidad salta a la vista.

MAGNITUD Y COSTOS

La rápida conversión de problemas de liquidez en baches de solvencia ilustró desde el principio la enorme dimensión de una crisis, que no logró ser contenida con medidas parciales. La reducción de tasas de interés resultó tan inútil como el intento de formar un fondo de rescate manejado por los bancos. Tampoco sirvió la gran provisión de dinero al mercado o el auxilio de los fondos soberanos del exterior.
El gobierno norteamericano ha puesto en práctica varias iniciativas contradictorias para atenuar la explosión. Al permitir el desmoronamiento de Lehman Brothers tentó la posibilidad de una limpieza brutal de los bancos quebrados y sugirió la fijación de ciertos límites al salvataje. Pero como precipitó el terror de los financistas revirtió rápidamente este curso, que le otorgaba a la Reserva Federal plenas atribuciones para dictaminar quién cae y quién se salva.
La variante opuesta de estatizar todas las pérdidas se ha consolidado luego de la nacionalización de AIE. El sostén oficial de la mayor aseguradora del mundo (y de su gigantesco portafolio de fondos de pensión) complementó el rescate previo de Fannie Mae y Freddie Mac, que financian la mitad de las viviendas norteamericanas. La contaminación de estas instituciones semipúblicas indicó hasta que punto han quedado desbordados los problemas iniciales con créditos de baja calidad (subprime).
Con una nueva secuela de estatatizaciones se auxiliaría a las próximas víctimas del vendaval: los fondos de cobertura y los fondos de capital de riesgo (que operan con títulos altamente especulativos) y los fondos de dinero (que aglutinan inversiones menos audaces y carentes de garantía estatal). Pero el punto crítico son los bancos comerciales.
La quiebra de Washington Mutual inauguró un desplome que amenaza extenderse a las 117 entidades minoristas que el FDIC (organismo oficial de garantía) tiene en observación. Algunas estimaciones pronostican un réquiem para la mitad de los 8.500 bancos actuales. En cualquier caso, ya es evidente que la crisis traspasó a los bancos de inversión (que recaudaban dinero directamente en el circuito financiero) y afecta a todo el sistema, con picos de parálisis en las operaciones interbancarias e insinuaciones de corralitos para los depósitos.
En este cuadro se está desenvolviendo una vertiginosa oleada de adquisiciones. Merry Lynch fue capturada por Bank of America, Bearn Stearn fue tomada por Morgan Stanley, Wachovia pasó al Citigrup (o Wells Fargo) y Goldman Sachs ha puesto en venta su paquete accionario. Este virulento cambio de manos se extiende a escala internacional con la adquisición del británico HBOS por el Lloys y la absorción de las sucursales de Bradford and Bingley por el Santander español.
Algunos compradores (Barclays) se apoderan por moneditas de sus viejos competidores (Lehman) o picotean sus desechos. El resultado de semejante aluvión sería un nivel de concentración bancaria nunca visto. Quiénes sobrevivan a sus apuestas (eventualmente el trío JP Morgan Chase, Bank of America y Citigrup) asumirán el comando de todo el sistema financiero norteamericano. Este nivel de centralización es precedido por una furibunda desvalorización de los capitales en juego, que hasta ahora se procesa dentro de la esfera financiera.
Otra opción en curso es la nacionalización de las hipotecas tóxicas, que el Congreso discutió en un clima de chantaje bursátil. Los financistas (presentados como “el mercado”) exigieron el socorro público para permitir que la economía se mantenga en pie (“restaurar la confianza”). Reclamaron al gobierno que adquiera los títulos depreciados para su revalorizarlos y revenderlos.
Este rescate se parece al salvataje que obtuvieron los financistas mexicanos en 1995. Allí también el estado compró títulos carentes de valor, limpió los balances de las entidades y comercializó papeles a pura pérdida del fisco. Los especuladores han creado un clima de pánico para que su nueva estafa sea bendecida como un alivio.
Pero este descarado auxilio estatal a los responsables del colapso ha desatado una indignación contra los banqueros, que se burlan de sus sacrosantas reglas del libre mercado. Este rechazo a Wall Street –que no se observaba desde la época de Roosveelt- ha obligado a los legisladores ha incorporar ciertas restricciones al cheque en blanco que inicialmente reclamó la FED. Las enmiendas incluyen rebajas impositivas de distinto tipo, para crear la ilusión de una distribución más equitativa de la carga.
El generalizado malestar expresa, además, la masiva intuición de un derroche inútil. Si el paso del tiempo confirma que dos tercios de los créditos hipotecarios son totalmente incobrables se habrá dilapidado una montaña de dinero. Es evidente que ninguna ingeniería financiera puede contrarrestar el desplome continuado del precio de las propiedades o el deterioro perdurable del ingreso de sus compradores.
Por esta razón el Congreso también auspicia alguna forma de renegociación de las hipotecas entre deudores y bancos con la mediación del estado. Pero sólo un lejano contexto de recuperación económica brindaría algún sostén a esa iniciativa.
Por el momento predomina una crisis sin solución a la vista que ha diluido todos principios neoliberales. En un clima de intervención y subsidios, el regulador es bienvenido y el mercado es cuestionado. Pero como el rescate no es gratuito habrá que solventar una operación de costo desconocido. La emisión de títulos sobre títulos ha sido tan sofisticada que nadie sabe calcular cuál es el monto en juego.
En julio del 2007 la FED estimaba pérdidas por 50 mil millones de dólares. A principio de año la cifra saltó a 512 mil millones y las evaluaciones actuales giran en torno a uno o dos billones de dólares. ¿Cómo se pagará semejante factura?
Las grandes crisis bancarias de las últimas décadas tuvieron costos monumentales para los países subdesarrollados. Involucraron el 55,1 % del PBI de Argentina (1980-87), el 55% de Indonesia (1997-2004) y el 34% de Tailandia (1997-2004). Pero este porcentaje apenas alcanzó el 3,2 % en el último gran rescate financiero de Estados Unidos (1981-91). Por primera vez en décadas la primera potencia deberá afrontar un bache financiero-fiscal de gran escala.

IMPACTO RECESIVO GLOBAL

El estallido de la crisis ha transformado la desaceleración económica en una recesión manifiesta. El freno ya se percibe en la caída de la inversión, el estancamiento del consumo y la fragilidad de las exportaciones estadounidenses. La discusión entre optimistas y pesimistas sobre el futuro nivel de actividad se ha zanjando con un diagnóstico coincidente de caída del PBI.
Ya no hay margen para reactivar con reducciones de tasas de interés, mientras el “desapalancamiento” financiero (asumir pérdidas y limpiar carteras) precipita la contracción del crédito y la escalada deflacionaria. Desde los años 60 todas las recesiones precipitadas por colapsos inmobiliarios han sido particularmente prolongadas.
El consumo a crédito que sostiene a la economía norteamericana ha quedado frontalmente afectado y se avecina una crisis social de proporciones. Los deudores desesperados que abandonan sus casas para evitar el remate son las primeras víctimas de esta pesadilla. El desbarajuste inmobiliario amenaza a una población ya irritada por el aumento del precio de la nafta, que avizora el temido desempleo en un país carente de protecciones sociales significativas. En este clima crece la indignación hacia los ejecutivos de Wall Street, cuyos ingresos en las últimas tres décadas saltaron de 40 a 344 veces del promedio laboral.
La gravitación internacional de la economía norteamericana determina la acelerada transmisión de su recesión. Sólo Wall Street maneja un volumen de fondos superior al conjunto de las bolsas europeas. Estados Unidos concentra el 20% del PBI global, pero sus importaciones aceitan el comercio global y sus empresas transnacionales definen la tónica productiva de todo el planeta. El salto registrado en la mundialización ha incrementado, además, la sincronización internacional del ciclo económico.
La expectativa inicial en un desacople liderado por Europa se ha desvanecido con la secuela de estatizaciones que siguen la huella estadounidense (Fortis de Bélgica-Holanda, Bradford and Bringley de Inglaterra, Glitnik de Islandia). El viejo continente afronta los mismos problemas de créditos incobrables que su par norteamericano, pero implementando una política monetaria dura, que buscó homogenizar en torno al euro las distintas situaciones nacionales.
La crisis no sólo ha socavado ese intento y ha dividido a los gobiernos entre partidarios de un fondo general de rescate y promotores de salvatajes a cargo de cada presupuesto nacional. Esta fractura obviamente indica que la salud de los bancos es muy despareja en la región. Todo el intento europeo de sostener el proyecto neoliberal de unificación con altas tasas de interés se encuentra, además, seriamente amenazado por el enfriamiento que impone al nivel de actividad.
Por su parte Japón tampoco contrarresta el giro recesivo, ya que arrastra las rémoras de su propia depresión. La economía nipona tiene menos autonomía que Europa para incidir fuera de su estrecho campo de influencia y cuando comenzaba a recuperarse ha chocado con el desplome norteamericano.
El papel compensador que se esperaba de China e India se ha diluido, ya que ninguna locomotora puede empujar a un convoy totalmente descarrilado. Se ha discutido mucho si China podía contrarrestar la desaceleración mundial con la expansión de su mercado interno. Algunos economistas resaltaron esa posibilidad y otros la descartaron, recordando la dependencia del crecimiento asiático del mercado norteamericano. Pero el contrapeso chino requería un freno moderado de la actividad en los centros y no la abrupta recesión que se ha desatado. Por eso el anunciado desacople tiende a convertirse en un reacople de Asia a la caída general.

COMPARACIONES

Muchos analistas buscan en las crisis precedentes una guía sobre el posible devenir del shock actual. Las analogías iniciales con el crack bursátil de 1987 o con el estallido de la burbuja tecnológica del 2001 han quedado totalmente superadas. En ambos casos los activos en juego eran acciones y no viviendas y ninguno de esos temblores desembocó en colapsos bancarios. Sólo precipitaron recesiones de acotadas duración e intensidad, que fueron remontadas por la reactivación del consumo en un plazo relativamente breve.
Descartada la semejanza con estos declives de poco alcance se ha impuesto una generalizada comparación con la depresión del 30. Numerosos economistas resaltan los puntos de coincidencia con este clásico antecedente del desplome general. Pero se equipara la eventual profundidad de la caída y no las modalidades de la crisis. Si la intensidad de la regresión productiva y social alcanzará esa magnitud es por el momento una incógnita. Pero la dinámica del proceso en curso presenta numerosas diferencias con el sendero que desató 1929.
Las medidas que hace ocho décadas se aplicaron con posterioridad al crack se han implementando actualmente con anticipación. La inyección de liquidez de los últimos meses provocaría horror a Hoover y suscitaría los aplausos de Keynes. En la actualidad también se limita la caída de los bancos y se elude cualquier aumento de las tasas de interés. Habrá que ver si estas medidas atenúan o agravan el desplome económico, pero se desenvuelven en un contexto internacional muy distinto al pasado.
En los años 30 no existía el actual entrelazamiento de capitales y tampoco operaba una coordinación entre la FED y los bancos centrales de Europa y Asia. En lugar de una moneda internacional de referencia prevalecía una disputa por heredar la primacía de la libra esterlina y en función de esa aspiración, las grandes potencias devaluaban sus monedas. El escenario proteccionista de áreas comerciales en pugna distaba mucho de la interconexión actualmente impuesta por las empresas transnacionales.
La gran depresión derivó en una confrontación bélica entre las principales potencias, que nadie avizora al comienzo del siglo XXI. Un enfrentamiento militar entre Estados Unidos, Europa y Japón es inimaginable.
Otra comparación en boga presenta el estancamiento padecido por Japón como un espejo de lo que sucederá en Estados Unidos. Esa economía asiática soportó una burbuja inmobiliaria muy semejante, con precios que se triplicaron (1986-91) y luego se desmoronaron en dos tercios.
Pero Japón vaciló en implementar las medidas que Estados Unidos ha instrumentado rápidamente, confirmando la brecha que separa a una potencia subordinada de otra dominante. Además, la economía nipona nunca actuó como locomotora de la economía mundial y al depender de la protección militar norteamericana se remodeló con medidas comerciales y cambiarias (revaluar el yen y abrir su economía), que nadie se atreve a sugerirle a Estados Unidos.
Quizás la comparación más adecuada con el desplome actual es lo ocurrido en 1975-76. Esa crisis clausuró una etapa (el boom posguerra) con la misma contundencia que el temblor del 2008 pondría el fin del neoliberalismo pleno (que instauraron Thatcher y Reagan). Tomando en cuenta esta referencia histórica hay que prestar atención a las medidas que expresaron giros significativos. Hace tres décadas estos virajes fueron la inconvertibilidad del dólar (1970) y el aumento de tasas de interés (1978). Seguramente la crisis actual incluirá transformaciones de ese alcance y en poco tiempo sabremos si las medidas que ya se han adoptado, atenúan o exacerban la intensidad de la conmoción.

LOS BARÓMETROS

Más productivo que adivinar la magnitud futura de la crisis es caracterizar sus tendencias. Estos lineamientos se concentran en las debilidades y los recursos que acumula la primera potencia.
Los indicadores de fragilidad norteamericana están a la vista, especialmente en el terreno político. Bush es un cadáver del proyecto neo-conservador socavado por la aventura en Medio Oriente. Esta adversidad militar limita la capacidad del imperialismo norteamericano para transferir la crisis a sus competidores.
Pero más significativa es la fulminante pérdida de autoridad presidencial para actuar frente al desplome bancario. No es la cercanía de las elecciones lo que erosionó ese poder, sino la división de la elite estadounidense frente al terremoto de Wall Street. Desde Nixon no se veía un escenario tan volátil.
Las debilidades económicas de Estados Unidos son también visibles. Un déficit comercial del 6% del PBI obstruye el giro hacia un modelo exportador, al cabo de tantos años de euforia compradora. El país carga con el mayor pasivo del planeta, tiene el 50 % de sus bonos públicos en manos de extranjeros y se aproxima a un déficit fiscal récord.
Pero la otra cara de esta realidad es la capacidad que ha mostrado la Reserva Federal para proteger al dólar y a los Bonos del Tesoro del desbarranque general. Logró hasta ahora monitorear una caída controlada de la divisa norteamericana, preservando el principio de fijar una cotización atractiva para la afluencia de capitales y al mismo tiempo estimulante de las exportaciones. Como ambos niveles son contradictorios, el equilibrio requiere una gran predisposición de los acreedores para convalidar la primacía monetaria estadounidense. Hasta el momento esa subordinación perdura a pesar del colapso económico-financiero.
En medio de la caída de Wall Street el vuelo de los capitales hacia la calidad favorece al activo en mayor peligro. Paradójicamente los capitalistas del mundo se refugian en el dólar y sus bonos, es decir en la moneda y en los papeles formalmente más amenazados. Ninguna otra economía podría generar una reacción, que obviamente obedece al rol central de Estados Unidos en la reproducción del capitalismo global.
Este protagonismo se asienta en la protección brindada por el Pentágono a todas clases dominantes. Es un resguardo decisivo que modifica todos los patrones convencionales de evaluación del proceso económico. Es importante recordar esta peculiaridad, para evitar el análisis de la economía estadounidense con los mismos parámetros que se juzga a cualquier otro país.
El refugio en el dólar también ilustra la creciente internacionalización de los negocios en torno a una moneda, que acapara el 70% del comercio y el 65 % de las reservas mundiales. Al sostener al dólar el grueso de los acreedores del planeta defiende su propio pellejo.
Pero resulta difícil imaginar una simple continuidad de esta hegemonía monetaria luego del tsunami registrado en las últimas semanas. Si logra perdurar como reserva global, el dólar deberá adaptarse a las nuevas relaciones de fuerza que emerjan de la crisis. La aceptación de una mayor gravitación de los bancos extranjeros dentro de Estados Unidos (en desmedro de viejas restricciones) podría formar parte de esta adecuación. El traspaso de acciones de Morgan Stanley a China Investment o a Mitsubishi, la venta de Goldman Sachs a Sumitomo Mitsui y la transferencia de las operaciones externas de Lehman a Nomura anticipan esa tendencia.
Pero también existe la posibilidad inversa de una ruptura del sistema monetario, que obligue al dólar compartir su señorazgo con otras divisas. En este caso se forjarían áreas monetarias siguiendo el modelo competitivo de entre-guerra. Hasta el momento no existen indicios de esta posibilidad, ya que a diferencia del pasado ninguna potencia pretende erigir su poder aplastando al imperialismo dominante. Pero los candidatos a compartir el poder global no se suicidarán junto al dólar, si el desplome arrastra a esa moneda. Los distintos cursos en juego dependen básicamente de un factor: la magnitud de la crisis.

ORTODOXOS Y HETERODOXOS

Las interpretaciones de la crisis son más importantes que las descripciones o los pronósticos. Los economistas ortodoxos se han quedado sin argumentos frente a un colapso que desmiente todos sus principios. Mantienen un bajo perfil hasta que amaine la tormenta y encuentren alguna justificación de su aval a la estatización de los bancos. Como la hipocresía neoliberal ha salido a la superficie y sus voceros están desprestigiados, cabe esperar el declive ideológico del pensamiento derechista más influyente de las últimas décadas.
Todavía se escuchan voces que explican lo ocurrido por el “descontrol del crédito” y el otorgamiento de “malos préstamos” a “dudosos clientes”. Pero el generalizado impacto de la burbuja inmobiliaria indica que los errores no fueron ocasionales. Los créditos de baja calidad se masificaron por la competencia que libraron los bancos por la colocar bajo el paraguas de una legislación permisiva.
El desmoronamiento financiero también refuta la confianza ortodoxa en la protección esperada de los paquetes crediticios sofisticados (“securitizacion”). Cómo ese combo incluía préstamos de variada consistencia imaginaron que la diversificación atenuaría el riesgo. La crisis ha pulverizado esa creencia al generar un típico escenario de sálvese quién pueda.
El eclipse de los talibanes del mercado ha colocado a sus rivales de la heterodoxia en el primer plano. Krugman, Stiglitz y Soros no se cansan de repetir su teoría de la crisis por descontrol, atribuyendo la enfermedad a la desregulación y postulando su curación con alguna dosis de supervisiones. Cuestionan el escaso control de las agencias federales, objetan la eliminación de la segmentación bancaria post-30 y proponen medidas gubernamentales para evaluar a las calificadoras de riesgo o controlar el movimiento financiero global.
Pero la desregulación no fue un capricho. Se generalizó para recomponer la ganancia y volverá a imperar si afecta agudamente a esa variable. Bajo el capitalismo los controles están articulados en torno a la rentabilidad y se refuerzan o debilitan en función del lucro.
Las fantasías reguladoras se inspiran en la presentación de los banqueros como únicos responsables de la crisis. Se supone que actúan al margen de sus colegas de la industria o el agro y que desarrollan un afán especulativo tan perverso como peculiar.
Pero apostar a la ganancia rápida en el negocio financiero es un rasgo intrínseco del capitalismo. Proviene de la compulsión competitiva que rige a un sistema caracterizado ciegas rivalidades y periódicas burbujas. Los efectos de estos remolinos permanecen ocultos durante la prosperidad y saltan a la vista en las crisis.
Lo novedoso del período actual ha sido el alcance y sofisticación de la acción especulativa. Se introdujeron insólitas formas de empaquetamiento y comercialización de las deudas y en maniobras con papeles derivados, cuya cotización se establece en función de otro activo.
También se expandieron la titularización (descarga de carteras mediante la emisión de títulos adquiridos por otros inversores), los CDS (desligar el riesgo crediticio para negociarlo por separado) y los CDO (fragmentar cada tramo de los préstamos en diferente grado de riesgo).
Este tipo de operaciones se ampliaron desde el 2001 a un ritmo frenético especialmente entre los bancos de inversión, cuyo apalancamiento (relación entre activos-patrimonio y crédito) alcanzó pavorosas magnitudes. La vieja relación de 1 a 8 entre capital propio y prestado fue ampliada a 25 o 30 veces.
La propia dinámica del capitalismo incentivó estas acciones y lo ocurrido en Wall Street ofrece una lección acelerada de este sistema, en su trama de complicidades (Paulson comandando la FED con el auspicio de Goldman Sachs) y contradicciones (Bush nacionalizando bancos).

UNA PECULIAR CRISIS DE SOBREACUMULACIÓN

En oposición a las simplificaciones heterodoxas resulta conveniente retomar las interpretaciones marxistas, que explican la crisis por las contradicciones intrínsecas del capitalismo. Estos desequilibrios irrumpen periódicamente y no podrán eliminarse, mientras subsista un régimen gobernado por la supremacía del beneficio. ¿Pero cuáles son las singularidades de la crisis actual?
La conmoción en curso obedece a varias causas específicas. Expresa, en primer lugar, las tensiones creadas por los capitales sobre-acumulados en los bancos, al cabo de un largo proceso de expansión ficticia de fondos, carentes de contrapartida real en la esfera productiva. Esta atrofia se gestó durante años de apalancamientos y derivados y es un resultado del poder que lograron los financistas.
Pero el ascenso de esta elite bancaria a la cúspide del capitalismo apuntaló el proyecto regresivo compartido por todos los opresores. Permitió instaurar la disciplina social que exigían los dominadores, mediante la gestión accionaria de la empresa, la presión por maximizar rentabilidades de corto plazo y el imperio de la Bolsa. Estas transformaciones se implantaron con la explícita finalidad de recomponer las ganancias a costa de los ingresos populares. La supremacía financiera fue un instrumento de la flexibilización laboral y apuntó a garantizar el aumento de la explotación.
Esta hegemonía financiera introdujo la bomba de tiempo que estalló en WallStrett. La expansión de las “finanzas personales” convirtió al trabajador en un cliente agobiado por deudas. Los asalariados norteamericanos quedaron aprisionados en una red de compromisos con los bancos para costear sus gastos de vivienda, educación, salud y jubilación.
Este castillo comenzó a desmoronarse desde que irrumpió la insolvencia. La imposibilidad de pagar los créditos sub-prime -otorgados a quiénes carecían de ingresos regulares o suficientes para adquirir viviendas- fue el detonante del actual derrumbe.
Esta crisis de sobre-acumulación fue pospuesta con refinanciaciones y una montaña de títulos sobre títulos, que ofrecían altos rendimientos. La madeja de emisiones se tornó tan compleja que borró la huella de los propios préstamos, en medio de la generalizada ignorancia crediticia. Ni siquiera los banqueros conocen los contratos en danza, ya que al abandonar las estimaciones tradicionales de riesgo perdieron contacto con sus clientes.
Un desplome actual era inexorable frente a semejante valorización ficticia. Lo que nadie imaginó es la terrorífica envergadura que asume el crack, a pesar de las numerosas advertencias que presagiaron el desenlace.
Todos los colapsos que sacudieron desde los años 80 a las finanzas latinoamericanas, europeas, japonesas y asiáticas fueron advertencias del vendaval que se preparaba en Wall Street. La señal más explícita fue la quiebra del gran Fondo LTCM en 1998, que operaba con los mismos derivados que han carcomido al sistema financiero norteamericano. Como la apetencia por ganancia no repara en alertas, la crisis de sobre-acumulación finalmente ha llegado al centro del sistema.

SOBREPRODUCCIÓN NACIONAL Y GLOBAL

Es importante indagar las contradicciones productivas que subyacen bajo el colapso bancario para evitar la fantasmagoría financiera. Esos desequilibrios obedecen a un ciclo de sobreproducción, resultante del periódico desfasaje entre expansión creciente de la producción y restricciones al poder de compra, que caracteriza al capitalismo. La competencia por incrementar la tasa de explotación potenció esta brecha de excedentes.
La sobreproducción ha irrumpido abiertamente en el sector de las viviendas, que gravitó en el crecimiento general de la última década. Al compás de los préstamos de alto riesgo y del encarecimiento de los inmuebles se generó el actual exceso de unidades en relación a la demanda solvente.
Ciertamente la especulación financiera extremó esta tendencia, pero las burbujas significativas se montan sobre las mercancías más apetecidas de cada momento. La valorización de estos activos despierta una expectativa de lucro creciente, que se desmorona con el cambio de tendencias. La recesión pondrá en evidencia este mismo mecanismo en otros bienes inflados.
La sobreproducción actual presenta, además, una gran dimensión internacional, derivada de la competencia neoliberal por bajar salarios. Este esquema incentivó la apertura de fronteras para corporaciones que rivalizaron por multiplicar la producción, en una carrera de bajar de costos que desemboca en plétora de mercancías. Estos sobrantes han sido especialmente alimentados por el polo asiático de fabricación, a través de exportaciones que inundan a mundo favoreciendo la depreciación general. Desde el temblor de Corea del Sur y Tailandia (1997) esta tendencia deflacionaria afecta a numerosos bienes industriales.
La sobreproducción es también un resultado de la internacionalización productiva que incentivaron las empresas transnacionales. La aplicación industrial de la microelectrónica y el abaratamiento del transporte y las comunicaciones contribuyeron a multiplicar los excedentes. En la anárquica competencia por reducir costos, ninguna firma tomó en cuenta quién adquiría los nuevos bienes.
La batalla por fabricar barato ha desembocado en un desborde de almacenes. Este resultado obedece a estrecho poder de compra que perdura en la periferia y a la inestabilidad del consumo inflado con endeudamiento, que la flexibilización laboral impuso en los países centrales. Estados Unidos es un epicentro extremo de este artificio comprador, asentado en la ampliación del horario laboral y la extensión del trabajo a todos los miembros de la familia.
Mientras la clase capitalista mantuvo el optimismo -que desde los años 80 suscitó la recuperación de la tasa de ganancia- estas tensiones permanecieron en segundo plano. Pero el escenario de mercancías excedentes ha salido a la flote, fijando un límite categórico a consumo norteamericano provisto por Asia y financiado por todo el mundo.

SUB-PRODUCCIÓN DE MATERIAS PRIMAS

Un tercer pilar de la crisis actual ha sido el encarecimiento de las materias primas. La escala del precio del petróleo (que saltó en pocos años de 10 a 120 dólares) afectó a las economías centrales y el repunte de los productos básicos (que en promedio treparon un 114% desde 2002) sacudió a la economía global. Este ascenso revirtió una declinación precedente que se arrastraba desde 1997, pero desbordó la media de estas reacciones cíclicas, tanto en duración como en intensidad alcista.
El aumento de las materias primas refleja la escasa inversión en distintas áreas de reproducción de los recursos naturales. Pero fue potenciada por la acción especulativa de los financistas, que buscaron refugio en el petróleo y los alimentos frente a las potenciales pérdidas de otros negocios. Los banqueros introdujeron en el mercado de las materias primas toda la ingeniería de los derivados de Wall Street, hasta convertir la compra de combustible o trigo en una operación de alta sofisticación matemática.
Pero en el repunte de las materias primas también ha influido un proceso estructural de devastación del medio ambiente, al cabo de varias décadas de competencia capitalista por el control de los abastecimientos básicos.
Esta combinación de tendencias coyunturales, estructurales e históricas generó una presión inflacionaria en los productos primarios, que muchos especialistas estiman más perdurable en los combustibles (pocos descubrimientos, encarecimiento de la extracción y conflictos en las zonas productoras), que en los alimentos.
El ciclo alcista confirma que los precios relativos de las materias primas no están sujetos a un deterioro sistemático y secular. Sufren periódicos vaivenes y su encarecimiento adopta bruscas modalidades, debido a la menor sensibilidad que tienen estas mercancías ante al aumento de la productividad en comparación a los productos industriales. La inminente recesión global pondrá un techo a la inflación de las materias primas. Pero habrá que ver si esa caída retrotrae las cotizaciones al piso del ciclo anterior. H asta ahora se verifican indicios a la baja pero no al desplome.
En la crisis actual confluyen por lo tanto tres procesos: sub-producción de materias primas, sobre-acumulación financiera y sobreproducción industrial. Este empalme presenta puntos de contacto con lo ocurrido en 1975-76 y tendrá un impacto regional muy desigual.

PERIFERIA Y SEMIPERIFERIA

Los países periféricos han sido las principales víctimas de la etapa neoliberal y son candidatos a sufrir los peores efectos de la crisis actual. Padecieron los efectos degradantes de la polarización mundial que signó a los años 80 y 90. Ciertas regiones como África quedaron arrasadas por el endeudamiento externo, la liberalización comercial y la fuga de capitales y enfrentan una tragedia de emigración, refugiados y muertos por guerras locales.
Otro ejemplo de este impacto es el reciente el brote de hambruna. Como consecuencia de la especulación financiera, la desregulación comercial y la especialización forzada en cultivos comerciales de exportación, el encarecimiento de los alimentos amenaza la subsistencia de 1.300 millones de individuos.
Si durante la prosperidad consumista de Estados Unidos las economías esquilmadas del planeta sufrieron un masivo drenaje de recursos, la inminente recesión anticipa mayores sufrimientos. Los países del Tercer Mundo que expulsan a sus desesperados pobladores deberán afrontar nuevas restricciones financieras y mayores adversidades comerciales.
El panorama es más contradictorio en la semiperiferia. Un estrato intermedio de países no centrales -con clases dominantes autónomas y juegos propios en el mercado mundial- acotó en los últimos años el alcance de la polarización global. Este grupo de economías se concentra especialmente en China, India, Rusia, Sudáfrica y Brasil. Los capitalistas de estas naciones han lucrado con el encarecimiento de las materias primas y gestaron una actividad industrial propia, en asociación con las empresas trasnacionales. Incluso han forjado “multinacionales emergentes” que operan a escala global.
También el cambio del ciclo financiero redujo la carga del endeudamiento externo en varios países medianos. El crecimiento con desigualdad social generó ganancias suficientes para cancelar préstamos externos y por esta razón irrumpieron los fondos soberanos de Asia (o el mundo árabe).
La crisis en curso puede prolongar este ascenso semiperiférico, como ocurrió en 1975-82 durante el período de petrodólares, encarecimiento de las materias y derrota norteamericana en Vietnam. Este proceso podría incluso consolidarse, si aparecen formas de crecimiento semejantes a las observadas durante la brecha mundial que sucedió a la crisis del 30. El estancamiento de las economías centrales abrió en esa ocasión un espacio para la industrialización de ciertos países subdesarrollados.
Pero la recesión actual también puede precipitar una dinámica opuesta de abrupto corte del avance semiperiférico. En este caso se repetiría lo sucedido en 1982-90, cuándo la ofensiva neoliberal precipitó un desplome de materias primas y una asfixia del endeudamiento, que agobió al grueso del planeta.
Es prematuro anticipar cuál de las dos tendencias prevalecerá, o si emergerá alguna combinación de ambas. La fuga de capitales -que ya afecta a Rusia o Brasil- coexiste hasta ahora con la gravitación de los fondos soberanos, que participan del rescate de los bancos norteamericanos y que exigirán alguna retribución por ese auxilio.
A diferencia de todas las conmociones financieras de las últimas dos décadas, América Latina es receptora y no generadora de la crisis actual. Pero la desigual dependencia que mantiene cada país con Estados Unidos determina un efecto diferente de la recesión en curso. Mientras que México y Centroamérica se encuentran muy atados a ese epicentro, el Cono Sur mantiene un mayor grado de autonomía. También la transmisión financiera del temblor es despareja entre economías desigualmente atadas a la refinanciación externa. La periferia y semiperiferia interiores de esta región han seguido rumbos divergentes.
Pero en lo inmediato se acentuarán las dificultades de intervención del imperialismo norteamericano en su patio trasero. Esta limitación refuerza el margen para implementar políticas económicas de ruptura con los acreedores y nacionalización de los recursos naturales. Estas orientaciones podrían reducir la desigualdad social y beneficiar a las mayorías populares, si se implementan en oposición a las clases dominantes locales.

EL SOCIALISMO EN LA MIRA

La crisis en curso se dirimirá en plano político. Discutir el alcance de este desplome en términos exclusivamente económicos impide captar lo que está en juego entre las fuerzas en pugna. Sin resaltar la naturaleza capitalista del tsunami financiero no se pueden buscar remedios efectivos para sus consecuencias. La lucha contra el régimen social que origina estas desgracias es la única vía para impedir que los sufrimientos recaigan sobre la mayoría popular.
En la batalla por esclarecer el carácter capitalista de la crisis no tiene sentido competir con la prensa en la previsión de mayores colapsos. El pavor que desatan los medios tiende a suscitar más parálisis que indignación. En lugar de presagiar escenarios tenebrosos conviene trabajar en propuestas que abran alternativas populares.
Esta actitud se ubica en las antípodas del conformismo o la resignada creencia en la perdurabilidad eterna del capitalismo. Es falso suponer que este sistema saldrá adelante, cualquiera sea la tragedia que imponga al conjunto de la sociedad. Es tan fatalista imaginar la inmutabilidad del capitalismo, como prescindir de acciones y estrategias socialistas para su erradicación.
Algunos pensadores de izquierda aceptan formalmente estas premisas, pero argumentan que no es el momento para trabajar en una dirección anticapitalista. Justifican esta actitud en la “ausencia de condiciones favorables” o en el “impacto de las viejas derrotas”.
Pero esta postura bloquea cualquier aproximación a las transformaciones políticas e ideológicas en curso. El socialismo no es un himno para las efemérides, ni un sueño de nostálgicos. Es un proyecto para implantar en los momentos críticos y para difundir con vigor, cuando el capitalismo exhibe su rostro más nefasto.
La nueva coyuntura se palpa en el abrupto cambio de lenguaje de la prensa. Por desesperación o desconcierto los grandes medios ya no elogian al capitalismo. Con susto y estupor ironizan sobre el “socialismo para ricos” que acompaña al salvataje de los banqueros. Desconocen que el socialismo genuino es la antitesis de ese rescate, al socorrer a los desamparados y penalizar a los acaudalados. En el comienzo de un gran viraje político este sencillo mensaje puede recobrar su vieja popularidad.

Claudio Katz
4-10-08

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